Esa noche mis pesadillas vuelven, quizás no con tanta fuerza como antes, pero aun siguen ahí. Pienso en Peeta, a tan pocos metros de mí pero a la vez tan lejos. No puedo evitar echar de menos dormir con él, me hacía sentir protegida, segura.
El también tendrá sus pesadillas, de las que me habló en la gira de la victoria. Aquellas en las que soñaba que yo no estaba. Ha pasado casi un año de aquello, aunque a mí me parece que ha pasado muchos más. Como ha cambiado todo. Me pregunto qué pesadillas le atormentarán ahora. ¿Serán sobre Snow?, ¿sobre el capitolio?. Con todo lo que tuvo que soportar allí...
Esa noche me cuesta muchísimo conciliar el sueño. Así que cuando horas después llaman a la puerta, tengo la sensación de no haber dormido nada.
Me coloco una chaqueta por encima del pijama, supongo que será Sae, normalmente suele traerme el desayuno, sino tiene ningún contratiempo, claro. Pero no, no es ella. Es Peeta el que está ahí parado, con una cesta en la mano y la sonrisa de siempre. El chico del pan.
-Vaya, pensé que ya estarías levantada, son cerca de las diez.
¿Las 10? y yo que pensaba que había dormido poco.
- Bueno, servicio de desayuno a domicilio - dice levantando la cesta. - Sae no podía venir hoy, le he dicho que no se preocupe, que me encargaré del desayuno a partir de ahora. - Me sonríe y mi pecho se encoge. - ¿Puedo pasar?, me estoy congelando un poco. - añade.
Dios, que tonta. Ni se me ha ocurrido invitarlo. Effie me reñiría por mis modales, o en este caso, la falta de ellos.
- Claro, pasa. - Me obligo a sonreír, aunque sea consciente de que la mueca me ha quedado algo extraña en la cara. Creo que se da cuenta de que mi intento de sonrisa es la primera en mucho tiempo.
- Echaba de menos eso. - Dice señalándome la boca.
- ¿Cómo? -le pregunto sin entender.
- Tu sonrisa. Aunque he de decir que te ha quedado un poco falsa y carente de emoción, pero espero que vuelva con el tiempo. - Por unos segundos me pierdo en la intensidad de sus ojos azules, hasta que me obligo a volver a la realidad.
Le digo que no he pasado muy buena noche. Y eso me hace pensar, que no sé si recuerda esas noches que pasamos juntos, protegiéndonos el uno al otro de nuestros terrores nocturnos.
- ¿Sigues con las pesadillas?- pregunta con expresión seria.
- ¿Te acuerdas de mis pesadillas?-Le cuestiono sorprendida. Deja la cesta encima de la mesa de la cocina y se da media vuelta para buscar en los armarios platos y vasos.
-Si- contesta dándome la espalda. - Estos meses de terapia me han hecho recordar muchas cosas, y aunque a veces algunos recuerdos puedan llegar a ponerme nervioso, puedo controlarlos y diferenciar lo que es real de lo que no lo es. El doctor Aurelius me ha dicho que cree que con el tiempo llegaré a ser el de antes, más o menos claro, no creo que pueda volver a ser el que era antes de los primeros juegos - me dice con un deje taciturno en su voz.
Ahora sí que hay en mi cara una sonrisa sincera, la noto. Y él en ese momento se gira para mirarme.
- No sabes cuánto me alegro Peeta. Por ti y por mi claro, porque ya no estaré en peligro de muerte constantemente.- Aunque esto último lo digo en un tono medio en broma, parece que él no lo ha sentido así, porque fija sus ojos en mí y cruza la cocina sin apartar la mirada. Se detiene a escasos pasos de donde me encuentro.
- Katniss - me dice en tono serio- siento todo el daño que te hice, de verdad. - Baja la mirada un poco avergonzado y enfadado consigo mismo.
- Peeta, no fuiste tú - le digo preocupada levantando su barbilla para que me mire - Fue Snow, fue su estúpido juego - añado levantando un poco la voz. - Solo quería destruirme y tú fuiste su arma contra mí. Sería yo la que debería pedirte perdón, a la que tendrías que perdonar. Porque sufriste todo eso por mi culpa. - Mi voz se quiebra un poco antes de terminar la frase.
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Lo que no leímos
FanfictionSabemos lo que pasa cuando Katniss y Peeta vuelven al distrito 12, pero no tan detalladamente como nos hubiese gustado. Su acercamiento, sus momentos juntos, etc. Pre-epílogo.