Felicidades Peeta (II)

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Lo he dicho, mi voz a sonado un poco más grave de lo normal pero para nada insegura. Siento su mano en mi barbilla alentándome a que lo mire. Cuando lo hago puedo notar el asombro en su cara. Sus ojos me miran inseguros, pero sus pupilas están dilatadas.

- Katniss, no tenemos por qué hacerlo ahora...puedo esperar lo que haga falta, hasta que estés segura...

- Lo estoy - le digo interrumpiéndolo - de verdad, quiero hacer el amor contigo Peeta.

- No quiero que lo hagas porque sea mi cumpleaños ni nada...

- No, Peeta - le digo seria - no es un regalo de cumpleaños, lo he pensado mucho y no quiero estar controlándome siempre. Pensando en todo lo que hago, sintiéndome mal después por mi comportamiento. Quiero dejarme llevar....Te necesito.... - le digo suplicante. Me mira por un segundo dudoso y serio...Sus labios están entreabiertos y me muero de ganas de lanzarme hacía ellos, pero me controlo para esperar que reaccione.

- Si sigues ahí plantado mirándome me voy a terminar arrepintiendo y ....

No me da tiempo a acabar la frase cuando sus labios están sobre los míos. Sus manos buscan torpemente en mi espalda la cremallera de mi vestido. Me separo con una sonrisa y me doy la vuelta para que tenga más facilidad. Baja lentamente la cremallera acariciándome suavemente la espalda, me vuelvo a dar la vuelta para mirarlo y me saco el vestido sin prisas, deleitándome con su mirada . Su cara es de profundo deseo, tanto que intento taparme un poco. Sé que la noche anterior había dormido solo con el sujetador, pero ahora estoy también en bragas y este conjunto no es que pase desapercibido. Se acerca a mí y coge mis manos para pasear su mirada por mi cuerpo.

- Eres tan....perfecta

- No - le digo nerviosa - no lo soy, estoy llena de marcas, de quemaduras y....

Pone un dedo en mis labios.

- Yo sólo veo lo preciosa y sexy que eres Katniss. Para mi eres perfecta.

Le miro sonriéndole tímidamente, él me devuelve la sonrisa y me besa. Suspiré e introdujo su lengua, saboreándome, sin prisas. Acto seguido tenía las manos en su pelo. Notaba el desbocado latido de su corazón junto a mi pecho. Rodeándome la nuca con una mano y la curva de mis nalgas con la otra me levantó en el aire. Ahora podía notar lo fuerte que era. Siento que me muevo, y cuando me quiero dar cuenta estoy tumbada en el cama con él encima.

Sus manos acarician todo mi cuerpo, una de sus manos sube por mi cintura hasta acariciar suavemente uno de mis pechos. Sin separarme de su boca mis manos vagan por su espalda, su estómago, su cintura y me centro de nuevo en el botón de su pantalón. Esta vez lo desabrocho sin objeciones, aunque bastante torpe. No suelo desabrochar muchos pantalones a menudo, y menos cuando me están besando. - Mierda- , susurro. La cabeza de Peeta está en mi cuello y siento una risita suya cuando me escucha decir esa palabrota. Cuando por fin lo he logrado, tiro de la prenda hacia abajo y Peeta se separa para sacárselo del todo. Rápidamente mi mirada va hacia el bulto de su entrepierna y su perfecto cuerpo, tan lleno de cicatrices como el mío, pero increíblemente sexy. Ahora creo a Peeta cuando me dice que él me ve perfecta. Baja suavemente mis medias y besa mis piernas lentamente mientras vuelve a buscar mi boca. Recibo gustosa el roce de sus labios, su lengua jugando con la mía, succionándola. Una de sus manos se posa en mi pecho y lo acaricia por encima del sostén, apretándolo. Una de mis manos se posa en su trasero, al principio noto mi corazón a mil por horas, pero la suavidad con la que Peeta me toca hace que todo mi cuerpo se estremezca y me relaje completamente. Se inclina hacia mí y me gira para que yo quede encima de él. Cuando nuestras caderas chocan ambos soltamos un gemido ronco, puedo notar totalmente su sexo contra el mío, duro y palpitante. Sus manos buscan a tientas el broche de mi sostén, lo desabrocha y la prenda cae suavemente por mis brazos. No sé que me incomoda más, si estar desnuda ante él o la profunda mirada que me dedica. Estoy segura de que podría salir ardiendo en cualquier momento y no importarme. Siento mis mejillas arder cuando sube una mano hasta mi cara y me acaricia suavemente el pómulo. Me acerco de nuevo a él para besarlo, sus manos acarician mis nalgas por encima de las bragas y no puedo evitar moverme contra su entrepierna. Un gemido sale de nuestras bocas y Peeta comienza a morder el lóbulo de mi oreja mientras continúo con los movimientos pélvicos. Su boca vuelve a buscar la mía. Me encanta el modo que tiene de besarme, como si fuese a enloquecer. Pasa las manos por mi espalda desnuda y yo jadeo dentro del beso sintiendo el empuje de su erección contra mi sexo. Le lamio dentro de la boca, le mordisqueándole el labio inferior, acariciándole toda la lengua con la mía....

Lo que no leímosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora