Conversación con Effie

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Cuando noto los rayos de sol dándome en los ojos, los abro. No sé qué hora será, pero supongo que será tarde. El cielo esta de un celeste vivo, sin ninguna nube que lo enturbie, al menos eso es lo que puedo ver desde la cama. Vuelvo la cabeza y veo que Peeta ya se ha marchado a la panadería. Bajo las escaleras y me dirijo a la cocina. En la mesa veo un papel y un par de llaves.

El papel es una nota de Peeta, la cojo y la leo.

"Buenos días preciosa. Me ha sido difícil separarme de tu lado esta mañana, pero soy un chico con obligaciones y al final he tenido que hacerlo. En el horno te he dejado algunos bollos para desayunar y las llaves son una copia de las de mi casa, para que salgas y entres cuánto quieras. Nos vemos después. Te quiero

P.D: Echaré de menos tus besos chica en llamas...."

Casi puedo notar como el rubor empieza a asomar en mis mejillas, no sé por si es por lo de los besos, porque no me acostumbro a sus "te quiero" o simplemente por qué me acuerdo de todo lo de anoche. Yo también echaré de menos los tuyos, pienso.

Me preparo un café y unto mantequilla a uno de los bollos. Mientras estoy mordiendo la tostada no puedo evitar pensar en Peeta, en su manera de besarme, de tocarme...sus manos recorriendo mi cuerpo, su voz ronca y el gemido que salió de sus labios. Creo que es el mejor sonido sin duda que he escuchado en toda mi vida. " He pensado en hacerte el amor esta noche..." esas palabras se han llevado toda la noche dando vueltas en mi cabeza. En otras circunstancias o hace un par de meses esto me habría dejado trastornada de por vida, habría salido huyendo, alejándome de él...pero anoche no me escandalizó tanto cómo se suponía que debía haberlo hecho. Sí que me quedé un poco en shock, porque no me lo esperaba en absoluto. En las relaciones es algo normal, claro...pero se supone que yo no iba a hacer nada de eso, a pensar en nada que tuviera connotaciones....sexuales....y aquí estoy, debatiéndome con mis hormonas que se empeñan en pelear con mi parte racional y mandarla al cuerno cada vez que estoy con Peeta. Me voy a volver loca con tantas sensaciones juntas.

Termino de desayunar y recojo todo lo que he utilizado para el desayuno. Los días que pasé aquí con Peeta mientras se recuperaba del dolor de espalda me sirvieron para observar con más detenimiento su casa, sus detalles, los recuerdos, las fotos...Subo las escaleras en dirección a la habitación que pertenecía a sus padres y me detengo a observar la foto que más me gusta. Es de Peeta cuando solo tendría unos 5 o 6 años, en esa cómoda hay una foto de él y otros dos marcos con fotos de sus hermanos. Venía a ver la foto todos los días que estuve aquí, se ve tan angelical....recuerdo que Peeta me dijo que se había enamorado de mi cuando tenía cinco años, supongo que esta foto es de esos años. Miro su pelo rubio, sus ojos azules y la sonrisa de inocencia que transmite la foto. Ahora tiene la misma cara, sólo que sus facciones se han intensificado más, ahora es un....hombre. ¡Y qué hombre...!, pienso. Que años aquellos en que la única preocupación era no mancharme la ropa de barro para que mis padres no me castigaran, sobre todo mi madre. Me gustaba meterme en todos los charcos que había de camino a casa desde la escuela.

Estas casas son muy grandes para vivir solo una persona, me digo mientras me dirijo a la habitación de Peeta a hacer la cama. Me pregunto si él también ha sentido esa soledad. No me importaría que Peeta quisiera venirse a vivir a mi casa o yo a la suya... aunque quizás eso sea un poco precipitado...tal vez no le guste eso de compartir casa antes del matrimonio o sea incómodo ahora que estamos empezando la relación. Pero podría preguntárselo...o sacarle el tema...

Salgo de casa de su casa y cierro la puerta utilizando sus llaves. Cuando llego a mi casa tomo una ducha y me cambio de ropa. Al abrir el armario mis ojos se detienen en los cuatro vestidos de novia colgados en un rincón. Paso mi mano suavemente por cada uno de ellos, apreciando las texturas, la delicada tela y la pedrería...son tan bonitos, que es una pena tenerlos aquí. Si algún día me casara me gustaría llevar alguno de éstos, por Cinna, por creer en mí cuándo ni yo misma lo hacía.

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