¡Ha vuelto!

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(Katniss abre la puerta y ve a Peeta con las primroses, éste le dice que son para plantarlas en memoria de su hermana). Esto corresponde al libro, a continuación, empiezo con la historia, desde mi punto de vista y cómo me hubiese gustado que fuera. 

Cierro la puerta y me apoyo en ella. Un bonito detalle, pienso. Y siento como una pequeña chispa intenta hacerse hueco en mi oscuro y deprimido corazón. Ha vuelto, de todos los distritos ha vuelto al que tantos malos recuerdos debe de traerle. Sin su familia, solo. Conozco esa sensación, aunque al menos, en la distancia, yo tengo a mi madre. Haymitch se alegrará de tenerlo de vuelta, siempre se han llevado bien. En ese momento me doy cuenta del desagradable olor que desprendo, y pienso en la mirada de Peeta al verme. Debo de estar horrible. No recuerdo haberme duchado mucho desde que volví del Capitolio. 

Lleno la bañera de agua caliente y dejo que el calor me envuelva por unos ¿minutos?, ¿horas..? No lo sé a ciencia cierta, pero el agua ya está medio congelada cuando decido salir. Quizás hasta me haya dormido ahí dentro. 

Me pongo unos pantalones, una camisa, las botas de Cinna y empiezo a trenzarme el pelo. Algo me lleva a detenerme. Mi reflejo en el espejo. Parece que nada ha cambiado en mí.  Si no fuera por los surcos y quemaduras que recorren mi piel, o las ojeras que hace días se instalaron debajo de mis ojos, sí que quizás me viera como la antigua Katniss. Desecho entonces la idea de la trenza. Me trae malos recuerdos. Por lo que opto por dejarme el pelo suelto. Cojo el carcaj, las flechas y mi saco para guardar las presas. Paso por la cocina y agarro una galleta, posiblemente tendrá bastante tiempo porque está reblandecida. 

Me dirijo al bosque, ya va siendo hora de retomar mi afición a la caza y afrontar que lo pasado, pasado está. Se me hace raro cazar sola, sin Gale.  Involuntariamente, pasan por mi mente algunos de los momentos que compartimos aquí. El no a querido volver, como otras muchas personas del 12 que se han ido a otros distritos, ahora está en el 2, y espero que le vaya bien allí. Por un momento el recuerdo de mi hermana oscurece mis buenos pensamientos hacía él, así que los aparto y me dedico a mi tarea. Casi está anocheciendo cuando vuelvo a casa. El rugido de mi estómago me dice que no tengo nada de alimento en el cuerpo y que las ganas de comer han vuelto. 

Cuando cruzo la Aldea de los Vencedores, dirijo mi mirada hacia la casa de Peeta. La luz de la planta inferior está encendida y sale humo de la chimenea. La idea de llamar a su puerta cruza por mi mente, pero quizás él también necesite su espacio, no quiero incomodarlo. Cuando estoy subiendo los escalones que llegan a mi puerta veo una pequeña cesta de mimbre con una nota encima, abro la cesta y veo seis panecillos de queso y cuatro magdalenas. El olor me provova otro rugido en el estómago. Entro en mi casa, dejo las flechas y el carcaj en el recibidor. Ya no tengo que esconderlo en el hueco de un árbol. Ese pequeño detalle me hace esbozar una sonrisa. Me dirijo a la cocina para depositar la cesta y mi bolsa de caza con ocho ardillas y cuatro conejos dentro. Mañana la repartiré con Peeta, Haymitch y Sae. Es mucha comida para mí y se estropeará enseguida. Cojo la notita que estaba encima de la cesta y la leo, confirmo lo que ya había sospechado al ver los panecillos y las magdalenas, es de Peeta."Hola. He estado horneando panecillos y magdalenas y he recordado cuanto te gustaban los de queso. Me he pasado por tu casa para dejártelos pero no estabas, supongo que estarás en el bosque. Espero que los disfrutes y que te lo comas todo. Por lo que vi esta mañana se te ha olvidado que COMER es una necesidad. Saludos Peeta. Pd: Te he echado de menos." Esa última frase me hace sonreír, en realidad toda la nota me ha hecho sonreír. Siempre ahí, pendiente de mí. Me alegra saber que aunque el capitolio intentara arrebatármelo,  esté volviendo a ser el mismo de antes. Leo de nuevo la última frase: Te he echado de menos. Eso me hace pensar que tal vez aun podamos ser amigos. Aunque después de todo lo que hemos vivido...¿podríamos llegar a ser solo eso?. No sé que pasará con nosotros, pero supongo que es algo que tendré que ir descubriendo día a día. De lo único que estoy realmente segura, es del hambre que tengo y lo bien que huelen los panecillos de queso. Panecillos que pensé que no volvería a comer nunca más.  

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