Felicidades Peeta (I)

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Me despierto como cada mañana cuando los rayos de sol se cuelan por la ventana, tengo la sensación de que es tarde. Con todo el ajetreo de ayer casi ni he podido descansar, así que no me extraña..... vuelvo la cabeza hacía el lado dónde hasta hace unas horas estaba Peeta. Veo su silueta aun en las arrugas de las sábanas y suspiro..... Peeta....¡Peeta!, ¡Hoy es sábado!. Doy un salto de la cama. ¡El cumpleaños de Peeta es hoy! y aun no he preparado nada.

Hago la cama y me apresuro a bajar a la cocina para tomar algo. Encuentro la nota de Peeta dónde siempre, aunque una vez que la abro veo que es un poco escueta.

"Buenos días preciosa. Te dejo bollos de queso en el horno. Después nos vemos."

Miro extrañada la nota, quizás hoy sea un día para él cargado de recuerdos, y si encima cree que yo no sé nada de que es su cumpleaños.... pensará que soy la peor persona del mundo.

Me como uno de los bollitos mientras intento pensar en cómo planear lo de esta noche. El primer paso es decírselo a Peeta, claro, y dudo entre ir a la panadería a comentárselo o dejarle una nota. Al final opto por lo último, así pierdo menos tiempo además de llevar a cabo otra idea que se me ha ocurrido.

Subo a su habitación y saco de armario la ropa que más me ha gustado. Se la dejo bien puesta en la cama junto con una nota.

"Te espero a las 8 en mi casa y con esta ropa. Sé puntual. Con amor, Katniss"

Salgo de casa de Peeta y me dirijo a la mía. Cuando llego me pongo a leer los libros de cocina de mi madre, quiero prepararle algo especial y en la cocina mis capacidades disminuyen. Al final después de estar casi una hora ojeando los libros elijo un puré de patatas y zanahorias de primero y de segundo filete de ternera con guarnición de judías. Menos mal que cogí los bollos de queso que me había dejado Peeta porque al final casi se me ha juntado el desayuno con el almuerzo y sólo me ha dado tiempo de prepararme una sopa.

Además de la cena preparo una tarta de limón, no es tan perfecta como las que hace Peeta, pero no me ha quedado mal, oler huele muy bien. Dudo en decorar un poco el salón, pero me parece bastante infantil, no creo que esté de humor para celebrar mucho. Tampoco he pensado en que podría regalarle, tiene todo lo que necesita y dinero suficiente para lo que le haga falta. Así que al final me decido a escribirle una carta. Siempre se me ha dado mal eso de hablar, de abrirme a él. En la carta podría expresarme mejor así pues, me paso toda la tarde exprimiéndome la cabeza para acabarla a tiempo e intentar reflejar en ella todos mis pensamientos.

Espero que a Peeta no se le haga tarde, tendría que habérselo dicho en persona, me riño. A lo mejor tiene que quedarse hasta tarde, recoger...infinidad de cosas que se me pasan por la cabeza. Me miro una última vez en el espejo. He sacado uno de los vestidos de Cinna del baúl, al abrirlo he sentido tantas emociones: su recuerdo, su apoyo, la fuerza que me transmitían cada una de sus palabras... supongo que la ocasión lo requiere. El vestido es gris oscuro con pedrería en el cuello, de mangas largas y por la rodilla. No sé como acabara la noche, pero debajo llevo puesto un conjunto de encaje negro. Me ruborizo cuando me veo con él puesto, no me queda mal, pero no estoy acostumbrada a verme así. Me imagino la cara de Peeta cuando me vea con él y eso me pone de los nervios. ¿Qué me vea?...no sé porque se me ha ocurrido ponérmelo, o quizás sí. Estos días atrás hemos estado frenando cada caricia, cada beso.... A lo mejor es un poco pronto para estar con él de esa manera, pero hemos pasado por tanto y tengo tanta confianza en él, que me parece correcto dejarme llevar. El tiempo pasa demasiado rápido para no hacer lo que se quiere. Empecé a tomarme las pastillas el mismo día que las compré, así que todo irá bien. Effie me ha llamado para ver que tal iba con la organización de la velada, que Haymitch le había dicho que hoy Peeta estaba un poco triste. Normal, primer cumpleaños sin su familia. Nunca he celebrado el mío, pero supongo que cuando llegue me sentiré mas o menos igual, aunque claro, yo aun tengo a mi madre. Siento un desasosiego en el estómago y sacudo la cabeza para alejar esos pensamientos de mi mente.

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