¿¡Porqué había dicho eso!? Estuve a punto de golpearme la cabeza contra una de las grandes piedras que envolvían el lago.
- Hola. - me asustó una voz.
Me giré, era Dave. Madre mía, ha tardado medio minuto.
- Hola. Esto... olvida lo de antes. - dije avergonzada. ¿Porqué me avergüenzo? Yo nunca me avergüenzo. Espera, ¿porqué me hago todas estas preguntas? ¿¡Porqué estoy nerviosa!?
- No puedo olvidarlo. - se pasó la mano por la nuca.
- Pues hazlo. - dije sécamente. Él suspiró.
- ¿Me necesitabas, verdad?
- Sí. Bueno, ya no. Me voy. - cuando pasé por su lado con la intención de volver a casa, él me cogió el brazo.
- Espera. No te vayas. - suplicó. Me volví hacia él.
- Suéltame. - le ordené. Intenté librarme de él pero era imposible.
- ¿Puedes escucharme, por favor? - al final, cedí. Después de varios suspiros.
- ¿Qué? ¿Hablas? - pregunté.
- Yo... quiero estar contigo. - puse los ojos en blanco.
- No opino lo mismo.
- ¿Puedes, por un momento, deshacerte de la estúpida máscara de chica mala con la ocultas tu verdadera identidad? - se puso nervioso.
- No es ninguna máscara.
- Sé como eres en realidad. ¡No eres tan mala persona! - gritó.
- No me grites. - dije lentamente.
- Dáme la razón. Sabes que la tengo. - me reí.
- No - se acercó mucho (demasiado) a mí -. ¿Qué haces?
No podía moverme. ¿Qué me está haciendo?
- Quiero que te dés cuenta de como es la verdadera Jodie. - pegó su frente a la mía y le miré a los ojos. Algo raro para mí.
- ¿Crees que no sé como soy realmente? - se acercó más e instintivamente, cerré los ojos.
Él se apartó y sonrió. Idiota.
- ¿Lo ves? Me das la razón.
- ¡Estás loco! - grité.
- Sh... No te alteres. - me cogió por los hombros.
Entonces, una Jodie vengativa, le cogió por el cuelló y acercó sus labios. La Jodie normal, le besó.
- ¿Porqué has hecho esto? - preguntó. Su aliento a cebolla me estaba matando así que me aparté, bueno le empujé -. ¿Y porqué sonries?
- Lo tenía que hacer. - seguí con una sonrisa malévola en los labios.
- Me voy. - anunció.
- Adiós, amor. - le lancé un beso y le guiñé un ojo. Lo decía de mentira, obvio, ¿no?
Haber, es obvio. Él no me gusta. ¿Porqué no me gusta, verdad? ¿Verdad, Jodie? Y tampoco he sentido nada cuando le he besado, ¿no lo he hecho, no? ¿Jodie?
- ¡Soy tonta! - grité y golpeé el banco con el pie.
- No lo eres. - me asusté. Reconozco esa voz incluso mejor que a mi madre. Aiden. Me giré lentamente, demasiado lenta.
- ¿Qu... qué haces a... aquí? - balbuceé. "Tonta, lo que yo decía".
- Hablar contigo. - sonrió. ¿No podía dejar de sonreir? Porque si no dejaba de hacerlo, le pegaría por volverme loca.
- Ah. ¿Y sobre qué? - "¿Enserio? Soy patética".
- Sobre... tú... yo... nosotros. - balbuceó.
"¿Porqué balbuceamos? ¿Porqué no paro de decir porqué? Aw, otra vez". Me pegué.
- ¿Qué haces? - se rió Aiden.
- ¿Qué me quieres decir? - puse los ojos en blanco.
- No me caso. - sonreí involuntáriamente. Al percatarme, me obligué a mí misma no sonreír.
- Vaya... qué pena. - se rió. Le pego, le pego como vuelva a hacerlo.
- No mientas, se te da mal.
- Que va. Y para de reírte o te pegaré.
- Vale, fiera. - sonrió.
- No, no. Tampoco sonrías. Me volverás loca. - sacudí ligeramente la cabeza.
- Ya estás loca. - echó la cabeza hacia atrás y miró las nubes. Le imité.
- ¿Te acuerdas cuándo nos pasábamos horas mirando las nubes y decíamos a qué nos recordaban? - dije con añoranza.
- Sí. Me encantaba hacerlo. - sonrió.
- ¡Te he dicho que no sonrías! - grité.
- Esa nube se parece a ti. - señaló una nube.
- Se parece a un gato.
- No. Mira: es una nube débil con aspecto valiente. - le miré.
- Y esa a ti. - señalé al cielo sin dejar de mirarle.
- ¿Porqué? - me miró.
- Es una nube confusa con aspecto seguro.
- Más bien creo que es una nube enamorada de alguien con aspecto a fingir estar enamorado de otra persona. - miró al cielo.
- Lo haces difícil tú solo. Lo sabes, ¿verdad? - miré a las nubes yo también.
- Lo sé. Pero no es tan fácil.
- Sí, lo es. - se acercó a mí.
- Te juro que después de esta tormenta, vendrá el arcoiris. - me aparté.
- Nunca he visto un arcoiris. - seguí mirando el cielo.
- Eso no es verdad. Me ves a mí todos los días. - sonreí.
- Idiota. - nos reímos.
- Prométeme algo.
- ¿El qué? - dije aún riendo.
- Que jamás te separarás de mí. - dejé de reirme.
- Te lo prometo. Aiden...
- Jodie... - me imitó.
- ¿Cómo estás de tu...? - su enfermedad, de su enfermedad.
- Bien. Supongo. Confío en los médicos - rodé los ojos -. Puede que tal vez tengan razón. Llevo ya 16 años en tratamiento.
- Me alegraría... - tosí -. Me alegraría mucho que te recuperaras. - seguí tosiendo.
- ¿Estás bien? - se incorporó del suelo.
- Me duele el pecho. - me cogió de las piernas y de la cabeza.
- Mierda. Voy a llamar a una ambuláncia. Te llevaré a casa.
Corrió hacia mi casa. De lo que ocurrió después... no me acuerdo.

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La vida de Jodie
Genç KurguJodie es una chica... diferente. Muy diferente. Ella es fría, insensible, distante y no muy femenina. Pero hay alguien que la hace ser todo lo contrario. Cuando Jodie y Aiden están juntos, todo es mejor. Se olvidan de sus problemas y de sus penas. E...