Noté que me quitaba las manos de los ojos con suavidad. Lo miré, estaba muy cerca de mí, sentado.
—Siempre me he preguntado si no es molesto eso —señalé su miembro.
—No mucho —se encogió de hombros—. Supongo que será como vuestros pechos.
—Entonces no lo es. Correr con ellas es un sufrimiento.
Hizo con un gesto de mano que dejase el tema, cogió mi mano y la acercó a su miembro. Intenté apartar la mano, pero él lo evitó sujetándome con firmeza la muñeca. No sé cómo describir la sensación que me dio tocar su... su... cosa, ya sabéis. Era como algo suave, duro, pero blando a la vez. Suave no era, vale, pero era... no sé, era raro, muy raro. Una extremidad muy rara, algo grotesco. Las manos, o los pies, mismamente, tienen más belleza que... eso.
—¿Te da asco? —acertó Axel a decir.
—Has dado en el clavo —asentí con la cabeza y arqueando las cejas, aún con la mano en sobre su miembro—. Me da asco esa cosa.
—Yo la veo muy bien, es prácticamente perfecta —tuve que reprimir una risa por lo que dijo. Además, cuando lo mencioné, apartó mi mano y se la miró con detenimiento—. Lo dicho, está limpia y es preciosa.
—Estáis locos los tíos —suspiré y me acerqué la mano al pecho, como para protegerla.
—Ni que vuestra "zona íntima" fuese una belleza —comentó con burla, haciendo el signo de comillas con los dedos—. Además, hay tíos que la tienen pequeña, muy fina...
—¿Quieres callar? —le grité empujándolo por el hombro—. ¡No quiero saber cómo la tienen los demás tíos!
—Pensaba que te vendría bien una clase de sexología —se encogió de hombros y me tumbó en la cama con lentitud.
—No lo necesito —refunfuñé y crucé los brazos.
—Ssh —me separó las piernas con ambas manos. Yo no ofrecí resistencia.
Deslizó una mano por el interior de mi pierna y comenzó a ascender, poco a poco, acariciándome la pierna con las puntas de los dedos. Llegó a mi "zona íntima", como él la había llamado, y me tocó con un dedo sobre el culote. Hice un ruidito raro con la boca y él siguió. Introdujo la mano en mi braga y lo recorrió todo con un dedo, hasta introducirla en mi entrada ya húmeda.
Comencé a gemir con suavidad mientras él introducía otro dedo en mi vagina. Me besó en el cuello, suavemente. En varios puntos del cuello creo que me hizo chupetones, pero no fui muy consciente de ello. Estaba demasiado pendiente de lo que él hacía.
—Ah... —suspiré en cuanto me corrí por culpa del par de dedos que Axel había introducido en mi sexo.
—¿Bien, no? —preguntó con curiosidad.
—No... preguntes... esas cosas en un momento como este —le reprendí, respirando entrecortadamente.
Extendí ambos brazos sobre la cama y continué respirando profundamente.
—¿Qué quieres? —le espeté en cuanto me di cuenta de que seguía mirándome.
—Yo también quiero —respondió con voz infantil.
—Ah —añadí. No tenía intención de hacerle nada. Qué asco. Qué asco. Además, yo no le había pedido que me hiciese nada—. ¿Y?
—Pues... que yo también quiero —volvió a repetir con la misma voz de urgencia.
—Hazte una paja como ayer —y le lancé las bragas que llevaba puestas—. ¿Te valen esas? Tienen un fuerte aroma a mujer.
—Por favor —me rogó con cara de cordero degollado—. Si no te gusta, no te pediré que vuelvas a hacerlo.
—No me lo pidas con esos ojitos —le corté. Es que era imposible decirle que no con esos ojitos.
—Es fácil, yo te guío.
—¡Espera, no te he dicho que sí! —pero él ya me había cogido una mano y me había agachado. Apoyó su espalda en la cabecera de la cama y me arrastró hasta esa posición.
Me dijo que podía apoyar una mano sobre su miembro, lo hice. Comencé a deslizar mi mano sobre su "cosa", por muy desagradable que me pareciese. Él gimió suavemente y yo seguí haciendo. Acerqué mi cara a su miembro y lo introduje en mi boca. Era tan grande que casi no entraba. Humedecí su pene con mi saliva y comencé a juguetear con la lengua. Deslicé su miembro por mi boca y acompañé el movimiento con una mano.
De repente, él se tensó y noté un líquido pringoso en mi boca. Me aparté al momento, asqueada por el sabor que tenía.
—Para ser novata eres muy buena —comentó él con una sonrisa exhausta.
—Ge aghco —me quejé mientras escupía el semen de mi boca—. Ge puzdo asgco —pensaba que me iba a dar una arcada.
—Ays, no es para tanto, Lía —me respondió con aburrimiento.
—Ya, lo que tú digas —expulsé todo lo que pude de la boca, pero tuve que tragar lo que aún quedaba—. Deberías intentar probarlo un día de estos, ¿no crees?
—No sabe mal —comentó después de untar un dedo en el líquido blanco que había escupido sobre las sábanas—. No sé de qué te quejas.
—Puto guarro —me dieron arcadas—. Qué asco, en serio.
—Bueno, ¿seguimos?
Lo siguiente pasó rápido, no recuerdo muy bien cómo, exactamente. Sé que él me tumbó en la cama, me abrió las piernas y me las dobló. Deslizó un dedo por mi sexo húmedo y puso mis piernas sobre sus hombros.
Lo siguiente debería haber sido hacer el amor, pero no sé por qué, Axel se retiró.
—Tienes una cara terrible de asustada. Ni que te fuese a violar —comentó sacudiendo el pelo de su nuca con la mano—. Creo que lo dejaremos así por hoy —añadió antes de largarse corriendo al piso de abajo.
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Inazuma Eleven - El síndrome de Estocolmo - Axel [Lemon]
FanfictionElla fue sorprendida saliendo del baño. Él la sorprendió colándose en su casa. Ella tenía carácter. Él, una pistola. ********* Retenida en su propia casa, Lía convive a la fuerza con su "secuestrador" que se esconde en su casa. ¿Qué pasará con ambos...