Asqueroso ¬¬

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Intentaba centrarme en la tarea de encontrar el teléfono móvil de Edward. Probablemente fuese una tarea difícil de día, por lo que de noche era el doble de complicado. Además, un bolsillo masculino podía ser peligroso. No sólo por lo que contenía, que también era sospechoso, si no por la incómoda situación que se creaba. Edward seguí completamente borracho, por lo que no sentía el frío que hacía y seguía terriblemente feliz, diciendo que era tan sexy que no podía contenerme para meterle mano.

—Uyy, Lía, no me imaginaba que fueses tan lanzada —le entró una risa maquiavélica que a mí me dejó helada.

—Centrémonos, Edward, haz el favor —le dije en un suspiro—. No sé si serás consciente, dado lo borracho que estás, pero ha habido un encuentro problemático entre Axel el mastodonte y un segundo Axel. Uno de ellos es un asesino follador, pero no hay ningún grave peligro, por supuesto.

—Ese soy yo —otra risa tonta—. Mira, yo te ayudo.

Por un momento pensé que me ayudaría a buscar el móvil en sus bolsillos, pero cuando vi que sus manos se dirigían a la bragueta del pantalón, supe por dónde iban los tiros.

—Jajaja, Edward, buena broma —negué repetidamente con la cabeza mientras cogía sus manos con las mías, evitando que se bajase la cremallera—. Creo que en estos momentos necesitamos otro tipo de cosas.

—Es verdad, este no es el momento —cerró los ojos momentáneamente y alejó sus manos de la cremallera. Se me iluminaron los ojos. Tonta de mí. Esa no era su intención—. Vayamos a un sitio más cómodo. ¿Por qué no volvemos a tu casa? Estoy seguro de que hasta una renacuaja como tú tiene una cama normal donde poder hacer ciertas cosillas.

En cuanto vi su sonrisa libidinosa no pude evitar pegarle un puñetazo. Esperaba que así al menos espabilase y dejase de tener ganas de... ya sabéis, hacer cosas de adultos.

—Vaya, qué rebelde, Lía. No pensaba que tendrías carácter suficiente como para negarte a mi idílica imagen —lo que realmente no me esperaba era su reacción. Sabía de sobra que era orgulloso, egocéntrico y gilipollas. Pero no cabía en mi mente que estuviese dispuesto a violarme en el puto bosque, en medio de ningún lado.

Quise cogerlo de la mano para echar a correr a algún lado, no sabía a donde, pero a cualquier lugar alejado del monte. Quizás si nos dábamos prisa pudiésemos coger el autobús que pasaba cada hora por una parada algo alejada de mi casa. Pero cuando cogí a Edward de la mano, él me rodeó con su mano el brazo y me agarró fuertemente. De un fuerte movimiento, me colocó frente a él y apoyó mi espalda sobre un árbol de forma muy ruda. Con una sola mano cogió mis muñecas y me subió las manos por encima de la cabeza, haciéndome imposible el moverme. Con una rodilla colocada entre las piernas, me sujetaba y me las separaba. Con la otra mano libre empezó a sobarme el pecho y me dio besos asquerosamente húmedos por el cuello. No se veía nada, pero yo sé que me hizo chupetones. Estaba claro.

—Edward, para. No es momento para esto —me asustaba la situación. No tenía pinta de estar muy habituado a beber y yo no lo conocía mucho, por lo que no sabía qué tipo de reacciones tendría.

Mientras intentaba separarlo de mi cuerpo, hacía ruidos parecidos a los gemidos, los cuales daban mucha pena. Bebido o no, su experiencia en el sexo era nula. Metió mi mano por mi pijama y se ensañó con mis pechos. Edward podía parecer un espagueti de lo delgado que era, pero al final, algo de fuerza tenía. Como no paraba de ofrecer resistencia, parece que se mosqueó y se cansó de sobarme el cuerpo. En cambio, aún con mis muñecas sujetas por una única mano, se bajó la bragueta y me hizo arrodillarme. Sabía qué venía. Con rapidez, algo caliente salió del agujero recién abierto. No encontraba nada más asqueroso que lo que Edward quería que hiciese. Aun así, como obviamente tenía mucha menos fuerza que él, poco podía hacer para evitar lo que vendría. Ni aunque gritase, nadie vendría. Aun así, decidí que no perdía nada. Quizás pasase como en las películas o libros, donde la protagonista indefensa es salvada en el último momento por su príncipe, aunque en este caso dudaba de quién era mi princeso. De cualquier forma, me serviría para desahogarme.

—¡¡¡NOOOO!!! ¡¡¡AAAAXEEEEL!!! —el porqué grité su nombre es un misterio todavía. Puede ser que en mi interior quería seguir pensando que Axel no era un asesino ni me iba a hacer nada, que no era mentira todo lo que habíamos vivido en esos últimos meses. Pero a pesar de que gritase, no fue posible evitar que Edward metiese su "cosa" en mi boca. Decidí no tragar saliva, para no saborear ese asquerosa sensación que me penetraba. Respiré pausadamente, y no pensé en nada. No era la primera vez que tenía que hacer esto, así que había idea un método para hacer lo menos desagradable el momento. Aunque nada quitaba que fuese asqueroso.

El chico toca-flautas comenzó a mover sus caderas arrítmicamente, puede parecer mentira que un músico no pueda seguir un ritmo, pero como ya expliqué, Edward no tenía pasión ni sentimientos, y con la poca experiencia que tenía en el amor, la técnica era deficiente. Pero eso no lo privó de correrse en mi boca con fuerza, mientras yo cerraba mis ojos, esperando que eso terminase cuanto antes, aunque ya sabía, en el fondo, que eso sólo acababa de empezar. Después de sujetar con fuerza mi cabeza y gemir tristemente varias veces, por fin sacó su salchicha de mi boca y pude escupir todo el líquido pegajoso. Pensaba que tendría que terminar por tragarlo, si hubiese tardado algo más. Recuerdo que una vez Axel me obligó a tragarlo. Después de haber estado con mi boca y haber descargado todo su semen en mí, no retiró su cosa de mi boca, por lo que no podía respirar. Le pareció divertido, así que permaneció durante un tiempo así, retándome. Como fui incapaz de moverlo y hacerle sacar salami de mi boca, tuve que tragar. Axel sonrió triunfante y me dejó ir.

Estaba claro que mis experiencias sexuales no eran muy placenteras, pero no había nada que hacer.

En eso andaba pensando, cuando me cogió una pierna y me la alzó. Edward se colocó a mi espalda y apoyó la otra mano en un tronco de un árbol. Por fin llegábamos al final. Después de esto, con suerte, podría largarme.

—No sabes cuánto te he deseado, Lía —me susurró al oído.

—No me interesa mucho, la verdad —le respondí sudando—. Realmente, prefiero que me dejes en paz.

Noté que su salchicha intentaba entrar en mí, así que volví a gritar, por si los cielos me escuchaban, cuando oí pasos cercanos a nosotros. Me alivió saber que no estaba sola, pero cuando dos personas completamente idénticas nos enfocaron con una linterna, mi ilusión se fue a la mierda. Sabía que no estaba a salvo ya. Puede que no me ayudasen los dos Axeles, incluso puede que se uniesen al idiota de Edward. Como en pocas ocasiones, tuve ganas de ponerme a reír a y a llorar a la vez.



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Holaaa, pequeñas mentes vicioshillas y cabronaaas ;))

La última vez os dije que escribiría cuando hubiese alcanzado 30 votos. Y como buenos seguidores que sois, ¡el primer día lo conseguimos! D: Está claro que sois mala gente, sabiendo como sabéis que soy una vaga, me habéis obligado a escribir T.T  Pero como sabéis, soy buena gente, así que he tenido que cumplir lo prometido.

Por eso, para la siguiente parte, os exijo 40 votos. Así sé que esperaré más y podré vaguear más tiempo. Así que, queridas mentes pervertidas, a ver si dejáis de putearme xd

Inazuma Eleven - El síndrome de Estocolmo - Axel [Lemon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora