El juego VI ¬¬

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—Lo dicho, no pasaba nada, hermano. Hiru se ha tranquilizado al verme. Se ve que me quiere, Lía —me comentó, mirándome, con una sonrisa. Me fijé en sus manos, enrojecidas, y en su brazo, donde tenía un gran arañazo. Me esperaba lo peor.

***Flashback***

Finalmente Axel se terminó de vestir y salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

—Bueno, ¿qué opinas de Axel, querida? —me preguntó Alex sentándose del revés en la única silla que había en la habitación. Le miré confundida y asombrada, tantas cosas a la vez...—. Sí, no te hagas la sorprendida. Sabes que él es Axel. Yo también lo sé, él lo sabe. ¿Para qué mentirnos? Me pregunto qué es lo que estás pensando en estos momentos. ¿Le odias, me odias más a mí, acaso? ¿Qué es lo que crees que sucede aquí?

No le respondí, seguí muda, deseando que pasase todo rápido.

—Por lo que has visto, parece que soy yo la mente pensante, malvado y cruel. El retorcido hermano que hace que su inocente hermano cometa los delitos que él diseña con cuidado —estalló en carcajadas—. Me encanta, en serio, me encanta. Lo hace fenomenal. Lo controla todo.

—¿En realidad... es Axel quién tenía todo ideado? —pregunté con cautela.

—Quién sabe. Puede que haya sido yo, puede que haya sido él... Da igual. Somos prácticamente lo mismo. ¿Acaso alguien más que nosotros nos diferencia? —se encogió de hombros y apoyó la barbilla en el respaldo de la silla.

—Lo sois, sois muy diferentes. Hay un mundo entre vosotros dos.

Mi comentario volvió a hacerlo reír.

—Y, obviamente, él será el amable y cariñoso joven adorable, ¿cierto?

Cada vez sus comentarios me asustaban más. ¿Sería realmente Axel el que estaba detrás de todo?

—Lo que sí te puedo asegurar es que era yo quién tendría que haber estado aquel día, no él. Decidió cambiar los planes y vino por su cuenta aquí. No supe nada de él, pensaba que lo habrían detenido o algo. No me llamó ni me dijo qué debíamos hacer. Después me enteré de que estaba aquí, contigo. Fue irónico. De las pocas veces que decidía hacer personalmente un trabajo. No sé qué vio en ti cuando te elegimos. Luego, fue triste que me pillasen. No creía que hasta en ese pueblo supiesen de mí. Tonto de mí al ir a comprar la puta cuerda a la ferretería. Al menos conseguí escapar —sonrió con malicia—. Y aquí estoy, a punto de completar la siguiente víctima de nuestra gran lista. Deberías estar orgullosa. Vas a ser la primera de la que nos encarguemos ambos a la vez. Cómo tarda mi heramno —me miró a los ojos durante unos segundos, sin decir nada y después los dirigió a la puerta—. Vaya, se ha callado tu perro.

No dijo nada, pero al de unos segundos, entendí lo que decía.

—¿No... lo habrá hecho, no? —le pregunté asustada.

—Quién sabe. Podemos matar sin remordimientos a mujeres, ¿qué será para él un perro? —se encogió de hombros sonriendo.

Me levanté y me dirigí a la puerta. Estaba a punto de alcanzarla cuando noté que Alex me inmovilizaba desde la espalda, sujetando mis muñecas tras mi espalda.

—No voy a esperar a que llegue mi hermano. Me correspondías a mí. En cambio fue él quien te quitó la virginidad. Me las pagará con creces —dijo con una risa que rozaba la locura.

Noté cómo su pene era apretado contra mi pierna con fuerza, erecto y listo. Con una mano guió su miembro a mi trasero, ya listo para ser usado. Intentó introducir la punta, pero costaba que avanzase. Hizo que nos acercáramos a la mesa, donde estaba el bote de lubricante. Se echó bastante en su miembro y los expandió uniformemente por él. Volvió a intentarlo. Esta vez comenzó a introducirse lentamente en mí, produciéndome un horrible dolor, a la vez que una extraña sensación, no tan desagradable.

Ambos teníamos la respiración entrecortada. Al fin había entrado completamente. Ambos nos apoyamos en la mesa y él comenzó a mover sus caderas, deslizando su miembro en mi interior. Sentía una increíble sensación de placer y dolor simultáneamente. Debido a la estrechez de mi cuerpo, no podía moverse con mucha velocidad, algo que agradecía profundamente. Ambos gemíamos y nos apoyábamos fuertemente en la mesa para no caernos y, al final, llegamos juntos al clímax y descargó todo dentro de mí.

***Fin flashback***

—¿Cómo... has podido, Axel? —le dije en un mar de lágrimas.

**********
Hoooolaa^^ pequeñas mentes pervertidas. Como os prometí, he publicado los caps cuando llegásemos a los 30.

Pero, tengo una mala noticia. Esperaba poder terminar de escribir la obra antes de irme de vacaciones, porque estaré fuera 3 semanas. Y por desgracia no me ha dado a tiempo a terminarla. Por eso, tengo escrito este capítulo y el siguiente, y el último a medias. Espero tener tiempo para terminarlo cuando pueda.

Así que eso, muchas gracias por leer y todo eso;))

Inazuma Eleven - El síndrome de Estocolmo - Axel [Lemon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora