El juego ¬¬

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AVISO PARA MENTES SENSIBLES (aunque dudo que haya alguna por aquí a estas alturas):

Me parece que lo siguiente escribiré será todo lemon, o eso espero. Al menos, tengo pensado hacer este episodio largo, y durará aproximadamente tres capítulos. Todo esto, mientras no cambien mis planes, ni nada. Quizás sean dos, o cuatro. Quién sabe. No tengo ni idea de cuánto necesitaré ni si tendré ganas de escribir tantas perversiones seguidas. Así que bueno, si a alguien no le gusta el lemon, se podrá saltar estos capítulos, ya que no creo que se pierda nada sustancioso. Y como siempre, marcaré esos capítulos con un ¬¬ (a no ser que se me olvide hacerlo, que no me extrañaría).

Ambos hermanos entraron otra vez, demasiado rápido, o al menos eso me pareció, estaba tan nerviosa que el tiempo pasaba muy rápido, y cada vez estaba más cerca de mi muerte. Me había hecho una ligera idea de cómo podía descubrirlos, pero al ver que entraban vestidos, descarté la opción. ¿Quizás tuviese que descubrirlos por su forma de hablar, comportarse? Parecía demasiado fácil, inocente, para un par de asesinos y violadores como ellos. No podía ser eso, no encajaba...

Uno de ellos se acercó a mí y el otro se sentó en una silla colocada en una de las esquinas de la habitación. El que estaba más cerca soltó las cuerdas que ataban mis manos y piernas a la silla. Me acaricié las muñecas, doloridas y enrojecidas por el rozamiento de la áspera cuerda. El hermano que me soltó me cogió con fuerza del brazo y me hizo levantarme.

—Bueno, ¿ya sabes cómo vas a distinguirnos? —preguntó el que estaba más apartado y sentado.

Me había parecido curioso, pero me había dado cuenta de que siempre uno de los dos era el que hacía el trabajo más "sucio", digamos, y el otro se dedicaba a observar y a conversar u ordenar cosas. No sé por qué, pero me parecía que Axel, mi asaltador de casas, era el que hacía el trabajo, esa sensación me daba a mí. El otro hermano era muy frío y calculador, retorcido a más no poder. Por eso no me cabía en la cabeza que fuese Axel el que estuviese hablando en esos momentos.

—No... —susurré sin mirarlo a los ojos.

—¿Cómo? No te he oído —volvió a preguntar.

—¡¡Que no!! —le grité y me deshice de la mano que me sujetaba.

—No hace falta que alces la voz. Deberías sentir más respeto por nosotros. Tu vida depende de lo que decidamos hacer —respondió en una voz suave y cálida—. Puedes empezar cuando quieras, hermano.

—¿Empezar qué? —pregunté extrañada. Pero en cuanto el otro hermano tiró fuertemente de mi camisa, haciendo que saltasen los botones, supe a qué se refería.

—Pareces extrañada —comentó junto a una risa—. ¿Qué te esperabas de nosotros?

Lo peor es que ese hermano tenía razón, ¿qué podía esperar de un par de asesinos enfermos? Intentaría no pensar mucho en lo que me hiciesen. Lo que contaba era intentar averiguar quién de los dos era Axel, mi Axel, y así esperar que se apiadasen de mí y me dejasen viva.

El Axel/Alex me quitó la camisa de otro tirón y bueno, ya no sé cómo consiguió quitarme los pantalones con tanta rapidez, pero me tiró a la mesa que había y me los quitó con un rápido deslizamiento. Parecía profesional en eso. También, obviamente, fue rápido y para cuando me di cuenta, ya estaba prácticamente desnudo frente a mí, con su seta-cohete no lista para la acción. Miré fugazmente al otro y por su mirada se veía que estaba disfrutando del espectáculo. Supe que disfrutaría viéndome llorar y suplicar, así que me obligué a mí misma a no abrir la boca, por mucho dolor que sintiese. No suplicaría ni lloraría, no quería darle esa satisfacción a ese hermano.

—Ya sabes qué hacer, Lía —me dijo el Axel/Alex desnudo. Me pareció oír un leve tono de ternura en su voz y fue el único de los dos que me llamó por mi nombre. Estaba empezando a sentir que ése era Axel, pero era mejor no precipitarse. Podría ser una trampa de ambos.

—¿Qué? —miré al otro Alex/Axel jefe, y por su mirada supe que quería que hiciese. En un principio creía que iba a tener que distinguir a los hermanos por su tubo mastodóntico, pero el juego era mucho más complejo. Mucho más.

El Axel (así lo iba a llamar al que estaba desnudo, ya que me recordaba más al asaltador de casas) se acercó a mí lo suficiente para que pudiese cogerle su cosa flácida. Yo aún estaba sobre la mesa, así que me agaché para poder llegar a él. Cuando toqué su cosa, empezó a endurecerse a cambiar de posición. Dios, cada vez que pensaba en eso, me daba asco hacer lo que estaban esperando que hiciese. Respiré hondo y me la metí en la boca. Le pasé la lengua por toda la salchicha y, de repente, Axel empezó a mover sus caderas. Me agarré a él mientras el movía su cuerpo, pensaba que me iba a ahogar. Entre sus embestidas y que su pene era tan grande que no me entraba y llegaba casi a mi garganta, no me extrañaba que me ahogase en ese momento.

Al fin terminó corriéndose en mi boca y al no retirar su cosa de mi boca, tuve que tragar el líquido caliente y espeso que salía. Fue asqueroso.

Le dirigí una mirada cargada de odio a Alex (llamaría así al que estaba sentado y parecía el jefecillo entre los dos hermanos) y pude comprobar que estaba masturbándose mientras nos veía. No iba a mentir. Axel/Alex era muy atractivo, aun estando haciendo tal cosa, era muy atractivo. Eso era lo que odiaba, que mi mente pensase en cosas así en un momento tan tenso como aquel.

Axel me bajó de la mesa y me puso de espaldas a él y apoyé las manos encima de la mesa. Ya sabía qué íbamos a hacer a continuación. Respiré hondo y esperé a sentir en mi "zona íntima" (puñetero Axel con sus palabrejas) su tubo-salchicha-pene-seta. No se hizo esperar. Fue bastante suave y cuidadoso, la metió con tranquilidad y delicadeza. Cuando entró entera me sujetó las caderas y empezó a moverse. Al principio fue suave y movió su cuerpo rítmicamente, pero empezó a subir la velocidad y puso sus manos en la mesa para apoyarse mejor. Tenía muchas ganas de hacer algún ruido, pero no mi orgullo me lo impedía. Además, ver a Alex masturbándose mientras Axel y yo teníamos sexo... quitaba todas las ganas.

—Soy yo... Axel —susurró "Axel" mientras se corría dentro de mí y apoyaba su cara en mi hombro.

¿Era realmente él? No sabía si creerle.

—Bueno, hermano. Déjame un hueco, luego continúas tú.


*********

Holaaa, mentes pervertidas;))

Muchas gracias por leer y todo eso.

Pues nada, siento mucho haber tardado tanto en escribir la continuación, a pesar de todo el apoyo. Ah, sí, si me siento hoy con ganas, puede que deje escritos los varios capítulos, y cuando llegue a una suma de votos razonable, subiré la siguiente. Espero que no me hagáis esperar mucho para darle al botón de subir ¬¬.

Inazuma Eleven - El síndrome de Estocolmo - Axel [Lemon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora