¿Axel?

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En cuanto vi a Edward entrando por la puerta, aproveché el momento de confusión y me alejé rápidamente de Axel. Durante un par de segundos, mientras yo me vestía lo más ágilmente posible, ninguno de los dos dijo nada.

—¿Qué hace ese semental ahí? —preguntó Edward con desagrado y desviando su mirada del miembro de Axel.

—Penes más perfectos no habrás visto en tu vida —le respondió el otro levantándose con orgullo. Dios. Se acercaba una pelea de gallos.

Me volví a poner las bragas y los panties y me vestí con un vestido de verano mientras cogía a toda prisa mi bolso y mi vestido del concierto, guardado en una bolsa.

—¿Qué hacías metiéndole ese tubo a Lía? —Edward se acercó a Axel, sacando ligeramente el pecho. Edward era más alto que el asaltador de casas, pero Axel, era ligeramente más robusto.

—Bien que lo disfruta —respondió el otro gilipollas.

En cuanto soltó esa barbaridad me sobresalté y me ruboricé. Evité en todo momento el contacto visual con cualquiera de los dos. Axel también se acercó a Edward, con una pose más agresiva. La situación era muy cómica. Realmente graciosa. Por un lado, teníamos a Edward, vestido con un traje negro y camisa, alto pero delgado, con porte de príncipe y mucho orgullo. Por el otro, estaba Axel, que daba más el pego como barriobajero, ligeramente más pequeño y musculoso, que por suerte se libraba de vestir un chándal, gracias a que yo insistí en que se vistiese bien. Además, estaba el detalle de que Axel seguí teniendo su cosa o tubo o morcilla, o como quisiese llamarlo, bien alto y erecto. Por lo que cuando se acercó a unos centímetros de Edward, le rozó la pierna con su hongo cohete. Le dio un par de golpes con el dedo índice en el pecho, y con ese movimiento, su morcilla bailaba y se restregaba contra el impoluto pantalón de Edward. No estaba muy limpio la seta, que se diga, después del intento fallido de sexo desenfrenado en un camerino, interrumpido, por fortuna.

—No hables por mí, Axel, haz el favor —añadí yo mientras abría la puerta del camerino y empezaba a salir.

—Pero... ¡Lía! —me gritó Edward mientras se abalanzaba sobre la puerta que yo estaba cerrando.

—Déjala. Esto es una cosa de hombres —le detuvo Axel con su cohete erguido horizontalmente.

Regresé a casa en el autobús. Estaba un poco sofocada por la carrera que me pegué desde el auditorio del concierto, por si a alguno de los dos se les ocurría seguirme.

Cuando llegué a mi terreno e Hiru vino corriendo, me relajé y suspiré con tranquilidad. Pasé un rato con Hiru por la campa corriendo y jugando. En esas estábamos cuando saltó sobre mí y me tiró a la hierba. Mientras me levantaba, vi en lo alto de la campa, cerca de la entrada a casa, a Axel, cruzado de brazos, observándome con una sonrisa. Tenía algo raro. No era el mismo Axel de siempre. Además... sólo podía llegar a casa con el autobús, y era imposible que le hubiese dado tiempo a coger el siguiente autobús al que yo había cogido, y subir a casa. Por un momento se me pasó por la cabeza la posibilidad de que fuese Alex, el hermano gemelo de Axel, pero deseché la idea por lo improbable que sería. Llamé a Hiru y me acerqué a él. Cuando llegué a su altura me sonrió y me hizo un gesto para que entrásemos.

Debió de ser mi imaginación, porque a partir de ese momento, todo transcurrió con normalidad, como siempre.

Nos acostamos juntos, y por extraño que resulte, no intentó meter su salchicha en mí. Me abrazó por la espalda y nos dormimos.


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Holaaa^^

Hacía taaaaanto tiempo que no escribía. En serio, no sabía como continuar. Pero bueno, espero que os guste, pequeñas mentes pervertidas. Sé que en esta parte no hay lemon ni nada, pero bueno, intento ir dándole un camino para poder terminarlo en unos capítulos. Espero que os guste.

Muchas gracias por leer ;))

Inazuma Eleven - El síndrome de Estocolmo - Axel [Lemon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora