Axel. ¿Asaltador o Depredador?

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Bueno, no. No me dormí. Lo admito. Me pareció muy extraño que no intentase hacerme nada después de haberlo dejado con las ganas. Sí, completamente anormal. Es verdad que no conocía a Axel de mucho tiempo, pero en el poco tiempo que compartí con él, descubrí que no desperdiciaría ni la más mínima oportunidad de lanzarse sobre carne fresca.


Aun así, estaba tan cansada que decidí no darle importancia. Prefería no pensar en eso y dejarme llevar por las cálidas sábanas con olor a lavanda recién lavadas y planchadas. Dejé que Axel me abrazase simplemente por la espalda.

En esas estaba cuando escuché el sonido de la puerta de casa. Pensé que quizás eran ladrones, así que me incorporé en la cama y me concentré en el ruido. Oí que giraban la llave de la puerta. Sólo yo y mis padres tenían llave, aunque... también era posible que se la hubiese dado a Axel. Pero... ¿Axel no estaba a mi lado? Al menos, parecía que era él, y estaba durmiendo.

Salí de la cama en silencio y me eché sobre los hombros una bata de seda que me regalaron mis padres al venirme a vivir a esta casa. Bajé en el más extremo silencio las escaleras de casa, mientras seguía oyendo ruidos en la puerta. Pensaba que quien fuese el que estuviese ahí fuera ya habría abierto la puerta, pero parecía que no se decidía a entrar. Si era un ladrón, no parecía que estuviese muy entrenado. Cogí una daga que la colgaba en la pared como decoración, pero que siempre cuidaba que fuese utilizable, y me acerqué a la entrada. Me guardé la daga en un bolsillo de la bata y cogí un palo de bambú, también parte de la decoración propia de la casa.

Me posicioné cerca de la puerta con el palo en alto, lista para atacar cuando estuviese el ladrón entrando por la puerta. En ese momento me acordé de que Axel tenía una pistola, aunque no estaba segura de dónde estaba, ni si seguía en casa, ya que podía ser que Axel la hubiese cogido.

De repente, oí voces y risas, la manilla de la puerta comenzó a girar.

—Me da igual —era una voz masculina, con un leve toque de borrachera—, Lia me prefiere ante todo.

—No, nooo —otra voz masculina—, soy yo su macho alfa —y dicho esto, ambos echaron a reír.

Terminaron de abrir la puerta y cuando gracias a la luz de la luna pude contemplar sus rostros, vi que eran Edward y Axel... o Alex, o quien quiera que fuese.

—¿Qué sucede por aquí, Lia? —me giré y alguien encendió la luz de la entrada. Era Axel, o Alex. Bueno, el chico que se había metido a la cama conmigo hacía no mucho.

Todos nos miramos, alternando la mirada. Estaba muy confusa, no sabía qué pasaba. Estaba claro que la persona que estaba junto a Edward era el asaltador de casas pervertido, la persona con la que había estado compartiendo los últimos meses de mi vida, se llamase como se llamase. Y la persona que acababa de encender la luz, no tenía ni idea de quién era, porque simplemente era idéntico en todos los aspectos al chico que había estado viendo todos los días.

Ahora bien, no sabía si el Alex Depredador de las noticias era el supuesto Axel asaltador de casas, o el otro Axel o Alex que había visto por primera vez hoy.

—Hola, Liita —me saludó el asaltador de casas con una sonrisa—. Te voy a decir que Edward será un picha-corta, pero mejor chico no se puede encontrar por ahí.

—Es un completo idiota el tío este de su tubo mastodonte, por su culpa casi me olvido mi flauta en un pub —Edward comenzó a reírse como un maníaco y de repente recuperó la calma. Me asustó mucho, pero al menos, sólo parecía que estuviesen borrachos.

—Bueno, querida, ¿nos dejas pasar? —me pidió Axel asaltador, estaba en medio de la entrada. Me aparté y los dejé pasar, aun sin poder recuperarme de la confusión de los dos Axeles.

—¿Qué pasa, Lia? —volvió a preguntarme el Axel no asaltador. Estaba muda, incapaz de contestar.

—¡¡¡Tú!!! —el asaltador de casa estaba petrificado mirando a su réplica. Parecía que la borrachera se le había esfumado de repente—. Pero... pero... ¿Qué haces aquí?

—No, ¿tú qué haces aquí? —preguntó el otro Axel, remarcando la palabra tú.

—¿No habíamos quedado en que tú no aparecerías? —le espetó Axel asaltador.

No entendía nada, y parece que Edward estaba el doble de confuso que yo. Una cosa tenía clara. Uno de ellos era Axel, puede que fuese el asaltador de casas o el tío nuevo, y otro era Alex, el Depredador, el asesino de tías buenas jóvenes a las que se follaba antes de matarlas. Eso lo tenía claro. Lo que no sabía con certeza era quién era quién. Me parecía imposible que fuese el asaltador de casas en realidad el depredador, pero su obsesión por el sexo no hacía más que afectar negativamente a su reputación. Por el contrario, el Axel nuevo parecía mucho más tranquilo y no había intentado hacer nada raro, como hacérmelo. Era tan confuso todo, que no sabía qué hacer. Además, según las noticias, habían capturado al verdadero Depredador. Y en caso de que fuese así, ¿podía ser que hubiese un tercer hermano? Era todo muy extraño. ¿Por qué el nuevo Axel sabía que tenía que venir a mi casa? ¿Por qué Axel asaltador de casas viejo verde no me había matado después de haberme hecho tener sexo con él, en caso de que él fuese el verdadero Depredador? De todas las maneras, estaba claro que uno de los dos era peligroso. Pero habían tardado ambos mucho tiempo en matarme. No podía pensar más.

—¿No habíamos quedado en que tú te quedarías en la ciudad? —preguntó uno de los Axeles.

—No, no era ese el plan, hermano idiota. Si por una vez me escuchases —el Axel con el que había intentado dormir hacía nada se dirigió al interruptor de la luz y lo apagó de un golpe.

Si antes era difícil decir quién era el "malo" y quién el "bueno", ahora la tarea se había complicado el doble. Ambos se habían acercado y con la escasa luz que entraba de la luna, nadie sabía quién era quién. Además, se habían cogido de los cuellos de la camiseta y estaban a punto de comenzar a pelear.

Pensé en separarlos, pero deseché la idea rápidamente. ¿Quién era yo para interponerme en una pelea de hermanos, uno de ellos asesino psicópata? Estaba claro que yo no era una protagonista de una peli que debía salvar a todos. No, claro que no. Yo era una pianista que esperaba a recibir el premio de la competición. Así que me puse a ciegas unas botas que usaba para sacar a pasear al perro y cogí de la mano a Edward que gritó asustado. Me entró la risa al oír ese ruido, pero decidí mantener la calma. Corrí con Edward de la mano e Hiru nos siguió fielmente. Nos adentramos en el bosque, donde sería difícil que nos encontrasen, en caso de que se les ocurriese que pudiésemos llamar a la policía.

—¿Pero qué...? —preguntó Edward medio ahogado, con la flauta en una mano y sudando a mares—. ¿Cojones? ¿Qué sucede?

—¿Tienes móvil? —le pregunté mientras empecé a hurgar en sus bolsillos.

—Eh, eh, Lia. No me metas mano, sé que soy extremadamente sexy, pero contente.

Exactamente, estaba ya empalmado. Maldije a los hombres. ¿Cómo en un momento así pensaban en eso? Necesitaba un móvil ya. Tenía que llamar a la policía y a Philip. Él seguro que sabía qué hacer en un momento así, había sido él quién me avisó del peligro, y yo no le hice caso.


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Holaaa;))

Parece mentira que fuese hace dos meses que escribí por última vez. Os aviso que ya quedan pocos capítulos para que se resuelva todo. Intentaré meter todo el lemon que pueda, pero no prometo nada, mentes visiosixhas 7u7

Así que para acelerar el proceso de escritura, os voy a decir que cuando lleguemos a los 30 votos comenzaré a escribir la siguiente parte y la publicaré al día siguiente. Prometido. No sé si así tardaré menos o no en subir la siguiente parte, así que todo queda en vuestras manos. Cuanto antes lleguemos a 30, antes subiré ;)

Adiós, mentes guarraaas :)

Inazuma Eleven - El síndrome de Estocolmo - Axel [Lemon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora