El juego V ¬¬

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Alex me levantó agarrándome de mi muñeca derecha. Me apretó contra su cuerpo, ocultando mi rostro en su pecho. Me acariciaba la cabeza mientras me susurraba al oído que no pasaba nada. Era contradictoria su forma de actuar. ¿Por qué debería preocuparse ahora por mi estado? Solamente era una mujer más en su larga lista de crímenes. Probablemente actuase de la misma forma con todas, para ganarse su confianza. Puse mis manos en su pecho e intenté alejarme de él, pero sus brazos me tenían fuertemente aprisionada.

—Primero relájate, luego ya veremos qué hacemos —ordenó Alex, aún acariciándome con movimientos lentos y repetitivos. Me costaba admitirlo, pero el condenado violador me había hecho volver a respirar con tranquilidad.

—De...

—¿Qué has dicho, Lía? No te hemos podido oír —preguntó el otro hermano, el que hasta el momento había sido Axel para mí.

—Dejadme..., por favor —supliqué en silencio, intentando no llorar más—. No..., no soy fuerte, no puedo con esto. Por favor —había intentado manejar la situación, pensar que podía salir aún con vida de las retorcidas circunstancias en las que me encontraba; pero, en ese punto, había terminado por quebrarme. En esos momentos, sólo quería continuar con mi tranquila y solitaria vida. Seguir tocando el piano, paseando a Hiru, quedando con mis amigos de siempre... Pero ese idiota me había jodido la vida.

—¿Estás diciendo que te rindes? —preguntó Alex. Noté que su pecho se movía debido a la risa. Incluso en una situación así era capaz de reír.

—Sí, es obvio. Dejadme en paz, en serio. Quiero seguir con mi vida.

—No puedes seguir con tu vida. Has sido elegida. Vas a terminar igual que las demás —Alex se encogió de hombros y por fin me dejó libre de su atadura—. ¿Qué te hace pensar que eres diferente?

—Sé que no soy diferente. Sólo quiero creer que puedo salir de aquí.

—Muy optimista eres —comenta Alex rascándose su mejilla—. Bueno, no hay tiempo que perder. Ya que has decidido no seguir con el juego, te adelantaré que seguiremos haciendo lo mismo, pero la diferencia es que no podrás salvarte. Ni aunque averigües quién de nosotros es Axel y quién Alex, no vivirás —vuelve a encogerse de hombros y se acerca a su hermano gemelo—. Ha perdido su oportunidad, ¿verdad, Axel? —me miró fijamente con una sonrisa sardónica.

—Eres... cruel, retorcido, malvado —empecé a reírme. Había vuelto a llamarlo por el nombre que creía que le correspondía, para confundirme aún más. No lo soportaba—. Veo que realmente disfrutas de esto —les dediqué una sonrisa cansada y me senté en el borde de la mesa, con los pies colgando—. Decidme, ¿cómo tenéis pensado follarme los dos? Dejadme adivinar —me hice la pensativa mientras ponía mi mano derecha bajo la barbilla—. Uno de los dos me penetrará mientras le hago una mamada al otro, ¿he acertado? Oh, no, esperad, quizás los dos queráis cogerme, uno por cada parte. Oh, eso sería brutal. No creo que sea muy buena idea. Sí, conociéndoos, probablemente sea la última, sí.

Me sorprendí incluso a mí misma al hablar así. ¿Dónde había quedado el miedo anterior? ¿Cómo estaba hablando tan tranquilamente sobre la forma en la que me violarían esos dos? Creo que estaba a punto de volverme loca.

—Pues... algo así teníamos pensado —asintió Alex con una sonrisa terrorífica.

Me fijé en su cosa, que empezaba a erguirse mágicamente. El de él y el de Axel. Al unísono. Increíble. Alucinaba. Alex se relamió y se acercó a mí, me pasó un brazo bajo las piernas y con el otro me sujetó por la espalda, y de esta forma me bajó de la mesa. Sin que el cabecilla ordenase nada, Axel se acercó a nosotros y se sentó en la mesa, justo delante de mí. Eran como uno sólo. Sin hablar tenían claro qué debía hacer cada uno.

Axel me cogió las manos y entrelazó sus dedos con los míos. Se quedó mirándolos largo rato y después puso mis manos apoyadas en el borde de la mesa. De esa forma, estaba agachada y con el culo en la posición perfecta para que Alex me lo mirase e hiciese lo que narices quisiese hacer. El hermano que estaba sentado me cogió la cabeza con suavidad y se lo acercó a su miembro, ya completamente erecto, y me hizo introducirlo en mi boca. De mientras, noté que unos dedos exploraban mi zona y me hacían cosquillas. De repente, noté que se deslizaban a mi otra entrada, lo cual me sobresaltó y hizo querer alejarme de Alex. Pero él me sostuvo el trasero firmemente mientras deslizaba un dedo. Intenté no pensar en lo que sucedería después y me concentré en el otro trabajo que tenía entre manos. Con la punta de la lengua recorrí cada palmo de su pene, haciéndolo gemir con suavidad. Después me entretuve en el glande, como solía gustarle a Axel. Había dejado de sentir dedos en mi culo, pero al de poco lo volví a notar, con algo pegajoso. Era una sensación extraña, como un gel, algo líquido y viscoso. Imaginé al momento que sería un lubricante. Decidí no pensar en ello, que sucediese lo que tuviese que suceder. Estaba lamiendo la "cosa" de Axel, cuando noté que unos dedos se adentraron en la nueva entrada, descubierta por Alex. Me dolió, pero decidí no quejarme y respirar hondo. Al sacar de nuevo los dedos, Axel se corrió en mi boca, dejándome escupir el líquido espeso y blanco de la boca.

Estaba notando un nuevo tacto detrás cuando escuché los fuertes ladridos de Hiru.

—¿Qué le pasa a tu perro, Lía? —preguntó Alex, desde detrás.

—No tengo ni idea. Igual hay alguien fuera —dejé caer, con la esperanza de que pensasen que había llegado alguien, un vecino, alguien conocido, de forma que me dejasen en paz y me diese tiempo, al menos, a escapar o a esconderme—. Sólo ladra cuando viene gente —mentí, rezando porque me creyesen.

—Suele ladrar también a los gatos —corrigió el gemelo al que había empezado a llamar Axel—. No será nada, hermano. Sigamos.

—Sal por si acaso. No te confíes —le ordenó secamente el otro. Estaba claro quién mandaba de los dos.

—De acuerdo... —suspiró finalmente Axel.

Me aparté de la mesa para dejarlo salir y él cogió una toalla que había apoyada en una esquina de la mesa y se limpió su miembro con sumo cuidado.

—Oh, venga ya, date prisa de una vez, Axel —le espetó Alex cogiéndome fuertemente de la cintura con ambas manos.

—Si tanta prisa tienes sal tú, Alex.

Cada vez me confundía más. ¿Cómo terminaron llamándose por sus nombres? Y esta vez, estaba convencida de que no era algo planeado, como anteriormente, les había salido natural. No entendía nada.





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Hoooola queridas mentes viciosillas ¬_¬

Espero que esto no esté siendo muy harcore ni soft para vosotros. Solamente perfecto. XD. No he dicho nada. Estoy desvariando. Son la 1:18 am aquí, ahora mismo. Para vosotros, en el momento que lo leáis, será otra hora. En fin. Estoy escribiendo en estos momentos el final de la obra para tenerla acabada de una vez. Creo que quedan 2 caps o tres como mínimos. Así que bueno. Espero que la disfrutéis.

Y como ya he dicho anteriormente, 30 votos para publicar ;)

Muchas gracias por leer y comentar, agradezco mucho todo el apoyo de vosotrxs^^

Inazuma Eleven - El síndrome de Estocolmo - Axel [Lemon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora