Dormimos lo que restaba de día y a la mañana siguiente llamamos a la policía. Llevábamos un par de horas esperándola y yo me ponía cada vez más nerviosa. Christian me abrazaba para tranquilizarme pero simplemente no lo conseguía. Estaba asustada por si El Señor me volvía a encontrar, nerviosa por lo que pasaría entre Christian y yo después y contenta por volver a ver a mi familia y amigos.
Al fin llegaron los dichosos policías. Vi aparcar el coche patrulla en la puerta del motel y avisé a Christian. Un policía bajó del auto y entró en el edificio dirigiéndose a la dirección.
- Hola, me han avisado de que han aparecido dos víctimas del 'asesino del anochecer'. ¿Es cierto? - Dijo el agente y yo me acerqué antes de que el recepcionista le contestara.
- Sí, es cierto agente. Somos Nora Valentaine y Christian Rader. - Dije. El policía nos miró asombrado. - ¿Qué? ¿Por qué se sorprende? - Pregunté con curiosidad.
- La verdad es que desde que sus padres pusieron una recompensa, no paramos de recibir llamadas de gente que dice saber dónde estabas. Suponía que esta vez era igual a las demás. - Me explicó. - Avisaré a los agentes del F.B.I y llamaré a una ambulancia, enseguida vuelvo. - Dijo sonriendo y saliendo rápidamente del lugar sin dejar que respondiera.
- ¿Una ambulancia para qué? - Le pregunté a Christian confusa.
- Para revisar nuestro estado, Nora. Llevo tres años desaparecido, es normal que quieran saber cómo estoy de salud, tanto mental como física. - Explicó Christian.
- ¿Tres años? Creía haberte oído decir que llevabas dos años secuestrado...
- Bueno, este mes cuando te... asaltaron, cumplí los 20 años. Por lo que llevo tres años secuestrado.
- ¡Deberías habérmelo dicho, Christian! - Le recriminé enfadada.
- ¿¡Cuándo!? Si me ignorabas.
- Lo siento. - Me disculpé.
- No importa, ven aquí, cielo. - Dijo abrazándome. Me separé un poco de él para poder mirarlo a los ojos.
- Christian, ¿qué pasará ahora? - Le pregunté nerviosa. Él frunció el ceño sin entender. - ¿Qué pasará entre nosotros? - Le expliqué. Él se puso nervioso y me soltó. Yo agaché la cabeza y antes de que el momento se tornara más incómodo, el policía entró y nos sacó fuera del motel.
Al salir sólo pude ver varios coches patrulla, dos ambulancias y médicos acercándose a nosotros.
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Secuestrada
RomanceNora, una chica corriente, de 17 años, pelo negro, ojos verdes intensos y piel blanca. Tan inocente en un mundo como este, nunca había tenido ningún tipo de relación, ni sentimental ni sexual. En su instituto sacaba notas normales, ni muy altas ni b...