Navidad...
Así pasé una semana entera. Ignoraba a Christian completamente. Yo había cambiado demasiado desde aquella noche. No había comido nada durante esa semana y las pocas veces que el señor me obligaba a comer lo vomitaba. Estaba deprimida. Tenía miedo y no se me ocurrió otra forma de protegerme que creando una coraza. Lo había visto en las películas, pero nunca lo había llevado a la realidad hasta ese momento. Realmente funcionaba. Por la noche, de madrugada, cuando Christian estaba dormido, me encerraba en el baño y descargaba todas las emociones llorando hasta que amanecía. Luego me duchaba y me acostaba, haciéndome la dormida. No podía hacer nada más. Hoy nos habían traído las bandejas con el desayuno. Claramente no iba a comer, pero cuando me levanté para ir al baño me caí al suelo. Sabía que iba a llegar ese momento. Me solía pasar cuando estaba débil y en ese momento la palabra 'débil' ni se acercaba a cómo me encontraba. No tenía fuerzas. Ya me costaba hasta andar.
Christian corrió hacia mí y me levantó del suelo.
- ¡Suéltame! ¡No te necesito! Simplemente me he caído. - Mentí.
- Nora, no soy idiota, aunque tú lo creas. Sé que has comido muy poco esta semana. Ahora te voy a llevar a la cama y te vas a comer todo el desayuno. - Me contestó pacientemente.
- No, claro que no voy a hacer eso. ¡No-te-ne-ce-si-to! ¡Aparta tus manos de mí, idiota! - Le grité.
Mis ojos ya estaban llenos de lágrimas. Era por eso por lo que había ignorado a Christian. Sabía que si hablaba con él, me derrumbaría y lloraría sin parar.
- Vamos, Nora, sé fuerte, no puedes demostrarle que eres débil. - Me dije a mí misma intentando animarme.- Cállate - Respondió Christian mientras me cogía en brazos y me depositaba en la cama. Me tumbé y cerré los ojos, como hacía siempre cuando me aburría. - Nora, si piensas que lo que dije antes era broma, te aclaro que estás muy equivocada. Vas a comer, quieras o no. - Me dijo él.
Me levanté, quedando sentada en la cama, y lo miré fijamente intentando parecer furiosa.
- ¡No voy a comer! No tengo hambre. - Le grité.
- Eso es imposible. Llevas sin comer desde ayer por la tarde. - Dijo y me reí burlonamente.
- ¿Ayer? - Susurré sin darme cuenta, pero Christian lo oyó. Abrió los ojos sorprendido.
- ¿¡Cuándo demonios comiste por última vez!? Mas te vale ser sincera - Gritó Christian enfurecido.
- Bueno, yo... ¡Eso no es asunto tuyo! - Le respondí nerviosa.
- ¡Dímelo, joder! - Gritó y yo me sobresalté, nunca había visto a Christian de esa forma.
- No como desde... - Susurré.
- Vamos, Nora, dímelo, no pasa nada.
- ...aquella noche... - Dije susurrando. Recordar aquella noche fue la gota que colmó el vaso, exploté en llanto. Christian se puso tenso al escuchar aquello.
ESTÁS LEYENDO
Secuestrada
RomansaNora, una chica corriente, de 17 años, pelo negro, ojos verdes intensos y piel blanca. Tan inocente en un mundo como este, nunca había tenido ningún tipo de relación, ni sentimental ni sexual. En su instituto sacaba notas normales, ni muy altas ni b...