Capítulo 5

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―   ¡Me estoy cansando de tus gilipolleces! –Taylor da un puñetazo a su escritorio. Justin se sobresalta pero intenta no aparentarlo.

Está sentado en una silla, enfrente de su jefe. No puede reprocharle nada. Prometió hacer bien su trabajo y no lo está cumpliendo.

Trevor está de pie apoyado en la puerta de entrada del despacho, observando a su compañero. Supone que todo esto le está sucediendo por la ruptura con Elisabeth. Justin es tan idiota... Tiene (o mejor dicho, tenía) a la mujer más bella que había podido conocer. Atenta, alegre, llena de vitalidad. Él daría lo que fuera por tener una mujer así a su lado. Pero simplemente no puede. No puede por el simple hecho de que sabe que no quiere a cualquiera, y eso le dolió cuando se dio cuenta. Solo quiere a Elisabeth, pero desgraciadamente su corazón ya estaba ocupado por su mejor amigo.

―   Trevor, ¿me estás escuchando?

Taylor y Justin lo miran fijamente. Justin tiene una mirada confusa en sus ojos y Taylor lo mira muy enfadado.

―   No, lo siento jefe. –Dice intentando aparentar el mismo.

―   Llevamos demasiado tiempo detrás de esa zorra, ¡pónganse las pilas si no quieren que les despida a los dos!

Justin y Trevor asienten y Justin se levanta y se pone al lado de su compañero.

―   Y váyanse a casa, por hoy no les necesito. –Termina de decir Taylor. Se sienta en su silla del despacho y les hace una seña para que se vayan mientras coge su teléfono y marca un número.

Bieber y Bolton salen del despacho y Trevor suspira.

Trevor cierra la puerta tras ellos y Justin pasa la mano por su cabello despeinándolo y después cierra los ojos mientras se pellizca el puente de la nariz y chasquea la lengua.

Mira su reloj de muñeca y se da cuenta de que es todavía temprano. El sol brilla entre las nubes de Nueva York y los pocos árboles que hay en la calle se mueven suevamente de un lado hacia otro.

Con un rápido movimiento comienza a buscar la llave de su auto por el bolsillo de su jean y la cajetilla de tabaco. Y antes de darse cuenta, está corriendo hacia el ascensor, pulsando el botón que lleva al aparcamiento.

La ira corre por sus venas y aunque quisiera detenerse, ya está dentro de su coche, encendiendo el motor con una mano mientras que con la otra desliza uno de los cigarrillos de la cajetilla y lo prende con un encendedor. Acelera y toma una larga calada asegurandose de que el Marlboro no se apaga mientras sube la velocidad por la general de Nueva York.

Coloca sus lentes para que el sol no moleste sus ojos y toma otra calada al cigarro, expulsando después todo el humo lentamente.

Siente su estómago revolverse y toma otra calada intentando calmar la ansiedad. Nunca se ha visto en esta situación y mentiría si dijese que lo tiene todo controlado, como suele decir.

Llega al local de la noche anterior y aparca en el primer sitio libre que encuentra. Se apea y pone el seguro a su auto mientras entra al local retirándose hacia arriba las gafas.

El lugar tiene el mismo aspecto que la noche anterior, pero con más ambiente. La suave música de fondo acaricia el sentido común de Justin mientras este cierra los ojos y busca otro cigarro. Vuelve a abrir los ojos mientras toma una calada y retiene en los pulmones el humo.

—  Hola, cariño.

Escucha a su lado. Una chica rubia sorprende a Justin con una bebida transparente en una bandeja que sujeta con una de sus manos mientras que con la otra acaricia su propia cintura una y otra vez, haciendo movimientos circulares.

Caso 21» j.b Donde viven las historias. Descúbrelo ahora