Capítulo 35

4.7K 252 39
                                    

Antes de nada, me he dado cuenta de que Wattpad ha marcado mi historia con contenido adulto, así que para poder leer al 100% mi historia tienes que seguirme. Si sigue sin funcionar, elimina y vuelve a agregar Caso 21 a tu biblioteca.

Siento mucho las molestias. (LEAN LA NOTA DEL FINAL)
-------

Era un día frío en Nueva York. La brisa entró poco a poco en la habitación de Trevor e hizo que se revolviera en su colchón hasta finalmente abrir uno de sus ojos. Pero inmediatamente lo cerró de nuevo y apretó ambos con fuerza intentando eliminar la claridad que había entrado en su cabeza.

Jodido dolor de cabeza...

Minutos después volvió a abrir poco a poco sus ojos y elevó un poco su cabeza para observar a su alrededor con una mueca dubitativa. Le resultaba demasiado raro estar en su casa después de todo lo que bebió anoche y apenas recordaba que había hecho o que había tomado, pero desde luego tenía que haber sido demasiado para tener ese dolor en las sienes.

Se levantó de la cama despacio para cerrar la ventana y evitar que la habitación se enfriara más de lo que estaba. O quizá únicamente quería dejar de tener contacto con el exterior, porque estaba cansado de pagar por lo que sabía que algún día tendría que compensar.

Extendió el brazo para poder cerrar el seguro de la ventana y su ceño se frunció cuando vio una serie de número parecido a un teléfono escrito en su brazo con un bolígrafo negro y una caligrafía delicada y pequeña.

Sin cambiar de sentido (es decir, avanzando de espaldas) llegó hasta el perchero de su habitación, metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y deslizó hacia afuera su teléfono. Despacio para no equivocarse, marcó el número de teléfono que tenía escrito en el brazo.

- La aspirina te irá muy bien para el dolor de cabeza. Y el silencio creo que también. – Una voz femenina susurró al otro lado de la línea.

- Sí... gracias. ¿Tú... tú me trajiste a casa ayer?

- Yo fui quién te llevó a casa, sí. – Hizo una pausa. – Y tú fuiste quien me dijo que apuntara mi número en tu brazo. Quiero decir, yo no le doy mi móvil a cualquiera porque...

- No pasa nada, me lo he imaginado. – Ambos se rieron y ella se mordió el labio inferior desde la otra línea mientras se apoyaba en el marco de la puerta de su habitación. 

- Esto es algo ridículo... - Ella rió nerviosa—Ni siquiera sabes mi nombre.

- No... no me acuerdo. – Se produjo un pequeño silencio. – Pero te sorprendería saber que me acuerdo de tu olor a mango, Max.

Entonces sí que se produjo un silencio largo. De esos que nadie sabe qué hacer con él. De esos que no puedes manejar, pero en el fondo (aunque sea en lo más profundo de ambos) es agradable. De esos que cierras los ojos, oyes la respiración de la otra persona y sabes, nadie sabe cómo, que esa persona está pensando en ti.

- Así que... te acuerdas de mí.

- Lo que buenamente puedo. Estoy haciendo un esfuerzo, pero podrías ayudarme.

- ¿Qué quieres decir con eso? ¿Vas a volver a confundirme con una puta?

- ¿Perdón? – Los ojos de Trevor se abrieron como platos y comenzó a sonrojarse. –No me digas que... Oh, lo siento muchísimo, soy un poco idiota cuando bebo.

- ¿Un poco? – Max ya había enarcado una ceja pero luego respiró hondo y terminó soltando una risita agradable que acarició el sentido del oído de Trevor e hizo que sus hombros dejaran de estar tensos. Cerró los ojos mientras negaba riendo. – Fuiste un completo gilipollas ayer, pero no importa. Me enfrento a ello todos los días.

Caso 21» j.b Donde viven las historias. Descúbrelo ahora