Capítulo 37

3.2K 208 7
                                    

VOTEN Y COMENTEN, POR FAVOR

Antes de nada, quiero decir que ya son casi 100k de leídos, les juro que no puedo creerlo. Nunca me hubiera imaginado que esta historia tuviera tantos leídos. 

Sois increíbles ♥

------

Eran las nueve de la mañana y el sol apenas estaba saliendo desde el horizonte, haciendo que la habitación de Trevor se viera de un tono anaranjado con una sensación un tanto cálida. Aun así, seguía haciendo fresco en las calles de Nueva York. No le gustaba cerrar la persiana por las noches. Le gustaba sentir los rayos del sol por las mañanas picando su cara hasta despertarlo, porque así sentía que le quedaba algo por lo que seguir despertándose cada mañana.

Trevor estaba tendido en su cama mirando hacia el techo con los ojos rojos por no dormir, o quizá por todos los cigarros que había fumado en medio de la madrugada neoyorquina mientras una parte de la luna alumbraba el humo ascender y la punta incandescente del cigarro le hacía recordar que todavía seguía con vida y le incitaba a voltear la cabeza para mirar la hora, pero cada vez que posaba la vista en los números rojos y luminosos, veía que el tiempo pasaba demasiado despacio y era entonces cuando soltaba un suspiro, cerraba los ojos y a su vez se pellizcaba el puente de su nariz. Luego apagaba el cigarro y se tumbaba en la cama para intentar dormir, pero como no lo conseguía volvía a deslizar un cigarro afuera de la cajetilla y repetía el proceso.

Hacía mucho que no tenía un buen día.

Desde que Justin se fue sin avisar a nadie a Dios sabe a dónde se había quedado muy solo en la ciudad, y sólo le quedaba el recuerdo de Justin que permanecía en la imagen de Elisabeth, y a Max, que acababa de conocerla. Ella era una bella muchacha que transmitía vitalidad con su sonrisa. Max era ese tipo de chica tierna que podías estar mirándola por horas y nunca cansarte. Era ese tipo de chica a la que podías fotografiar y ella, sin ni siquiera posar, sin ni siquiera darse cuenta de que la fotografían, salir absolutamente hermosa en todas y cada una de las fotos. Era ese tipo de chica que todo chico quiere. Incluso más que Elisabeth.

Y le parecía extraño y a la vez absurdo. Había perdido a su mejor amigo por una mujer que creía el amor de su vida, pero que en realidad ni siquiera se acercaba a eso. Se sentía totalmente imbécil por haber hecho aquello.

El teléfono lo despertó de su trance y lo hizo volver a suspirar. No quería que nadie lo molestara en su día libre. Sólo quería volver a coger la costumbre de sentarse en su sillón y leer por horas obras clásicas mientras escuchaba alguna pieza de Vivaldi.

- ¿Sí? – Su voz salió en forma de gruñido.

- Vaya... ¿te parece que te llame en otro momento?

La dulce voz de Max invadió el sentido común de Trevor y éste se incorporó rápidamente en la cama escuchando con atención al otro lado de la línea hasta que se acordó que ella le había hecho una pregunta.

- ¿Qué? – respondió aturdido. – Hmm... No, no. Dime.

- Solo quería saber si te apetecería... no sé... ¿vernos?

Trevor se levantó rápidamente y comenzó a desnudarse. Después, cuando estaba únicamente en bóxers sacó ropa limpia y abrió la ventana del balcón para ventilar la habitación.

- Claro, me apetece mucho verte. ¿Quieres venir a mi casa y desayunamos algo? Te paso la dirección por mensaje.

- Me encantaría. – Dijo ella ilusionada. – Entonces, nos vemos en un rato.

Caso 21» j.b Donde viven las historias. Descúbrelo ahora