Capítulo 42

2.8K 231 37
                                    

VOTA Y COMENTA, POR FAVOR

Último capítulo


La brisa marina báltica era algo que le encantaba sentir en su rostro. No se acordaba de cuánto tiempo había pasado desde que se había sentido así de libre, así que había cerrado los ojos y había aspirado con fuerza para poder sentir aquella sensación al máximo y recordarla toda su vida. Estaba solo en el lugar, en cambio, sentía que ella seguía a su lado, sin moverse. Como si nunca se hubiera separado de él.

Y aquella sensación era su favorita. Sentir el olor a frutas al aspirar su cabello, el roce de sus labios en su piel y el sonido de su risa cuando decía algo gracioso.

Todo aquello era algo que iba a vivir siempre en su corazón. Porque la amaba. Amaba cada centímetro de su cuerpo con cada milímetro del suyo. La amaba como si Dios le hubiera encomendado esa misión. La amaba como si su vida dependiera de ello.





La sentencia había golpeado tanto en la mesa con el mazo del juez como en la cabeza de Justin.

Quince años. Quince jodidos años que le esperaban detrás de aquellas rejas de metal que tanto había visitado desde fuera. Quince años hundido en su propia mierda, y quince años apartado de la sociedad y separado de ________.

El juez había abandonado la sala hacía ya casi veinte minutos, pero Justin seguía inmóvil en su sitio, de la misma postura que hace media hora, con la misma mueca. La sala estaba casi vacía y sólo quedaba él y, más atrás, Trevor observándole.

- Tenemos que irnos. – Trevor susurró tras él con la voz y el corazón quebrados. No se había atrevido a decir nada hasta ese momento, o más bien, no sabía que decir.

Justin retrocedió con lentitud y se colocó al lado de su mejor amigo. Luego siguió mirando hacia el estrado con una mirada profunda y entrecerrada. No podía creer lo que estaba sucediendo. Pero ya daba igual. Todo había acabado y ya podía estar parcialmente tranquilo.

Cuando salió por la puerta de la sala, una pareja de policías le estaban esperando con una postura rígida. Uno de ellos se acercó a él y lo volteó con suavidad para ponerle las esposas en las muñecas tras su espalda. Luego, el otro agente le agarró de un brazo y el otro policía del otro brazo y caminaron a lo largo del infinito pasillo del lugar. Él sabía perfectamente dos cosas: la primera era que no se iba a escapar, con lo cual el hecho de ser agarrado entre dos agente le resultaba una tontería, y la segunda cosa era que sabía que aquello era un procedimiento obligatorio, con lo cual decidió suspirar resignado y seguir el camino que le marcaban los policías.

En un cruce entre pasillos de aquel juzgado los ojos de Justin se cruzaron con los de _________, que también estaba sujeta de la misma manera con el pelo revuelto y la cara descompuesta. Y eso le terminó por partir el corazón. Él no quería ese final para ninguno de los dos y, sin embargo, en ese momento ambos iban a ser enviados a un calabozo para, más tarde, ser trasladados a una cárcel de alta seguridad.

Justin notó un tirón en su brazo derecho. Uno de los agentes conducía a Justin por uno de los pasillos de ese cruce y lo alejaba de ________. Justin comenzó a caminar en esa dirección, pero sin despegar la mirada del rostro de _______. Cuando caminaron durante dos minutos más llegaron hasta una puerta de metal. Uno de los agentes la abrió con una llave y los tres entraron allí. Cuando lo hicieron comenzaron a descender por unas escaleras que en aquel momento parecían infinitas.

La luz era tenue y no se escuchaba nada, tan solo el ruido constante de alguna máquina o, seguramente, de algún sistema de seguridad activado. Después de aquello llegaron a una de las celdas del calabozo donde Justin pasaría la noche hasta llevarlo a la cárcel. El mismo agente abrió la puerta de rejas y dio un pequeño empujón a Justin para que entrara.

Caso 21» j.b Donde viven las historias. Descúbrelo ahora