Capítulo Tres.

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Fénix en multimedia:)

Me había despertado, debían de ser las tres de la madrugada. No estaba descansando nada, pensaba en aquel hombre. En su dulce sonrisa... ¿Estaría bien? Salí de mi cabaña sin hacer ruido. Decidí ir a ver como se encontraba, no podía sacármelo de la cabeza de ninguna manera y ya estaba exasperada. Desplegué mis alas al viento y me dirigí hacia su humilde cabaña.

Aterricé en la explanada de al lado del lugar, escondí mis alas. Comencé a husmear por los alrededores de la cabaña. A través de una de las ventanas visualicé la cocina, seguí andando y di con otra ventana. Allí contemple como Brandon dormía profundamente. Pero entonces comenzó a revolverse en la cama y se despertó. Antes de que pudiese verme me moví a un lado de la ventana.

Lo oí levantarse de la cama, como se vestía y salía de la habitación. Fui a la puerta de la acabaña y ahí se encontraba él, sentado en el suelo, apoyado contra la pared.

-Brandon. -Dije yo, el se asustó. Se levantó de inmediato.

-Hermana. ¿Qué hacéis aquí? -Cuestionó.

-No podía dormir...

-Yo tampoco. -Se frotó la cara con las manos.

-¿Qué os preocupa, Brandon?

-Ya no tengo nada por lo que merezca la pena luchar, vivir... No voy a poder casarme ni formar una familia, ya que al ser un bastardo, ningún padre me quiere para sus hijas.

Tenía razón, en esta sociedad las cosas eran así... Me daba tanta lástima, era una bella persona, estaba segura de ello. No podía dejar que se echase a perder.

-Venid conmigo, Brandon. Os voy a mostrar las cosas bellas de la vida, algo por lo que merezca la pena vivir. -Le tendí la mano a la espera de que él aceptase.

Cuando él agarró mi mano, extendí mis alas y eché a volar. Gracias a que también poseía el don del aire, puede hacer que este soplase a nuestro favor, soportando parte del peso de Brandon. Aterricé en un claro junto a un pequeño lago. Brandon se tambaleo en el suelo mareado, pero consiguió recomponerse en unos segundos.

-¿Qué hacemos aquí? -Preguntó.

-Disfrutar de la vida. -Dicho aquello extendí mi mano en una zona del suelo del claro, haciendo que naciese un manto de mullida hierba donde sentarnos.

Me tumbé a la espera de que Brandon se uniese a mí. Al poco sentí su cuerpo a mi lado. Nos encontrábamos mirando las estrellas y constelaciones. Brandon me contó que su madre era una noble a la que su padre el señor de las tierras, engatuso. Cuando los padres de ella se enteraron de que estaba embarazada la echaron de su casa, el padre de Brandon no quiso saber nada de ellos dos y dejó que viviesen en la calle. Pero un día cuando Brandon aun era un bebe, según le contó su madre, una hermosa criatura de cabellos plateados y penetrantes ojos negros, les dio un lugar donde vivir y algo que echarse a la boca. No le dije nada, pero sabía quién era esa criatura de la que hablaba, sin duda era Fénix.

Después de tanto hablar el sueño comenzó a hacer mella en mi. Me dormí con la cabeza apoyada en el pecho de Brandon y con el rítmico sube y baja de su pecho como nana.

Desperté cuando el amanecer ya despuntaba por el horizonte. Brandon seguía profundamente dormido, así que decidí darme un baño antes de que se despertase.

Me desnudé rápidamente. Al rozar el agua con los pies, un escalofrío me sobrecogió. Fui sumergiéndome poco a poco, hasta que el agua me llegaba por la cintura. Estaba frotándome los brazos cuando oí un ruido a mi espalda, me giré para ver que era Brandon. Ya se había despertado, estaba sentado y con los ojos como platos. Nada más girarme se tapo los ojos con una mano.

-¿Qué hacéis en el agua, mi señora? -Pregunto con voz fuerte para que lo oyese.

-¿No lo veis? ¿O acaso sois ciego, Brandon? -Le contesté riendo.

Comencé a salir del agua, fui a donde se encontraba Brandon y me tumbé a su lado.

-¿Seguís desnuda, mi señora? -Se le veía totalmente incomodo.

-¿Por qué os incomoda tanto mi desnudez? Es algo totalmente natural, por algo nacemos así. Vosotros los mortales tenéis algunas costumbres ridículas. -Me reí.

Brandon seguía con la mano tapando sus ojos, así que me incorporé y con mi mano le aparté la suya. Tenía los ojos cerrados, por lo que le acaricié en la mejilla para a continuación darle un casto beso en los labios. Noté su sorpresa.

-Voy a vestirme, dulce Brandon.

Estábamos desayunando unas cuantas frutas que habíamos recolectado por el Bosque. Todavía era temprano, pero yo tenía que irme ya, tenía tareas que cumplir con mis Hermanas.

-Brandon, tengo que marcharme, mi deber me llama. Os devuelvo ya a vuestra casa. -Cuando esas palabras salieron de mi boca una ola de tristeza me inundó, lo que me llevó a decir esto. -Esta noche vuelvo a recogeros, ¿Queréis?

-Estaría loco si dijese que no, mi señora.

Cuando llegué a la base de las Guardianas, una Hermana me dio el recado de que Fénix me mandaba llamar. Entré en la cabaña y me dirigí hacía ella.

-¿Qué ocurre, Madre?

-Un estúpido hombre, que va a ocurrir... el "señor" de las tierras lindantes. Trata a sus súbditos como pedazos de carne, como basura. Tenemos que frenarle los pies. Como sea. -En mis 500 años de vida no había visto a Fénix tan enfadada más que pocas veces.

-Lo sé, Madre. El otro día sin ir más lejos, salvé a un hombre de sus matones. Lo peor de todo era que el hombre era hijo suyo. -Le dije con tristeza. Ella me miró de un modo muy extraño. Lo pasé por alto.

-El "señor" de esas tierras debe de ser reemplazado.

-Sí, Madre. Estoy de acuerdo, pero, ¿Cómo lo hacemos? -Cuestioné.

-Tengo un plan. Tú tranquila, Guardiana. -Respondió misteriosa.

Cuando salí de la cabaña, me choqué contra una de las Hermanas y esta cayó al suelo. Al ayudarla a levantarse me di cuenta que se trataba de Dríane, no de una de las Hermanas.

-Hola Dríane, ¿Qué haces por aquí?

-Yo... Yo, buscaba a mi hermana, Eitxi. ¿La has visto?

-No, lo lamento. Seguro que está en el pueblo, ya sabes que le encanta infiltrarse entre la gente común.

-Tienes razón, que tonta soy. Gracias Guardiana Astrid. -Dríane me sonrió y se marchó en busca de su hermana gemela.

Esas chicas siempre andaban por aquí, no son Hermanas ni Guardianas del Bosque, pero son dos chicas muy especiales, son las hijas de una Diosa. Erixi, Diosa de la Lucha y la Guerra.

Astrid. (Guardianas Del Bosque 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora