Capítulo Once.

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Hoy era el dichoso baile de máscaras. No tenía ninguna gana de asistir a él, pero si no iba el Conde se enfurecería.

Me encontraba descansando en los jardines, todos los sirvientes andaban de un lado a otro dando los últimos arreglos y nadie se fijó en mí. Ni si quiera la pareja de tortolitos que se encaminaba hacía las cuadras... a lo lejos vislumbre de quien se trataba. Era la Condesa y apostaría cualquier cosa a que el que iba con ella, era el segundo al mando del Conde. Me reí por dentro.

Iba a levantarme cuando sentí algo a mis espaldas. Me giré rápidamente y encaré al individuo.

Casi me caigo redonda al ver que se trataba de Brandon con una gran capa, su rostro quedaba oculto por la capucha.

-¿Qué haces aquí? -Le pregunté por lo bajo, intentando no llamar la atención.

-Ayer no viniste por la noche, estaba preocupado.

-Lo siento, no pude ir. Pero eso no es lo importante... ¿¡Acaso estás loco!? -Medio grité. -¡Estás en busca y captura!

-Tranquila estoy bien. Esta mañana me acerqué a la ciudad y oí lo del baile de máscaras.

-Si... Si todo sale como lo tengo planeado... está noche puede que termine con mi trabajo aquí.

-¡Eso es una gran noticia! -Susurró Brandon extasiado.

Miré a mí alrededor, no había nadie. Empujé a Brandon hacía el interior del laberinto que había unos metros de nosotros. Ya no podía contener las ganas de besarle, así que no lo hice. Nos fundimos en un apasionado beso, sin pensar en donde estábamos ni en las consecuencias de que nos pillasen. Nada más en el mundo importaba.

-Te amo. -Le susurré cuando nuestros labios se separaron.

-Te amo. -Replicó él. -No sabes cuan insoportable se me hace esta situación.

-Lo siento. Ya sabes que todo esto también es difícil para mí. Pero te amo Brandon y eso siempre será así. -Le di un suave y casto beso en la comisura de los labios.

-¿Qué ocurre? Te noto extraña.

No podía decírselo, pero tenía que hacerlo. Un duro debate se cernía en mi interior.

-Nada Brandon. Estoy bien.

Lo besé para distraerlo de esos pensamientos. Sus manos se mudaron a mi cintura y poco a poco el beso se fue haciendo más profundo. Mi pierna derecha rodeó su cadera, él bajo la mano para sujetarla en ese mismo lugar. Con mi otra mano iba a desabrochar sus pantalones, cuando oí voces lejanas.

Estábamos en un callejón del laberinto y las voces se escuchaban cada vez mas cerca. Nos compusimos las ropas rápidamente, como pudimos. Yo entré en pánico e hice lo único que se me ocurrió.

Con las manos en la pared de arbusto hice que las plantas se moviesen para que se abriese un pequeño pasadizo. Brandon y yo lo traspasamos a toda prisa. Nada más estar al otro lado lo cerré inmediatamente.

En la salida del laberinto había un guardia; este habrá llegado con las demás personas; le dí un golpe seco en un músculo de entre el cuello y el hombro, se cayó redondo al suelo, desmayado. Lo arrastré al interior y Brandon lo desnudó para intercambiarse las ropas con él. Yo lo dejé atado con raíces en un recoveco del laberinto.

Nos dirigí a mis aposento por pasillos poco transitados, para que nadie se fijase en el guardia desconocido a mis espaldas.

Una vez dentro de mi habitación, ya en un lugar seguro, me lancé a los brazos de Brandon en busca de su calor. Él me lo dio de buena gana.

Pasados unos minutos, nos sentamos en la cama. Ya era tarde y tenía que arreglarme para la dichosa fiesta. Brandon me ayudó a abrocharme el vestido, ya que no llegaba a los lazos de la espalada.

-Estas preciosa. -Me dijo al ver el resultado final.

-No me siento preciosa, sino ridícula.

Yo no vestía vestidos tan aparatosos, mi naturaleza era más salvaje, libre de estas cosas.

-No salgas de la habitación bajo ningún concepto. ¿Lo has entendido?

-Sí señorita. -Se burló de mí antes de atraparme entre sus brazos y plantarme un beso. -Ten cuidado. -Dijo ahora serio.

Le deposité un beso suave en la comisura de los labios como despedida.

-¡Ah! No te olvides de esto. -Dijo mientras me tendía una máscara negra con detalles blancos enrevesados.

Se colocó a mi espalda y con delicadeza colocó el objeto en mi rostro. Sus dedos tardaron en abandonar mi cuerpo, se entretuvieron en mi pelo.

-Ahora estas lista.

Dio media vuelta sobre mi y besó mi sien con ternura. No soportaba no contarlo lo que ocurría, por lo que fui una cobarde y decidí huir de allí.

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He decidido que a partir de ahora intentaré publicar dos veces por semana, mínimo una vez. Pero los capítulos no serán muy largos...

¿Tenéis ganas de bailar? ;)

Comentarme que os parece la historia y si veis bien el rumbo de esta.

--> Un besito <--


Astrid. (Guardianas Del Bosque 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora