Brandon y yo seguíamos en el laberinto después de la marcha de la Condesa. Sabía que el plan no le iba a gustar pero no quedaba otra tenía que acabar ya.
-Brandon, tengo que contarte algo...
-Decidme, mi Flor.
-El plan es seducir al Conde y una vez en sus aposentos lo dejaría inconsciente. No te preocupes, nada puede salir mal. Te amo, Brandon. -Le dí un casto beso en los labios. -Lo siento.
Esto último se lo dije mientras le dejé inconsciente en el suelo. Lo arrastré por el interior del laberinto. Lo hacía por su bien, no quería que saliese herido...
Una vez dentro del salón, localicé al Conde y me dirigí hacía él a paso ligero. En cuanto me situé a su lado, comenzó la actuación.
-Conde... -Dije en un susurro mientras le rozaba el brazo con mi mano.
-Astrid... -Respondió él. -Habéis tardado mucho. ¿Qué os ha pasado?
-Nada, mi señor, solo necesitaba despejar la mente.
-¿Le apetece acompañarme a un sitio menos bullicioso? -Preguntó sin ningún rodeo.
-Claro, mi señor. -Repliqué sumisa. El solo sonrió taimado.
Nos condujo por un oscuro y estrecho corredor, no había ni un alma en a que siniestro lugar. Entonces el Conde se paró en seco, me agarró de la cintura y me atrajo hacia él. Yo solo pude estremecerme de repugnancia.
-No creo que este sea el mejor lugar para hacer esto, mi señor. -Intenté zafarme de su agarre, pero parecía un pulpo. -Vayamos a un lugar más privado...
No pude terminar la frase, el Conde me agarró de la muñeca con dureza y me arrastró hasta sus aposentos. Una vez dentro me tiró de malas formas a la cama.
-Creo que esto va un poco deprisa, mi señor. ¿Por que disfrutamos un poco más del momento...?
Tenía encima el pesado cuerpo del Conde, iba a dormirle al igual que a Brandon, cuando llamaron a la puerta, parecía urgente. Algo acababa de arruinar mi mejor oportunidad. El Conde gruñó de frustración y gritó al tipo del otro lado de la puerta.
-¿¡Quién se atreve a molestarme!? ¡Estoy ocupado, volved luego!
-Pero mi señor, se trata de un asunto urgente.
Enfadado, el Conde se levantó de encima de mi cuerpo y fue a abrir la puerta con pesadez. El hombre bajo el umbral, me era meramente familiar, lo había visto en alguna parte. ¿Dónde? Iba a ir hacía ellos cuando las palabras del Conde llegaron a mis oídos.
-¿Está en las mazmorras?
-Sí, mi señor.
-¿Dónde lo encontrasteis?
-En el laberinto, mi señor, tirado en el suelo, inconsciente.
-Bien, ahora marchaos.
-Sí, mi señor. -Le contestó el sirviente.
Pero antes de marcharse, él me miró y en sus ojos vislumbré una punzada de reconocimiento y otra de temor. ¡Ya me acordaba! Era uno de los que le estaba dando una paliza a Brandon cuando le rescaté. Un momento, acababan de decir que tenían a un hombre prisionero, encontrado inconsciente en el laberinto... ¡No, Brandon!¡Tenía que ir a por él!
-Bueno, ¿Por dónde íbamos? -Canturreó el Conde.
-Mi señor, lo lamento mucho, pero tendré que ofreceros mi compañía en otros momentos...
Estaba tan alterada, que no me dí cuenta de que fuera de la habitación se encontraba la guardia del Conde. Paré en seco, di media vuelta y vi la fría mirada del Conde. Iba a atacar, pero antes de poder hacer nada, alguien me golpeó por la espalda con algo realmente pesado y caí inconsciente. Lo último que recuerdo es la mirada de acero gélido del Conde.
Desperté por el sonido de gritos no muy lejanos. Cuando el letargo abandonó mi mente confusa por el sueño puede reconocer al dueño de esos gritos, Brandon.
Mis ojos estaban vendados, iba a levantarme pero una fuerte presión en mi cuello me detuvo de ello. Notaba como unos pequeños dientes se clavaban en él solo con respirar. Mis manos y pies corrieron con la misma suerte. Sentía la sangre caliente escurrirse espesa por mi cuerpo. Contra más tiraba de mis sujeciones más sentía. Decidí detenerme, ya que no era buena idea perder la consciencia otra vez.
Una voz surgió entre las sombras del frío lugar consiguiendo que todo mi cuerpo se helase.
-Vaya sorpresita que nos has dado, Guardiana. -Escupió con asco la última palabra. -Yo que realmente esperaba gozar de una gran noche...
-¡Me dais asco! -Escupí a donde adivinaba que venía el sonido de la voz del Conde.
-¡Sucia mocosa! -Gritó encolerizado mientras tironeaba de mis cabellos y hacía que más sangre se deslizase de mi cuello. -Te vas a enterar quien manda. ¿Me oyes?
Al no obtener respuesta de mi parte, tiró con más brutalidad aun de mi pelo.
-No os voy a satisfacer en nada de lo que me digáis. Yo no obedezco tus ordenes.
-Eres una miserable. ¿Dónde están ahora tus Hermanitas del Bosque, eh? -Dijo con sorna.
-Yo sola me valgo para vencerte a ti y a todos tus esbirros.
Me acercó más a su rostro, tanto que podía sentir su asqueroso aliento golpeándome. Sentía punzadas de dolor en el cuero cabelludo por el rudo trato que estaba recibiendo del Conde, pero jamás me doblegaría ante él.
-Eso ya lo veremos... Por lo pronto me parece que tú y ese bastardo tenéis algo más que una amistad. No podré quebrantar tu cuerpo, pero si tu corazón.
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Lamento mucho haceros esperar tanto... pero aquí tenéis el nuevo capítulo. Espero realmente no tardar mucho con el siguiente y también aprovecho para comunicaros que el desenlace de la historia está cerca ya...
Espero que disfruteis tanto como yo al escribir esto:)
Besitos para todxs<3
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Astrid. (Guardianas Del Bosque 1)
FantasyNo lo pensé ni un segundo más, me la llevaría al campamento. Después de todo ninguna de las Hermanas me puede poner objeciones, ya que nuestro deber es preservar la vida y la naturaleza contra todo mal y dejar que la bebé muera es una pura atrocidad...