No podía ser verdad. Llevaba media hora sentada en la cama, contemplando el tarro en mis manos. El color del agua se había tintado de negro... Estaba encinta.
La noticia me había impactado, no podía decir que no esperaba que pasase. Lo que no imaginaba era que fuese tan pronto. ¿Dioses, ahora que hago? Me encontraba en plena misión, no podía simplemente ignorarlo.
De pronto, llamaron a la puerta. Dejé el frasco en la mesilla y me dirigí a la puerta para ver de quien se trataba.
Era un sirviente, me dijo que el Conde requería mi presencia en su despacho. La verdad que ahora no tenía ánimos para hacer frente a ese individuo.
En cuanto llegué al lugar, llamé a la puerta. Cuando entré el Conde me ordenó que me sentase en una de los sillones que había a un lado de la sala.
-Señor Conde, ¿Me requeríais? -Pregunté seca.
-Sí, yo la mandé llamar. Quería haceros una proposición. -Le miré intrigada. -Mañana daré un baile de máscaras, como ya os habrán informado. -Al ver mi cara de desconcierto, rectificó. -¡Oh, no lo sabíais!
-No, mi señor.
-Bueno pues quería pediros amablemente que llevaseis el vestido que ahora mismo están dejando en vuestra alcoba.
-¿Vestido? No entiendo... -Cada vez estaba más desconcertada.
-Después del baile, uno de mis hombres de más confianza, os escoltará a mis aposentos...
-¿Qué queréis de mi persona, mi señor? -Pregunté coqueta, retomando mi papel.
-Os quiero a vos. -Dijo acercándose hasta a mi.
-¡Pero señor! ¿Y vuestra esposa? -Me hice la inocente.
-No tenéis que preocuparos por ella. -Agaché la cabeza en señal de falsa sumisión. -Me vuelves loco, Astrid.
Al notar que se había acercado a mi en demasía, me comencé a alterar. En mi cabeza me puse a pensar alguna escusa factible para salir huyendo de allí.
-Señor... Tenéis que disculparme pero su señora está esperándome y si no llego pronto... -Antes de poder terminar de hablar me cortó.
-Sí, ya conozco a mi esposa. Podéis marchar, de momento os dejo escapar.
Lo último que escuché al salir de la sala, fue la risa del Conde y esas palabras resonando en mi cabeza sin parar.
Una vez en mi alcoba me sentí segura de toda esta locura. Apoyada en la puerta pude ver el vestido del que hablaba el Conde. Era... no tenía palabras para describirlo, bueno tal vez una, atrevido.
La noche ya había caído y necesitaba hablar con Fénix y contarle lo que ocurría. No tardé mucho en llegar donde la Madre de las Hermanas del Bosque. Llamé suavemente a la puerta y está se abrió al instante. Entré y encontré a la Guardiana frente a la ventana de su cabaña.
-¿Qué os ha ocurrido? -Preguntó sin mirarme.
-Estoy encinta. -Confesé abrumada.
-Lo sé, lo noté aquel día en el castillo. ¿Supone un problema para que continuéis la misión?
-No, solo quería hablar con alguien de esto... -Respondí.
En ese momento, Fénix se giró hacia mí.
-No os preocupéis por nada, no estáis sola, lo sabéis.
-Se que no estoy sola, Madre... Pero es todo tan confuso... se que no se lo debo decir todavía a Brandon. No hasta que no termine la misión y si lo veo se lo diré, no podré mantenerme callada...
-Tranquila, Astrid. Todo estará bien. -Dijo la Madre de las Guardianas.
Ella se volvió a girar hacia la ventana, mirando a la nada, al vacío. En ese instante me di cuenta de que algo no iba bien, se la veía preocupada por algo.
-¿Estáis bien, Madre?
-Sí hija, no os preocupéis. -Fruncí el ceño.
-¿Segura?
-Es solo que como Madre de todas las Hermanas y Guardianas del Bosque tengo mucho peso sobre los hombros, nada nuevo. Id con los Dioses hija.
Se despidió de mi, echándome así de su cabaña y dando la conversación por terminada. Volví al castillo, ya que no podía ir a ver a Brandon...
Ya tumbada en la cama, me puse a pensar cuanto había cambiado mi vida en tan solo veinticuatro horas. Toqué mi tripa aun planta y así me dormí.
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Bueno pues como dije no he tardado mucho (para mi costubre je)
Se que es cortito, pero no me matéis:)
¿Qué es lo que más os ha gustado del capítulo?
Yo creo que todxs os esperabais el resultado de la prueba jaja
Bueno ya os dejo de dar la brasa, nenxs! Un besito!
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Astrid. (Guardianas Del Bosque 1)
FantasyNo lo pensé ni un segundo más, me la llevaría al campamento. Después de todo ninguna de las Hermanas me puede poner objeciones, ya que nuestro deber es preservar la vida y la naturaleza contra todo mal y dejar que la bebé muera es una pura atrocidad...