Capítulo Catorce

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Me costaba respirar, todo me dolía con tan solo hacer un mínimo movimiento. La sangre que había fluido por mi cuerpo se secó dejando paso a las costras y heridas abiertas. Estaba tremendamente débil...

Ahora tenía un pequeño momento de paz; en los dos días que llevábamos aquí no habían cesado los gritos y salvajes apaleamientos y torturas por parte de los carceleros hacía Brandon. La cosa no quedaba solo ahí, ya que el Conde bajaba de vez en cuando a torturarme en persona, <<¡Qué honor!>>. Pensé con ironía.

Oí como alguien se acercaba a mi celda, imaginé que la cara que vería sería la del Conde, pero me equivoqué. La sorpresa invadió mi cuerpo y la desconfianza se adueñó de mi.

-¿Qué hacéis aquí, Condesa? -Cuestioné con voz rasposa.

-Ayudaros.

Tan pronto como se acercó a mí, pude vislumbrar como de su aterciopelada capa roja, se apreciaba el filo de una daga. Ella rebuscó en el interior de bolsillo y sacó una pequeña llave plateada. Lo primero que me quitó fue el cepo que aprisionaba mi garganta; por fin pude respirar sin presión. Luego le siguieron las demás cadenas.

-¿Por qué? -Cuestioné.

-Luego acordaros de quien os ayudó. Que mi hija y yo no sufriremos.

-Tenéis mi palabra de Guardiana del Bosque. ¿Dónde está Brandon?

-En la celda continua. -Me levanté pero un mareo me sobrevino. -Guardiana... si me lo permitís, estáis muy débil...

Cerré los ojos, cansada. Estar en las mazmorras, sin ni una gota de naturaleza rodeándome, me tenía sin fuerzas.

-Ayudadme a salir de aquí. -Susurré.

La Condesa me ayudó a salir de aquel agujero del castillo por unos pasadizos subterráneos. Si hubiese estado en mejores condiciones podría haberlo memorizado, pero tal y como estaba... no.

Una vez que llegué a las lindes del bosque pertenecientes al Conde, me comencé a quitar el pesado e incómodo vestido del baile. Este estaba rasgado y manchado de sangre, mí sangre. Cuando ya nada rozaba mi piel, me tumbé en la maleza del bosque. Notaba como toda ella se iba enredando por mi cuerpo, dándome fuerza y poder necesarios para ir a rescatar a Brandon y poder curarme.

Ya me sentía lo suficientemente bien como para ir a la cabaña volando e ir a por algunas de mis hierbas. Las metí en una bolsa de cuero que me colgué al hombro. No me quité la maleza enredada a mi cuerpo, por lo que al vestirme se dejaba ver. Así es como yo me sentía totalmente a gusto, cuanto lo había echado de menos. Pero ahora mi prioridad era ir a por mi amor y rescatarlo de el inhumano padre que los Dioses le han dado.

Mientras iba sobrevolando el terreno, me vino una duda a la mente... ¿Dónde esta Fénix? ¿Por qué no ha venido a ayudar? Eso era muy raro.

Aterricé frente a la puerta donde horas antes había salido con la Condesa. Entré, aunque estaba cerrada la pude abrir fácilmente. No recordaba el camino, pero me pude orientar por el olor a carne quemada y sangre, a parte de los estruendorosos gritos que hacían eco por los corredores. Espeluznante.

Finalmente llegué a mi destino. La celda estaba custodiada por dos guardias, no obstante sabía que el Conde no sería tan iluso de creer que con dos sería suficiente.

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Bueno amiguitos aquí está el nuevo capi... siempre digo lo mismo, que intentaré tardar menos... pero cuando no es una cosa es la otra. ¡Lo siento! :(

Votad y comentad! (me hace feliz ver que opináis)

PD: Quería comentaros que si os gusta esta historia os paséis por la primera parte, Terrores Ocultos. Este nombre puede engañar, no trata sobre terror, si os gusta esta esa os aseguro que también lo hará, dado que es la misma temática.

Ahora si... ¡Adios y un besote a todxs!


Astrid. (Guardianas Del Bosque 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora