Capítulo 1

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No Puede Ser...

Abby
Me encontraba en la sala de espera del hospital, luego de recibir la llamada de la policía informándome que mis padres, junto a mi hermana y cuñado, habían tenido un accidente automovilístico por culpa de un conductor ebrio.

No podía dejar de morderme las uñas, miles de pensamientos me venían a la cabeza.

¿Qué pasaría con mi sobrino Oliver? Apenas tenía tres años de edad.

¿Qué si les pasaba algo a Maya o a Brad?

¿Cómo estarían mis padres?

Toda clase de preguntas se me venían a la mente, mientras Taylor intentaba consolarme. 

—Necesito saber cómo están. ¡Llevamos doce horas esperando a que un maldito doctor salga de la operación y todavía no sabemos nada nada! —

—Tranquila, Abby, es solo que llegaron algo graves, la operación es peligrosa y se necesita tener mucha calma y cuidado —apuntó Taylor.

—Ya lo sé, ¡pero no puedo más! ¿Qué pasa con Oliver, sigue en la guardería? —le pregunté al darme cuenta que nadie lo había recogido de ahí.

—Tranquila cariño, yo voy a por él. No me tardo -

—Gracias - respondí sintiendo una gran tranquilidad.

—No hay de qué, vuelvo enseguida. Tranquila, todo saldrá bien —afirmó Taylor para luego darme un abrazo y un beso en la mejilla.

—Adiós, no tardes —le pedí.

—Adiós —dijo ella antes de marcharse.

Taylor y yo habíamos sido amigas desde niñas, era como una hermana para mi, una hija más para mis papás. Siempre nos habíamos apoyado mutuamente en los buenos y malos momentos.

Intente distraerme leyendo una revista, hasta que escuche una voz.

—¿Familiares de Jorge Blair, Miranda Miller, Maya Blair y Brad Johnson?

—Soy yo —dije levantándome del asiento.

—Señorita, hicimos todo lo que pudimos, pero el accidente causó muchos daños...

—Por favor, doctor, ¡solo quiero saber cómo están! —exclamé impaciente.

—La señorita Maya está en terapia intensiva, está muy delicada. Por desgracia, el señor Brad murió al instante junto a la señora Miranda, y el señor Jorge acaba de fallecer.-

—No, no puede ser. Por favor dígame que no es cierto.- supliqué sintiendo mis lágrimas derramarse por mis mejillas.

Esto debía ser una broma, mis papás no podían estar muertos. Brad también estaba muerto.

—Lo lamento mucho, señorita —

—Gracias —respondí con la voz entrecortada—. ¿Cuándo seré capaz de ver a mi hermana?

—En media hora.

Sin decir nada, regresé al sillón y me senté.
Esto no podía ser cierto, no podía. Cubrí mi cara con mis manos y dejé que mis lágrimas salieran con más fuerza. Deseaba que esto fuera un simple sueño, una pesadilla, pero el dolor en mi pecho era demasiado real, esto era real.

No supe cuánto tiempo había estado llorando hasta que escuche unos pasos acercarse a mi. Al levantar la cabeza me di cuenta de que era Taylor con mi sobrino Oliver

-Abby, ¿Qué pasó? -

A pesar de escuchar la voz preocupada de mi amiga no pude contestar, solo pude negar con la cabeza y seguir llorando.

—Amiga, lo lamento tanto –me dijo abrazándome, mientras lloraba por mis padres, hermana y cuñado.

Me limpié las lágrimas y agarré a Oliver en mis brazos. Él estaba muy confundido, no entendía que su papá y sus abuelos no iban a regresar.

—¿Por qué lloras? —me preguntó Oliver con su voz inocente, la cual muchas veces no entendía, ya que solo tenía tres años de edad y aún no sabía hablar muy bien.

—Por nada, bebé, todo va a estar bien —contesté mientras lo abrazaba y le daba besos en sus hermosos rizos rubios.

Oliver se parecía mucho a Maya, con sus increíbles ojos grises y su piel blanca. Pero su nariz respingada, sus orejas y también los labios, eran rasgos de Brad. Oliver era un bebé muy guapo y no dudaba que de grande fuera un rompecorazones.

No podía dejar de pensar en lo que pasaría con Oliver si Maya moría. A pesar de que no estaban tanto con Oliver gracias a sus demandantes trabajos, sabía que lo amaban con toda su alma y el a ellos. Maya tenía que ser fuerte por su hijo, no podía dejarlo solo tan chiquito. Tenía que vivir su primer día de escuela, su primer cambio de dientes, su primera pelea, su primera novia, tenía que vivir por el.

Acurruqué a Oliver entre mis brazos y lo dejé descansar sobre mi. El hospital no era lugar para que un niño estuviera.
Limpie las silenciosas lágrimas  que salían de mis ojos y admiré a Oliver dormir.
Luego de unos momentos de completo silencio el doctor volvió a salir.

—Señorita, ya puede pasar a ver a su hermana.-
Asentí con la cabeza y me levanté para dirigirme a ver cómo estaba mi hermana. Le entregue a Oliver a Taylor y con pasos silenciosos, seguí al doctor por el pasillo.

Oliver © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora