Capítulo 4

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Buscando Secretaria
Cameron

Estaba furioso, necesitaba una secretaria ya. La anterior era una niña mimada que siempre me comía con los ojos y no hacía nada. Mi hermano James, un mujeriego, la contrató solo porque estaba buena, sin leer su currículum.

Tenía mucho trabajo últimamente con un contrato que estaba a punto de cerrar, para construir un hotel de cinco estrellas en el Caribe. Era un negocio que beneficiaría muchísimo a mí y a mi constructora y sin una secretaria, no podría organizarme bien.

—Miriam, ¿le puedes decir a mi hermano que venga? —dije con voz fría a la secretaria de mi hermano.

Ella tenía cincuenta y seis años. No podía permitir que siguiera despidiendo a más secretarias después de tener un buen polvo la noche anterior. Ya había despedido a tres en un mes.

—Claro, señor Williams — la escuche hablar por el interfón.

—Gracias, Miriam.

—De nada, señor. El señor James ya se dirige a su oficina —añadió.

Esperé unos minutos y luego oí cómo golpeaban la puerta de mi oficina.

—Adelante —

—Hola, hermano —me saludó James al entrar.

—James, necesito que me busques una secretaria lo antes posible —le pedí serio.

—Claro, hermanito ¿Cómo la quieres, chaparra, güera, morena, alta, flaca?-

—Quiero una que tenga cerebro y no se me tire encima en cuanto tenga la primera oportunidad — Lo mire serio.

—De acuerdo, hermano, no te preocupes. Yo la encontraré —aseguró riendo.

—La quiero para hoy, James. —Lo miré directamente a los ojos.

—Está bien —respondió antes de marcharse.

Estuve trabajando toda la mañana. Al final de la jornada sonó mi teléfono.

—Habla Cameron Williams.-

—Cameron, hijo, ¿cómo estás?-

—Hola, mamá, estoy bien ¿y tú y papá?

—Oh, cariño, estamos bien, gracias. Te quería preguntar... ¿Cuándo vas a venir a comer? Ya pasó mucho tiempo  desde la última vez que viniste -

—Lo sé mamá y lo lamento. Es solo que tengo mucho trabajo.

—Y eso es lo que me preocupa, hijo. Trabajas demasiado y sin descanso, ya no tienes tiempo para divertirte.

—Tienes razón mamá, pero lo hago para mantener mi constructora entre las mejores de todo Nueva York —aseguré con un suspiro, ya me sabía sus sermones.

—Ay, cariño, necesitas a alguna chica que te haga reaccionar.-

—Mamá, por favor, ya hablamos de esto...

—Solo recuérdalo, hijo. Bueno, ya me tengo que ir, te esperamos a comer muy pronto, y por favor, ven. Sería bueno pasar un rato en familia.

—Está bien, mamá, ya veré cuándo puedo. Te avisaré.

—Ok, te quiero, Cameron —se despidió.

—Yo también te quiero, mamá. —Le respondí y acabé con la llamada.

Volví al trabajo y de pronto escuché gritos fuera de mi oficina. Me levanté de mal humor y fui a ver qué pasaba.
Cuando salí, encontré a mi recepcionista gritándole a una joven, que llevaba en brazos a un bebé llorando.

—¡¿Qué está pasando aquí?! —grité.

En eso, la desconocida se giró hacia mí y pude verla. Era hermosa, de pelo castaño, con unos labios muy delineados, carnosos, una nariz respingada con algunas pecas y ojos de color caramelo con un toque de gris y verde. Su altura era promedio, con buen cuerpo y su largo cabello tenía algunos rizos en las puntas.

—Esta zorra con el niñito quiere verte, Cameron —dijo Carla, la recepcionista.

—Señorita Brooks, le he dicho muchas veces que me hable de usted y cuide su vocabulario —respondí con frialdad.

—Lo lamento, señor Williams —aseguró ella con fingido arrepentimiento.

—Señorita, ¿para qué me busca? -

—Disculpe, señor Williams. Me llamo Abigail Blair y vengo por el trabajo de secretaria.

Oliver © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora