Capítulo 5

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Media hora después llegamos, el lugar está abarrotado de gente, de repente, las personas van desapareciendo, es como su hubieran cortado el acceso a ésta zona de la ciudad, extrañada escondo al niño detrás de mi, un grupo de hombres totalmente de negro se empieza a acercar hacia nosotros.

Guardaespaldas.

De detrás de ellos sale el último hombre que esperaba ver, sus ojos grises azulados me miran con una frialdad que ayer no me miraba, ya no viste con su ostentoso traje, viste de manera informal, Zane suelta mi mano y sale a su encuentro, Jessie al ver el ojo morado y el daño causado en el cuerpo del niño caminar hacia mi, sus ojos mas oscuros, los puños apretado a cada lado del cuerpo, me cruzo de brazos y espero a ver qué és capaz de hacerme.

— que coño le hiciste — ruge cogiendo en un puño mi blusa.

Zane me mira asustado, espero a que mis demonios reacciones y salgan, pero no lo hacen, frunzo el ceño, su toque no me arrastra a la oscuridad, al contrario, me arrastra a mis recuerdos mas oscuros, esos que intento siempre mantener en lo profundo de mi memoria, a cuando era esa niña de pelo castaño completamente sucio, a la que la gente la miraba con asco y repugnancia, esa niña que sin saber que mas hacer pedía dinero en cada esquina y lo único que la gente le lanzaba era su basura, las voces vuelven a mi cabeza “Dios que asco. No te acerques a ella, es una pordiosera. Si quieres algo me haras un "favor" muñeca” a mi cabeza llega esas veces que gente de su "clase" al verme lo único que hacían era escupirme e irse sintiéndose mas poderosos, la rabia e impotencia me consume quemándome desde dentro.

De un manotazo quito sus manos de mi blusa, él me mira sorprendido y yo solo soy capaz de mirarle con odio, rencor, a él y Richard que está a lado de él, no se en que momento llegó y tampoco me interesa, lo único que quiero hacer ahora es golpear, romper, hacer que las personas sientan lo que yo siento, me siento rota, hundida, sumergida en un abismo oscuro donde no puedo escapar, y tampoco quiero hacerlo, quiero que sientan la desesperación que yo sentí, el dolor cuando mi alma y todo lo bueno que había en mi se rompió quedando piezas rotas incapaz de ser unidas.

— la próxima vez cuida mejor de tu hijo y da las gracias que lo encontré — gruño mirando a Jessie — y tú — señalo a Richard — no se te ocurra volver a pedirme un puto favor en tu miserable vida — escupo todas mis palabras con todo el odio y rencor que reside en mi interior.

Evito mirar a Jessie, me doy la vuelta y me voy sin mirar atrás, oigo que me llaman pero lo ignoro, no quiero saber nada de ambos.

Camino sin rumbo fijo, la noche y la oscuridad son mis fieles compañeras, veo pasar a las personas, algunas con prendas caras y otras simplemente con una sonrisa ajena a la oscuridad que las rodea, observo como pasan de largo sin siquiera mirar al hombre viejo y demacrado tirado en el piso pidiendo por algo de dinero, sus grandes y ojerosos ojos junto a su temblorosas manos me dicen que ese hombre necesita dinero para su droga.

— una monedita por favor .

A duras penas levantan su esquelética mano para que le de algo.

— levantate y trabaja — gruño siguiendo mi camino.

A mi nunca nadie me ayudó, no entiendo porque no deba hacer lo mismo, es absurdo, en mí no queda nada bueno, sólo soledad, odio, rencor, desconfianza, quiero que todas esas personas podridas en dinero que me rechazaron se arrodillen ante mi.

— disculpa.

Un hombre se para delante de mi impidiendo que siga caminando, alto, ojos oscuros, viste con un traje oscuro y un maletín negro en la mano, las personas nos esquivan siguiendo su camino.

Ella está rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora