Capítulo 16

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Me sentía estúpida, no por haberle golpeado en medio de la calle, no, me siento estúpida por el simple hecho de saber que la madre de su hijo está de vuelta, me siento estúpida de que ella lo tenga a él, me siento estúpida porque, todo eso, todo me duele, y no debería ser así, veo esos grises orbes y solo siento un leve pinchazo, aquí, en mi pecho, no es fuerte, pero aún así duele, es abrumador y ni estoy familiarizada con éste tipo de dolor, me siento estúpida porque solo lo conozco de días y ya me duele conocer la verdad que internamente conocía de él.

- entiendo tu confusión - dice con la sonrisa torcida.

Lo dice como si la ostia que acabo de darle no le hubiese dolido en lo absoluto, pero su mejilla marcada me confirma lo contrario, y por un segundo, por un solo segundo me replanteo pedirle disculpas, mas mi orgullo me lo impide, mi grandísimo orgullos se niega a hacerlo.

- ella es mi hermana menor - aclara cogiendo mi mano. Duele - te duele? - pregunta mirando el rojo de mi palma. A veces me sorprende lo fácil que le resulta leerme. Sorprendiéndome, deposita un beso en la palma de mi mano, calmando momentáneamente el escozor en ella - si me premites, me gustaría que la conocieras, formalmente - me pide sin borrar esa sonrisa.

De pronto me siento avergonzada, y aún mas estúpida que antes, es su hermana, su maldita hermana y yo aquí, actuando como una chiquilla, no lo merezco, nunca lo haré.

- estoy rota - murmuro como si esa fuera razón suficiente para no merecer conocer sus círculos mas cercano.

En cierto centido era así, quizás él es la única persona que entiende los pensamientos de una mujer, que medita antes de actuar, no le importa que le haya golpeado pues entiende que confundí la situación, él es el tipo de persona que se merece una mujer mentalmente estable, una mujer que pueda darle seguridad, que pueda darle todo lo que yo nunca podré darle, yo solo soy una muerta de hambre, una chica de la calle, una mujer que no tiene clase ni educación y él, el lo tiene todo, yo no tengo nada, solo pretendo ser alguien quien no soy, encajar en un mundo al cual nunca pertenecí. Patético.

- lo se - dice en voz baja manteniendo esa realidad en un secreto - y no me importa.

Me gustaría poder responder algo ingenioso con el cual poder escaquearme de ésta vergonzosa situación, pero mi mente está en blanco y Jessie toma mi silencio como algo positivo. Me coge de la mano y me arrastra al interior donde su hermana nos espera con los brazos cruzados.

Ninguno dice nada en todo el camino al último piso, Samuel aún debe de seguir ahí pues no lo he visto irse, aunque tal vez hay una puerta trasera, ni siquiera se porqué me preocupo si el está o no allá arriba. La mirada de la hermana de Jessie, cuyo nombre aún desconozco, me pone nerviosa, me mira de arriba abajo y yo me muerdo la lengua para no soltarle una de las mías, no me gusta que me miren como si fuera un enigma que hay que descifrar. Ella no es la mamá de sus hijos, pero ese hecho no quita que esa mujer vuelva a reclamar lo que le pertenece.

- Señor Pavelka, bienvenido.

Tras que la puerta se abre, uno de los maître nos conduce a nuestra mesa, tuvo que añadir una silla mas pues al parecer solo había reservado mesa para dos, por supuesto el maître no hizo problema alguno, yo deseaba internamente que se negara a hacerlo, ya que así tendría una buena escusa para librarme de ésta comida.

- Brooke Fiend - me llama su hermana.

Como un robot imito sus movimientos, espalda erguida, piernas juntas y pies cruzados por debajo de la silla, dedos entrelazado sobre la mesa y mentón elevado, signo de alta autoestima.

- lo siento, Jessie no me ha hablado de ti - le digo al no saber como llamarla.

La mirada que le lanza a su hermano es venenosa y éste automáticamente me fulmina con la suya. No pretendía herir a su hermana, no quería atacarla, no pretendía hacerlo, pero simplemente el tono de voz que utilicé, deja mucho que desear.

Ella está rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora