Capitulo 33

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" miro a ambos hombres con cierto temor, los dos son muy altos, frente a nosotros hay un niño, creo que mayor que yo, tiene una cinta plateada pegada en sus labios, sus manos atadas detrás de su espalda, uno de esos hombre me señala con una cosa que ellos llaman <pistola> a la vez que otro me tiende otra invitándome a cogerla.

– cogela!— ordena con voz dura.

No recuerdo muy bien cómo llegué aquí, lo ultimo que recuerdo es que alguien me golpeó la cabeza, cuando me desperté ya estaba aquí.

En silencio obedezco su orden y cojo esa cosa, pesa demasiado, es totalmente negra, en realidad me gusta, es bonita.

– Brooke, pequeña – me llama ese hombre cuyo nombre no recuerdo –tienes que matarlo–  sonríe.

Niego con la cabeza y retrocedo un paso asustada, solo tengo siete años, tal vez me haya metido en más peleas de la que me gustaría, pero nunca he matado a nadie, no quiero hacerlo y ese hombre no me da tiempo a inventarme una excusa válida cuando siento su puño envuelto en varios anillos golpear con fuerza mi rostro, caigo al piso con fuerza, golpeando mi cabeza contra el piso, mi vista se nubla por la lagrimas que rápidamente se acumulan en mis ojos. Duele. Mis labios tienen un sabor metálico. Sangre.

– pequeña e inocente Brooke, no te he preguntado si querías hacerlo – gruñe al mismo tiempo que me coge del cabello y tira hacia arriba, obligándome a ponerme de pie nuevamente.

Esta vez no dudo, levanto la pistola y aprieto el gatillo, al ver su cráneo prácticamente destrozado y su sangre esparcida por el piso, comprendí que para sobrevivir en un mundo tan cruel como este, debía convertirme en alguien aún más cruel, decidí que no importaba lo que pasase con los otros, si ellos no saben protegerse, está claro que no merecen vivir"

señorita Fiend, el señor McFly desea verla.

Esta mañana estaba tan cansada, que al llegar al trabajo no pude hacer otra cosa que echar una cabezadita mientras Derek pasea por las instalaciones acompañado de un guardaespaldas, me reincorporo en mi silla aún con el recuerdo de ese sueño, seguía exhausta, cansada, lo ultimo que quería era hablar con Thomas, sin embargo no me opuse por lo que al cabo de unos minutos, la puerta se abre y el de ojos verdes entra cerrando la puerta detrás de él, viste con una polo negra, zapatillas y vaqueros, tan guapo como la primera vez que lo vi.

– me he enterado lo que pasó anoche, debiste llamarme – dice rodeando mi escritorio hasta posicionarse a mi lado.

Ladeo la cabeza y lo observo intentado ver más allá de esa mirada llena de preocupación y algo más que no se identificar.

– que hubieras hecho si te hubiera llamado?– pregunto de pronto interesada – antes no hubieras hecho nada, ¿que ha cambiado ahora?

– todo ha cambiado ahora, ya no soy el mismo idiota egoísta de antes – asegura con un tono de voz que no deja margen a la duda – te sigo amando, pero no pretendo recuperarte Brooke, se que es imposible, yo solo quiero cuidarte como antes no lo hice quiero...

– entonces tiras la toalla sin siquiera intentarlo?– pregunto levantándome.

No se siquiera porque le digo eso, no es como quisiera realmente que luche por mi, yo ya no siento nada por el, ni siquiera odio, mucho menos amor, pero mi cuerpo parece haber olvidado todo, pues ignorando las órdenes de mi cerebro, mis extremidades obedecen sus propios deseos, cojo en un puño de su polo, lo hago girar y lo empujo de forma que cae sentado sobre mi silla, su mirada lo dice todo: sorpresa.

– tú me odias – murmura levantándose.

Miro esos orbes martirizados por algún motivo, el siempre fue más alto que yo, más fuerte, más astuto, más cabrón, tal vez fue todo eso lo que realmente me enamoró, o quizás fueron su delgados pero carnosos labios, esos mismo que no puedo dejar de mirar, el lo nota pero no dice nada, sólo frunce el ceño y yo no sé que es lo que estoy haciendo, como guiada por una fuerza mayor, deslizo mis manos hasta colocarlas detrás de su nuca, tiro de el pegándolo a mi, y en el proceso junto mis labios con los suyos, suaves y petrificados, está sorprendido por esa acción pero no tanto como yo. Nos mantenemos en esa misma posición algunos segundo hasta que Thomas reacciona y me besa casi desesperado, le devuelvo el beso con la misma intensidad, nuestras lenguas danzan celebrando su reencuentro.

Ella está rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora