Capitulo 36

249 20 3
                                    

Manteniendo la cabeza gacha, observo cómo se acerca a grandes zancadas, se pone de cuclillas frente a mí y sin importarle que pueda mancharse, me coge de la mano, la hace girar exponiendo ese corte horrendo que a pesar de tener sangre seca al rededor, seguía expulsando ese rojizo líquido.

– te lo has hecho tú?

Su pregunta me desconcierta, espero realmente que no crea eso, sin embargo decido por no responder, no serviría de nada si le dijera la verdad, estoy segura que no me creería, en cambio elevo el rostro para que él mismo saque sus propias conclusiones, pero tan pronto como sus ojos conectan con los míos, su mano deja la mía como si una potente descarga eléctrica lo obligase a hacerlo, sus ojos se abren con sorpresa, con su mirada escanea mi rostro, sus labios se movieron pronunciando una maldición que no pienso repetir, las ganas de llorar que tenía iba en aumento a cada segundo que pasaba.

– estás como una maldita cabra.

Giro el rostro hacia donde proviene esa voz, allí está, bajo el umbral de la puerta, vestido con su uniforme, Kai Parker, juzgándome con la mirada, decepcionado, dolido.

– aquella noche que te encontré en ese lugar donde hacían peleas ilegales – dice a la vez que empieza a acercarse – estabas ahí porque querías ¿cierto?– pregunta con voz dura – dejaste que te golpearan ¿por qué hiciste eso?– gruñe enfadado.

Me coge de ambos hombros y me obliga a ponerme de pie, mis piernas tiemblan débiles pero las obligo a soportar mi peso, no sabía que responder a ello, realmente pensaba que lo sabía.

– responde!– ordena demandante.

Suelto una pequeña risita ante su tono, el no es nadie para exigirme respuestas, yo no necesitaba que me salvara aquella noche, mis heridas se curarían por si solas, tampoco necesitaba un techo donde dormir pues aún tengo mi propia casa (la cual ya no visito), nunca necesité de ellos, me resulta gracioso que piensen que me han hecho un favor.

– Kai te estás pasando – advierto con un tono amenazante.

– no eres apta para cuidar de un niño de cinco años – dice soltándome – me iré con Derek, tienes una semana para demostrarme que has cambiado, de lo contrario me veré obligado a dejarlo en una casa de acogida para que encuentre una mejor familia.

Dicho eso, se da media vuelta y empieza a caminar en busca de mi pequeño, estaba exhausta, débil, solo sentía esos infinitos pinchazos en puntos diferentes de todo mi cuerpo, pero al escuchar su amenaza, algo en mi interior se removió, mi sangre empezó a hervir de pura rabia, de energía, como si me hubieran inyectado una buena dosis de adrenalina pura, mis demonios habían tomado el mando de la situación, no están dispuestos a negociar, de eso nada.

A paso ligero me acerco al pelinegro, cojo su corto cabello en un puño y con toda la fuerza que creía que no me quedaba, estampo su cara contra la puerta aún abierta, con un quejido de dolor cae de rodillas, pasó por encima de él y corro hacia la habitación de mi pequeño, por supuesto Kai no tarda en reponerse e ir detrás de mi, me detengo en seco cuando veo que se desvía hacia las escaleras, sin saber que más hacer, retrocedo y salto por la barandilla al piso inferior, al aterrizar escucho un leve crujido, una fuerte punzada de dolor se instala en mi tobillo, ignoro ese dolor al ver a Derek sentado en un taburete al rededor de la isla de la cocina, a su lado está Nana ayudándole a comer, frente a el esta Liam mirando con recelo su vaso de agua, al menos hasta que se da cuenta que corro hacia ellos. Importándome una mierda todo, cojo a Derek en brazos, este chilla asustado pero al reconocerme me abraza con fuerza por el cuello, con una mano mantengo su carita en esa posición, pegada a mi cuello para que no pueda ver nada mientras que con la otra cojo la glock que aún tengo atada al brazo, señalo con el caño a los tres sin detenerme en un solo objetivo.

Ella está rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora