Capítulo 24

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Mi móvil no deja de sonar con las llamadas entrantes de Kai y Liam, al final optó por ponerlo en modo vibración, me quito los tacones negros de alguna marca cara, me quito la chaqueta quedando solo con la blusa de tirantes rojas y el pantalón de cuero negro que Liam compró ésta mañana para mi, dejo caer la chaqueta a lado de los tacones y subo al ring, después de todo necesito un poco de destrucción en mi infierno.

- estás segura que quieres hacer ésto Reina?- pregunta el hombre encargado de las apuestas.

No es ni medio día y ya hay éstas clases de peleas, en los lugares mas remotos de la ciudad, el barrio de Bronx, el mejor lugar donde buscar algo de acción, alguna que otra pelea, ni siquiera se porque hago ésto, tal vez solo quiero reavivar a mis demonios que parecen querer descansar por fin, no lo permitiré.

Una mujer entra al ring, parece uno profesional por lo que se que la policía no ha pisado éste lugar. La mujer entra como si fuera dueña del lugar, cabello completamente trenzado, piel trigueña, largas piernas, ojos negros y labios gruesos. Con una sonrisa se acerca a mi, apreta los puños pero ni siquiera se pone en posición de combate, infravalora mi aspecto inocente.

- deberías ren.....

No dejo que termine la frase pues entierro mi puño en la boca de su estómago, se dobla jadeando, le cojo del cabello y tiro de el haciendo que me mire, a pesar de todo, me sigue mirando con la superioridad que no tiene, sonrío y le doy puñetazo tras puñetazo, me pongo a horcajadas sobre ella sin dejar de golpear, las heridas de mis nudillos se vuelven a abrir a la vez que de su nariz empieza a chorrear sangre, sin embargo no me siento en paz, es como si inflingir dolor no fuera tan satisfactorio como recibirlo, el dolor sigue ahí, y ver a los demás sufrir también ya no cambia el dolor, tal vez ahora sólo quiero sentir dolor, no hacerlo sentir.

Cuando creo que ya tengo suficiente, me levanto de un salto, me pongo mi chaqueta, tacones y me marcho, ya ni siquiera siento la ira que solía sentir hacia los demás, es como si todo eso lo hubiera olvidado, ya no tengo esa necesidad tan insana de vengarme de los que me degradaron, no, ahora sólo busco paz, parar el dolor, seguir mi camino o simplemente no seguirlo.

Al llegar a casa de Liam (como era de esperar) los dos están en la sala con los brazos cruzados mirándome fijamente, al parecer Kai dejó el trabajo para venir a ver si estoy bien y por supuesto su hermano hizo lo mismo, me apoyo en la pared y escondo mis manos, creo que no se lo tomarán bien ver el corte en mis muñecas y peor aún ver mis nudillos heridos (otra vez).

- sientate...por favor - me pide suavizando un poco su voz dura.

Por un momento me replanteo no obedecerle en absoluto, pero por supuesto al final opto por obedecer. Me sorprendo al ver como de debajo de la mesa de la sala, saca un botiquín de primeros auxilios, saca agua oxigenada, alcohol y vendas, Liam estira ambos brazos con la palma hacia arriba.

- por favor Brooke, necesito curarte - me pide con voz tranquila.

Con un suspiro le doy ambas manos, por un segundo retira la vista de mis ensangrentadas manos y mira a otro lado, de pronto me siento avergonzada, ellos solo intentan ayudarme y yo solo complico las cosas, con un sentimiento de arrepentimiento saco el cutter de mi escote y lo pongo sobre la mesa, seguido Liam empieza a curar mis heridas, empieza limpiando la sangre de mi corte y mis nudillos, baña mi mano en alcohol pero no hago ninguna mueca, duele pero es un dolor bueno, finalmente venda mis manos con unas vendas blancas, lo hace con tanta paciencia que es como si ya lo hubiera hecho millones de veces.

- lo siento.

No se porque siento que debo disculparme, tal vez es porque solo soy una carga, empiezo a pensar que ésta es la razón por la que mis padres me abandonaron, no querían tener que lidiar conmigo, y para ser honestas ni yo misma querría.

Ella está rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora