Poema XXXVIII: Aquella noche bajo las estrellas

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Recuerdo aún como la oscuridad manchaba el cielo dándole entrada a la noche. Noche en la que te vi por vez primera como en realidad eres. Estabas allí viendo todo a tu alrededor, el obscuro cielo te hacía ver como una estrella, brillante y causante de anhelo, cálida y aún así un tanto distante como aquellos divinos astros que se ocultan tras el panorama. Hablaste y tu voz fue dulce y suave como una melodía sutil emitida por una pequeña flauta, recuerdo claramente aquellas palabras que hoy tras el velo de la nostalgia se hacen distantes, declarabas tu amor con palabras finas y redundantes, la hermosa melodía calló cuando te acerté un casto beso, cerraste aquellas brillantes perlas un instante para luego abrirlas y reflejar su brillo renovado, me aleje escasos centímetros y fue ahí cuando me dijiste ese «Te Amo» las lágrimas comenzaban a surgir puesto a que sabía que no podría escuchar nuevamente en mi vida palabras tan simples y tan preciosas, preguntaste en tono de preocupación que había pasado, logré detener brevemente el llanto para confesarte la verdad que desde el momento que emitistes esas palabras ya conocía, pues resulta que de ti me he enamorado, no con un amor cualquiera si no con uno real para impresión de mi corazón que en ese momento latía a toda velocidad, tu solo alcanzaste a acercarte y a abrazarme, a mostrarme que esa calidez que hacía minutos era tan lejana ahora estaba a mi lado haciéndome por la que sería la primera vez compañía. Alzaste un poco la cabeza para ver mi rostro y se te dibujó una bella sonrisa cuando pensé que ibas a comenzar a hablar fuiste tu esta vez quien me sorprendió con un beso, nos acostamos sobre el césped verde para ver las estrellas, repentinamente una de ellas fugaz a la mirada paso frente a nuestros ojos a gran velocidad, volteaste hacía mi y preguntaste ¿Cuál es tu deseo? Yo te respondí que con tu amor eterno bastaría. Y cuando te realicé la misma pregunta respondiste en un tono sincero, que tu deseo era formar una vida junto a mi solo si respondía como lo había hecho. Esa noche estellada bajo la luz de una nueva luna naciente vio florecer nuestro amor, y sin nuestra conciencia vio como crecía.

Atenta, sincera y amorosamente:
MiguelSpeare
[Miguel Hernández]

Poesía: Sorpresa para el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora