Poema LXXIV: Sol

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Un nuevo día ya ha llegado, y quién me lo ha avisado a sido mi sol cuando le he avistado, me dejan sin aliento los gritos que ocultan su hermosa mirada, son los gritos que su corazón esconde pero que su tímida voz callan, y en las noches es cuando sufro por la ausencia de su brillante iris dorada.

¿Cómo he de decirle que es mi persona adorada?

Cuando es mi propio ser quién deja las palabras ahogadas, es mi mente haciéndome jugarretas cuando entra en conciencia de que se encuentra en presencia esa persona anhelada.

Son los sueños diminutas auroras esperando ser arrastradas por un mar infinito de estrellas que las llevan arrulladas, esperanzadas de no perderse de aquel esperado punto de llegada. Un deseo cumplido es un beso enviado, sin importar que sea en silencio, después de todo ¿Cómo no perder la voz ante mi sol? No aquel astro en el cielo, si no esa persona que absorbe mi vida con un solo resplandor producido por sus ojos. 


Atenta y cariñosamente: MiguelSpeare

[Miguel Hernández]



Poesía: Sorpresa para el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora