Poema XCVIII: Cactus y rosas

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Se queja vehemente la rosa en su perfecto rosal, por la calidad del agua
Y la calidez del sol,
Porque no se le presta suficiente atención,
Porque en la noche se enfrían sus raices,
Por ser el regalo perfecto
Y el simbolo del amor.

En una arida y yerma esquina se regodea,
Alegre un cactus carente de afecto,
Contento con la luz y la falta de esmero,
Viviendo con poco y gozando de todo,
Sin ser apreciado por sus puas,
Sin ser simbolo de lo etéreo.

Son petalos y espinas,
Los cactus y las rosas.

Atenta y reflexivamente: MiguelSpeare
[Miguel Hernández]

Poesía: Sorpresa para el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora