38° UN HAZ DE LUZ

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"Hace varios meses atrás, en las calles más inusuales de Nueva York, en un edificio abandonado casi derrumbado en el exterior, ocultaba... Algo asombroso.

No te dejes guiar por las apariencias, en estos tiempos nada es lo que parece. "

ALEXANDER:

¿QUE HAGO AQUÍ?

DEJADME SALIR MAMONES!!

¿POR QUÉ ME TENÉIS ENCERRADO?

¿Cómo había acabado allí? Solo recuerdo cruzar la calle y de repente mi vista se nubló, alguien me tapó los ojos con una venda y me tapaba al mismo tiempo la nariz y boca con un paño para que después de varios segundos cayera inconsciente.

Y aquí estoy, en una habitación como de hospital pero con un color entre gris y veis por la suciedad y el tiempo que hacia que no se pintaba de nuevo.

Hace tiempo que desperté sobre esa camilla que hay a mi izquierda, no tenia ventanas, sólo dos puertas, una a cada lado opuesto a mi, un corcho que parecía nuevo con un sin fin de fotos donde yo salía, en la cafetería, en mi piso...

En una mesita de metal en la esquina había unos frascos de distintos tamaños con una variedad de potingues de colores.

No había bombilla, solo una claraboya amplía en el techo que dejaba pasar unos leves rayos de sol y que pegaban en mi cara.

Intenté romperla, pero no pude, era cristal reforzado y nada surgía efecto.

Resignado me senté en la camilla y empecé a observarme, tenía manchas en los brazos y algunos cortes superficiales en las manos, también tenía señas de arañazos o marcas de fuerza y presión en ellas.

Un dolor invadía mi cabeza y en mi cuello y mi vista empezaba a cansarse.

Miré hacía la luz que provenía de la claraboya y me fije en la danza que hacían las motas de polvo cuando se reflejaban con esta.

Levanté la mano derecha para jugar con ellas y con los rayos del sol.

Pero en cuanto un rayito de luz tocó mi piel, un brillo intenso me cegó y caí por el costado de la camilla algo mareado.

Serian cosas mías, probé a intentarlo nuevamente, pero con la palma de la mano completamente extendida.

Un haz de luz se reflejó sobre ella, y ahí se mantuvo.

No sé cómo explicarlo... Era cómo si mi piel estuviera compuesta por un sin fin de diminutos fragmentos de diamantes, que reflejaban la luz.

Era a la vez hermoso y terrorífico, se me escapó una leve sonrisa, cuando quité la mano de la luz y esta dejó de brillar.


Escuché la puerta abrirse y rápidamente me incorporé en la sala, entró un hombre vestido con unos zapatos negros, un vaquero y una camisa de botones blancos, con una corbata a rayas con un emblema grabado que no sabría distinguir, tendría unos cuarenta y tantos años.

¿?- Sr. Jhonson podría acompañarme.

A: ¿Donde estoy?

¿?- No soy el más indicado para decírselo señor.

A: ¿Y QUIÉN PUEDE?

¿?- Acompañeme.

Me iban a matar jajajja, me iban a descuartizar en trocitos muy chiquititos y yo sin decirle a mi novia que la quiero... Vale no tengo novia... Pero si voy a morir, dejenme fantasear un poco.

ELECTROKINESISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora