Capítulo 31.1

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Causó el temor que quería.

¡Lo consiguió! Y se siente victorioso por ello. Él los ha estado observado por días, semanas e incluso meses. No se daría por vencido con la bella mujer que le alegraba sus miserables días, la única mujer que él había respetado, con la persona que se soñó iniciando una familia, y por dos años resistiendo el deseo de hacerla suya, hacerle el amor. No como esos momentos de sometimiento que hizo pasar a distintas mujeres que estuvieron ligadas con él. Esas inocentes mujeres que ahora se encuentran sepultadas en las tinieblas del olvido, porque él no es tonto, sabía que con mujeres solitarias podría pasar un buen rato, al final, todas tendrían el mismo camino: la muerte. Porque eso se vive en aquellos bajos mundos. Eso vivía día a día. Follaba mujeres como elegantemente lo piensa, la realidad para ellas era ser violadas por un chico poco conocido, que con solo dirigirles la palabra se sentía con poder sobre ellas.

«Total eran putas». Solo existía en su mente pensamientos misóginos.

Todo eso cambió cuando conoció a su ángel de ojos azules, piel blanca y cabello castaño. La chica de familia con clase, educación y dinero, sobre todo dinero. Quedó asombrado ante el buen ejemplo de mujer, el estereotipo perfecto de esposa con la que se soñaba: lista, bonita, sencilla y con una cuenta bancaria sumamente grande. José probó por primera vez la gracia, la caballerosidad e intentaba con mucho esfuerzo que su poca educación y su necesidad por joderse prostitutas no salieran a relucir. Por eso la preciosa mujer de ojos azules cayó en sus redes, su madre ayudó mucho en ello lo cual fue un golpe de suerte para José. Es el tipo de madre que te protege, niega, oculta, (lo que sea de eso) de todo y de todos. Lógicamente Anastasia conoció un nuevo mundo con él, la pobre chica era tan ingenua que a primera impresión gustó de un mequetrefe que le sonrió en un parque, un ordinario que bien sabia que con su tonta y ostentosa palabrería tendría a la mujer de sus sueños junto a él. Y así fue.

La chica sencilla y lista, traía consigo encanto. Por ratos se encontraba volando sobre las nubes junto a ella, sentía eso llamado amor, se sentía pleno y todos los días como un mantra se recordaba así mismo que eso nada duraría. Su alegría solo ocurría en los días que se le daba por escapar de la mierda en la que está metido: ¡Traficante de armas! Más bien, el lacayo de un traficante de armas. Nada mal para el hijo de un padrote.

Pero, ¿quién puede culparlo? Él solo quería ser o pretender ser una mejor persona. Pensaba que con Anastasia a su lado sería suficiente, sin olvidarse de los millones, claro. Desde un principio sabía que la familia de ésta no lo aceptaría ¿Quién lo haría? Ahí el porqué de su insistencia en no decirle a sus padres sobre su relación con el pretexto de cuidarla de las malas lenguas. De ahí, para atiborrar la mente de la mujer con sus mentiras y cuando llegase el día llevársela lejos.

El problema nació cuando su madre se enteró.

El problema fue que la muy perra le consiguió un novio ricachón a su hija. Todo lo contario a él. Christian Grey, el hijo de puta que llegó para quitarle a la mujer de sus sueños.

Odió a Anastasia cuando le contó de su pequeño noviazgo con un chico nuevo. Aunque no todo estaba perdido, ella aún sentía algo por él e intento aprovecharlo, por eso le propuso escapar juntos. Su peor decepción fue que al día siguiente: su ángel no apareció. Quería matarla.

Quería ahorcarla con sus propias manos y más cuando supo que aquel noviazgo que sostenía era con Christian Grey. Se sintió amenazado cuando se enteró de su existencia. Lo conocía, lo había visto en los periódicos cómo el muchacho exitoso en el mundo empresarial, el hijo de otro multimillonario.

Ardió en el maldito infierno al saber que su ángel se fue a vivir con el adinerado. Un par de semanas y la muy zorra ya estaba viviendo con él. Tanto esfuerzo para que ella lo tirara a la basura.

Yo te amaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora