Capítulo 28

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Christian.


—Ana— Ana se remueve en la cama pero se reúsa a abrir los ojos.

Hoy, mi pequeña —quizá no tan pequeña—y radiante novia cumple veinticuatro años. Nada mal para mí, teniendo en cuenta que estoy próximo a cumplir veintiocho y eso sin duda me hace sentir viejo. Le he traído el desayuno a la cama, la cumpleañera merece ser mimada en su día, por eso me levante temprano e intente hacer el desayuno para ella como la señora Jones lo hace, y lo que logre fue una versión nauseabunda de ello. No tuve más remedio que recurrir a Gail y sus apreciadas habilidades en la cocina.

—Ana, nena— Aprieta más los ojos.

—No quiero— Masculla —Quiero dormir.

—Vamos, despierta. Te traje el desayuno— De a poco va abriendo los ojos hasta acostumbrarse a la poca luz que hay en la habitación. Se acomoda en el respaldo de la cama y sonríe, con esa sonrisa tan tímida que dejaría pasmado hasta la persona más dura —¡Feliz cumpleaños!

Aparta la bandeja con el desayuno a un lado, me echa los brazos al cuello —Gracias— Musita en mi oreja.

—Podría cantarte 'Feliz cumpleaños' mientras pruebas lo que con mucho esfuerzo y amor cocine para ti— Pequeña mentirilla pero ella sabe que no se cocinar.

—Te creería pero usted señor mío es malísimo en la cocina.

—Me ofende señorita, pero lo dejaré pasar por su cumpleaños—Vuelvo a tenderle la bandeja y comienza sorbiendo el zumo de naranja.

—Esto está delicioso.

—¿Sabes que eres la mujer más hermosa de este mundo? —Ese precioso color rosa se concentra en su rostro y desvía la mirada al desayuno—Porque si no lo sabías, te lo estoy diciendo ahora.

—¿A pesar de que hoy estoy envejeciendo un año más? —Pregunta con voz dulce.

—A pesar de eso, Anastasia. Podrían pasar mil años y seguirás siendo la mujer más hermosa del mundo— Suelta una risita.

—Es difícil escuchar todo eso y no poder abalanzarme sobre ti.

—Puedes hacerlo ¿qué te detiene?

—El desayuno más delicioso que mi encantador novio preparó— Responde con un dejo de ironía. Quita la bandeja de su regazo. Se levanta sobre sus rodillas, se sienta a horcajadas sobre mí y rodea mi cuello con sus brazos —¿Puedo sugerirte mi regalo de cumpleaños?

—No puedes— Frunzo los labios y muevo mi cabeza de un lado a otro, negando.

—Por favor, Christian— Niego nuevamente, planta un beso en mi frente.

—Esfuérzate un poco más, nena— Besa la comisura de mis labios. Mmmh, ni siquiera puedo negarme. —¿Cuál es tu sugerencia? Soy todo oídos— Sonríe, sus grandes ojos brillan de emoción.

—Hazme el amor— La veo con suspicacia.

De todas las cosas que tenía en mente sobre un regalo, me pide algo... no simple porque no lo es, nunca lo es con Ana. Pero, ¿hacerle el amor? Hacerle el amor implica compartir, implica que no solo se trata de ella, también de mí.

—¿Eso es lo que quieres?

—Te quiero a ti, Christian. Y lo único que quiero, y te lo dejo claro de una buena vez porque no quiero regalos, sólo quiero estar contigo. Compartir un día especial para mí, contigo. ¿Sabes lo frívolo que han sido mis últimos cumpleaños? —Permanezco impasible —Lo eran. Cada año estúpidas fiestas que mi madre organizaba, las odiaba— Acaricia mi rostro con sus manos suaves —Tenía tanta ilusión de saber que cumpliría años dentro de poco porque sabía que estaríamos juntos.

Yo te amaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora