Anastasia.
Christian está terminando de vestirse delante de mí —¡Son casi las seis de la mañana!— Se ve muy apuesto es su traje gris oscuro que marca muy, muy bien su cuerpo trabajado.
—¿Es necesario que viajes a Portland?
—Nena, tengo que cerrar un trato muy importante.
—¿Qué puedo hacer para que te quedes? — Real, realmente no quiero que Christian viaje. No he podido disfrutar de su compañía, de su amor. Sé que me ama y no pensé que lo haría pero siento lo mismo por él ¿Cómo no quererlo? Es el hombre que toda mujer desearía tener, incluyéndome.
—Estoy tentado, créeme, pero es mi deber ir— Pasa por su elegante y largo cuello una bonita corbata negra intentando hacerle el nudo.
—Puedo ser muy persuasiva, Sr. Grey— Sonríe pícaro y vuelve su atención a la corbata.
No dejaré que se vaya así como si nada.
Me levanto de la cama con toda la elegancia que poseo y rápidamente capto la atención de Christian que deja de juguetear con la corbata. Me acerco a él —¡Ah! Qué bien huele— y tomo entre mis manos el lazo haciéndole un nudo perfecto, mientras me concentro en ello puedo sentir que los penetrantes ojos grises no dejan de verme.
—Listo, quedo perfecto— Pongos mis manos sobre su pecho y las subo hasta sus hombros mientras lo acaricio —Te ves muy bien.
—Te ves preciosa en mi camiseta— Me sonrojo por su comentario.
—Gracias— Enredo mis manos en su cabello y me pongo de puntitas para alcanzar sus labios. Paso mi lengua por su labio inferior e inmediato abre su boca para permitirme saborearlo, nuestras lenguas mantienen una pequeña guerra entre ellas. Christian posa sus manos en mis caderas y me arrima a su exquisito cuerpo. Tiro de su cabello y gime en mi boca. Puedo sentir su creciente erección contra mi vientre, y con dedos agiles busca el dobladillo de la camiseta. Introduce sus manos, oprime mi trasero de forma deliciosa rompiendo el beso.
—Quiero verte— Su mirada es puro fuego.
Con paso lento se sienta en la orilla de la cama, comienza a quitarse el saco y lo coloca con cuidado sobre la cama; deshace el nudo de la corbata y desabrocha los primeros tres botones de su camisa blanca.
—Quítate la camiseta— Ordena con sensual voz ronca.
Todo lo que pidas.
Arrastro los dedos al final de la camiseta subiéndola lento, mostrando mi desnudez. La excitación recorre mi cuerpo. Tiro la tela a un lado. Christian se relame los labios y con mirada lasciva recorre mi cuerpo.
—Tócate— ¿Qué? No, no, no. No sé cómo hacerlo —¿Prefieres que lo haga yo?
—Sí— Mi voz apenas es audible.
Sonríe y dando zancadas está delante de mí.
—Date la vuelta— Pide.
Tengo frente a mí una hermosa vista de Seattle al amanecer.
Besa mi cuello y ladeo mi cabeza para darle acceso, deja pequeños besos y muerde el lóbulo de mi oreja. ¡Oh sí! Por instinto arqueo mi cuerpo, alzo los brazos y mis manos toman el sedoso cabello de Christian, mi trasero se pega a su dureza y él pasa una mano a mi vientre para sostenerme de cerca.
—Hueles divino Anastasia— Recorre con su nariz mi cuello enviando exquisitas sensaciones.
Con su mano libre toca mi seno derecho, lo masajea y hala el pezón. Gimo.
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Yo te amaré
Hayran KurguAnastasia Steele deberá tomar una decisión acerca de lo que quiere y lo que le conviene con tal de proteger a las personas que ama.