13. Narrado.

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Llevaba la mañana entera de los nervios, Blas no respondía a los mensajes, y para colmo, mi padre llegó a las dos del trabajo, y empezó a darme la vara con si tenía que ayudar más en casa... ¿es que nunca era suficiente para él?
Empecé a hacer la comida, aunque mucho hambre no tenía... Ni siquiera había ido a clase de griego, estaba preocupada y enfadada a la vez.
Puse algo de música mientras cocinaba, siempre me relajaba cocinar... pero el escuchar a Blas cantando en el reproductor de música hizo que comenzara a llorar. ¿Por qué había dejado que Blas me engañara? ¿Por qué me había dejado timar tan fácilmente?
-Mara, hija, ¿estás bien?-me preguntó mi padre al entrar a la cocina y verme llorar.
-Las cebollas...-mentí.
-Hija, pero si no estás cocinando con cebollas.-dijo y me abrazó.-¿Qué pasa?
-Nada, tranquilo, es la música, que me da pena y lloro.
-Bueno... si quieres contarmelo ya sabes.. voy a buscar a tu hermana.-me dio un beso en la frente y se fue.
Volví a la tarea tras limpiarme las lágrimas, los filetes no se iban a empanar solos. Traté de distraerme como pude, cambiando la música de Auryn por la de Demi Lovato, y conseguí despejar por un rato la cabeza, lo suficiente para terminar la comida.
Ya habían vuelto mi hermana y mi padre cuando saqué de la sartén el último filete, y apagué la cocina.
Mi padre hizo una ensalada en lo que yo ponía la mesa del comedor y mi hermana se daba una ducha. No tenía hambre, mi estómago parecía cerrado con un candado.
Estaba cortando distraídamente un trozo de filete cuando mi móvil vibró. Tenía dos notificaciones de twitter y un mensaje directo.
No dudé un sólo segundo en abrir la aplicación, pero me llevé un chasco al ver que, el causante de las notificaciones, era David Lafuente. Me había seguido y mandado un mensaje.
No tenía muchas ganas de hablar con nadie, pero no todos los días David te manda un mensaje, así que lo abrí y empecé a hablar, no perdía nada.
Pero sí que lo hice, perdí las ganas de vivir. Blas y Álvaro habían tenido un accidente de coche cuado venían a verme... me sentía tan culpable...
David me dijo que ni se me ocurriera pensar que yo tenía la culpa, irónicamente; y cuando le dije que quería ver a Blas o al menos saber cómo estaba, se ofreció a llevarme él mismo al hospital.
En cualquier otra circunstancia tal vez le habría dicho que no hacía falfa, que iría yo por mi cuenta; pero estaba tan desesperada por ver a Blas que le dije que sí sin dudarlo, y me dijo que en media hora pasaría a buscarme.
Me levanté de la mesa en ese preciso momento, estaba en pijama y tenía una pinta horrible después de haberme pasado media mañana llorando, no quería asustar a David cuando me viera.
-¿Dónde vas? No has comido nada, Mara.-dijo mi padre.
-Voy a darme una ducha y a cambiarme, me voy al hospital.-dije saliendo del salón.
-¿Qué?-preguntó desconcertado, siguiéndome hasta mi cuarto.
-Un amigo ha tenido un accidente de coche, papá.-dije intentando no llorar.-Me lo acaba de decir David, va a pasar a buscarme para ir al hospital.
-¿Quién es David? Eso lo primero, y segundo ¡no has comido nada! Y no te puedes ir así como así en el coche de alguien, ¿cuánto tiempo lleva con el carnet?
-Pues no lo sé, papá; mucho tiempo, supongo. Tiene veintisiete años, ya es mayorcito. ¡Y no tengo hambre!
Di un portazo a la puerta del baño y abrí el grifo de la ducha en lo que ponía música en el iPod que tenía conectado a los altavoces. Intenté relajarme, pero no pude.
Me di prisa en ducharme y sali del baño, mi padre estaba ya en el salón, y no me dijo nada. Me puse unos vaqueros negros y una camiseta de hombreras blanca, mis manoletinas negras y saqué del armario mi chaqueta de lana blanca y negra, por el día seguía haciendo calor, pero por la noche refrescaba. Bendito octubre.
Me estaba secando el pelo cuando llamaron al telefonillo, y al momento escuché a mi padre contestando.
-¡Mara!-me gritó para que le escuchara por encima del ruido del secador.
-¡Dime!
-Es David, ya ha llegado.
-Dile que suba si quiere, que no tardo ya.-le escuché hablar un momento con David, aunque no entendí mucho.
-Dice que sube, y que te tranquilices.-apareció por el umbral de la puerta del baño.-¿Le conozco?-me preguntó.
-Tal vez... de vista.-dije, estaba segura de que iba a flipar cuando viera de quién se trataba. Llamaron otra vez.-Ve a abrirle.
Me terminé de secar el pelo en lo que David tardó en subir al primero, y cuando mi padre le abrió la puerta casi pude escuchar su barbilla al estrellarse contra el suelo.
-Mara, tu amigo.-me dijo, estaba segura de que aún seguía flipando.
-Un momentito, David, ya salgo.-le dije desde el baño, terminando de peinarme.
-Tranquila, no hay prisa.-le escuché decir... sí, era él... y ahora la que flipaba era yo... pero cualquier gana de fangirlear desaparecía cuando recordaba el motivo ppr el que estaba ahí.
Fui a mi cuarto y pude ver de reojo a David, que esperaba en la entradita, pero seguí hacia mi dormitorio, en la dirección contraria. Cogí mi chaqueta y metí el móvil, las llaves y los pañuelos en mi bolso de mano de rayas blancas y negras. No me había pintado, no tenía ganas de verme guapa, sólo quería ver a Blas y saber que estaba bien.
Cuando finalmente salí de mi cuarto, vi a David nada más doblar el pasillo, me esperaba delante de la puerta de este, al lado de mi padre. Llevaba unos vaqueros rojos, unas playeras negras y una camiseta del mismo color, además de una gorra también negra.
-Hola.-dije a media voz y él compuso una mueca en un intento de sonrisa.
-Hola.-contestó.
-Mara, come algo antes de irte. O llévate un bocadillo o algo.-insistió mi padre una vez más.
-Yo me encargaré de que coma, no se preocupe.-dijo David, poniendo una mano en mi espalda.-La traeré sana y salva esta noche, puede confiar en mí, la cuidaré como si fuera mi hermana pequeña.
-Tranquilo...-dijo mi padre, aún estaba estupefacto.-Mara, si necesitas algo llámame, voy donde haga falta.
-No te preocupes, estoy con David, no va a pasar nada.-intenté calmarle.
-Toma, para que te compres algo para comer.-añadió, dándome cincuenta euros que había sacado del bolsillo de su pantalón, y luego dijo, dirigiéndose a ambos.-Que no sea nada lo de vuestro amigo.
-Gracias, señor.-respondió David.
-Pablo, llámame Pablo.-le corrigió.-Venga, iros.
Obedecimos sin rechistar y ambos salimos de allí con bastante prisa. Bajamos por las escaleras para salir del edificio, ninguno de los dos dijo nada hasta llegar al coche, pero no era un silencio necesariamente incómodo... tan sólo era la situación, que no invitaba a charlas estimulantes en ese momento.
David abrió la puerta del copiloto de su coche, que era blanco, para que entrara, y luego dio la vuelta para entrar él; y arrancó en seguida.
-¿En qué hospital están?
-El de Parla.-respondió.-Indícame cómo salir de aquí, por favor.
Hice lo que me pidió y en seguida estábamos ya en la carretera dirección de Parla. Estaba nerviosa, no podía negarlo; iba en el coche de David camino del hospital donde estaban ingresados Blas y Álvaro. Por mi culpa.
Las lágrimas picaban en mis ojos, el sentimiento de culpa no se marchaba. Me sentía terriblemente mal, necesitaba saber cuánto antes cómo estaban ambos.
David debió darse cuenta de mi estadocde nervios, porque puso su mano en mi pierna y me apretó levemente, haciendo que me girara a mirarle.
-Tranquila, están bien.-me dijo con una leve sonrisa en un untento de calmarme.
-Gracias por venir a buscarme.-le dije y me dio una palmadita en la pierna antes de devolverla al volante.
-No es nada... Blas nos ha hablado mucho de ti, desde que jugasteis al juego ese de las preguntas la semana pasada ha estado especialmente pesado.
-¿Os habla de mí?-pregunté sorprendida.
-Sí.-respondió.-Por eso cuando vi que tenía tantos mensajes tuyos los leí, y por eso decidí hablarte y contarte lo que pasaba.
-Te lo agradezco mucho, la verdad... estaba de los nervios, ni siquiera fui a clase de griego, me quedé esperando alguna señal, cualquier cosa.
-Tienes que relajarte, Mara, o te dará un ataque. Ya en nada llegamos, no te preocupes.
Y ciertamente, quince minutos después David aparcaba su coche en el parking del hospital. Había un grupo de unos treinta chicas en la puerta con pancartas en las que ponían mensajes como: "Blas, te queremos, recupérate pronto" o "Álvaro, nunca pierdas la sonrisa"; por lo que David se quitó la gorra y me pasó sus gafas de sol para que me las pusiera, y luego me rodeó por la cintura con un brazo, protegiéndome.
Avanzamos hacia la puerta, donde los guardias de seguridad del hospital controlaban a las chicas. Al vernos llegar, uno de ellos vino derecho a nosotros, escoltándonos hacia el interior, pero David se detuvo momentáneamente a comunicarles a las fans que Blas y Álvaro estaban bien y que las querían mucho a todas. Siempre tenía la palabra justa en el momento exacto.
Algunas de las chicas preguntaban por mi identidad, incluso le dijeron que si era yo su novia; pero se limitó a callar y seguir su camino hacia el interior del hospital, volviendo a tomarme de la cintura.
Una vez dentro, me quité las gafas y la gorra y se las devolví, dándole las gracias; ante lo que él dijo que no importaba.
Subimos a la primera planta en el ascensor y recorrimos el pasillo hasta la tercera puerta, que daba a una pequeña sala de espera, en la que estaban, nada más ni nada menos, que Carlos y Dani, junto con Magí y una chica joven que no reconocí.
-Hola chicos.-dijo David, llamando su atención.-Ella es Mara, y bueno, tú ya les conoces a ellos.
-Hola...-dije tímida, y miré al suelo.
-Pobre...-escuché decir a Carlos.-No seas tímida, ven aquí.
No me dio tiempo a decir ni haer nada, me rodeó con sus brazos y yo me eché a llorar. En seguida sus brazos fueron sustituidos por otros de un empujón, era David. Escuché a Carlos quejarse, y reí entre sollozos, con la cara oculta en el pecho de David.
-¿Mejor?-me preguntó segundos después.
-Sí...-dije, sacando de mi bolso los pañuelos.
-No te preocupes, Mara, están bien; ahora puedes entrar a verles si quieres.-habló Dani esta vez, regalándome una sonrisa, mientras yo me limpiaba con el clinex.
-Hola, Mara, soy Magí.-dijo acercándose, y me tendió la mano, que yo acepté.-Me alegra conocerte, Blas ha estado muy pesado estas últimas semanas hablando de ti.
-No eres el primero que me lo dice.-sonreí levemente, y vi que la chica joven se había levantado y acercado a nosotros.
-Soy Fanny, la hermana de Álvaro.-me dijo, se notaba que también había llorado; y me dio un abrazo y dos besos.
-Encantada de conocerte... aunque ojalá fuesen otras las circunstancias.-contesté.
-Estoy de acuerdo contigo.-sonrió ella.
-Bueno, ahora que nos conocemos todos; ¿podemos ir a comer algo mientras los médicos terminan de subir a estos dos a las habitaciones?-dijo Carlos.
No... definitivamente, Carlos no cambiaría nunca.

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