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La clase de filosofía estaba siendo mortal. Miércoles por la mañana, diez menos cinco; a falta de veinte minutos para finalizar la clase, cualquier vía de escape hubiera resultado tentadora ante la soporífera lección acerca de San Agustín de Hipona que estábamos dando.
Sentía las miradas de mis compañeras clavadas en la nuca, el único sitio libre cuando llegué era en primera fila, al lado de la única chica de mi clase que no me odiaba: Nuria.
Desde que se corriera la voz de que Blas tenía novia, e inmediatamente después, mis compañeras me identificasen como la susodicha novia; ir al instituto había dejado de ser agradable. Que nunca lo había sido del todo, pero cada vez menos.
Imaginad cómo sería tener a todas las auryners del instituto con la mirada fija en ti, y por si fuera poco; las que no eran auryners me odiaban o bien por tener un novio famoso y guapo, o bien por haberme convertido en la chica más popular del instituto pisándolo tan sólo una o dos horas al día. Irónico.
Como iba diciendo, la clase de aquel día estaba siendo especialmente aburrida; y el tiempo parecía ir a cámara lenta. Nuria me sonrió levemente ante mi cara de impaciencia, y deslizó una nota sobre la mesa para que la leyera.

Hasta la profesora ha debido darse cuenta de lo aburrida que estás jajaja

Sonreí al leerla y suspiré, respondiéndole al instante que cualquier tortura física sería mejor que esa aburrida clase sobre el problema de la existencia de Dios.
Disimuladamente, miré el móvil por debajo de la mesa, sorprendiéndome al encontrarme con un mensaje de Blas diciendo que estaba fuera esperándome con el coche. Al parecer se adelantaba la salida hacia Sevilla, esa noche tenían un concierto benéfico; y Carlos me había pedido expresamente que fuera con ellos. Al final, como predije cuando empecé a trabajar para él, había acabado siendo la asistente oficial del grupo. Con ellos era así, eran un pack indivisible.
-Para ser sinceros, los resultados de la prueba del viernes son lamentables.-dijo la profesora, que sostenía los exámenes de Platón en su mano, y tragué saliva. Necesitaba aprobar esa prueba, significaría que mi trabajo funcionaba, y me daría puntos si flaqueaba en el final del trimestre.-Los resúmenes están en su mayoría inconexos, falta información, no sabéis extraer el contenido importante. Aún así, he de felicitar a los pocos que habéis logrado que vuestro resumen tuviera, como poco, un mínimo de sentido.-empezó a repartir los exámenes, las caras de decepción eran claras en la mayoría de mis compañeros, y en menos de lo que pensaba, tuve mi examen frente a mí.-Enhorabuena, Mara; aunque te falta la política, se nota que a Platón lo tienes más que dominado.-me dijo en voz baja, con una sonrisa; mientras que yo no podía apartar la vista del papel. ¡Un ocho!
-No me dio tiempo a terminarlo...-murmuré.
-Para la próxima intenta ir más rápido, de verdad, tu resumen es uno de los mejores de la clase.-me felicitó, antes de seguir repartiendo exámenes.
En cuanto el timbre sonó indicando el final de la hora, recogí mis cosas a la velocidad de la luz y bajé las escaleras prácticamente corriendo; ansiosa por ver a Blas, que me esperaba de pie en el hall, con las gafas de sol puestas y su chaqueta de cuero. Me lancé a sus brazos en cuanto estuve a su lado, y él me alzó entre ellos, haciéndome girar en el aire.
-¡He aprobado el examen de Platón!-le dije cuando me dejó de nuevo en el suelo, dando saltitos de alegría, y él rió.
-Me alegro muchísimo por ti.-sonrió ampliamente, y me tomó de la cintura para besarme, delante de toda la gente que había por los pasillos.-Guapa, lista, talentosa,... lo tienes todo, mujer.-bromeó, y me dio un beso en la frente.
-Venga, anda, vamos; que tengo que coger todavía la maleta.-dije empujándole hacia la puerta, que la bedela me abrió al instante.
-Algún día encontraré la manera de agradecer a Carlos que te contratara, no se qué haría sin ti en los viajes.
-Pasarlo bien, como la semana pasada en Londres. ¿O me dirás que lo pasaste mal conociendo a Adele y a Anastacia?
-Mal no lo pasé, pero me faltabas tú.
-Mira que eres pelota.-le dije riendo, y dejé un fugaz beso en sus labios antes de entrar al coche.
Condujo hacia mi casa y aparcó en frente de la entrada de la urbanización, al ser las diez y media había sitio de sobra. Subimos al piso, que estaba vacío a esas horas; mi padre trabajaba y mi hermana seguía en el instituto. Afortunadamente, dejé la maleta hecha antes de irme a clase esa mañana, así que tan sólo me entretuve en dejar una nota en la mesa, diciendo que habíamos tenido que salir antes hacia Sevilla, y que estaría de vuelta al día siguiente.
Me cambié la chaqueta marrón que llevaba por una azul oscuro más abrigada, y tras coger Blas mi maleta de viaje pequeña y que yo terminara de meter en mi mochila mi tablet y los apuntes, salimos de allí echando leches.
Pusimos rumbo a Warner, donde nos estaban esperando los demás chicos, junto con Magí y Franchejo; metiendo las cosas en el maletero de la furgoneta y preparándolo todo para salir hacia Sevilla.
-Siempre sois los últimos en llegar, no sé cómo os apañáis.-dijo David, cogiendo mi maleta y metiéndola al maletero.-¿Te guardo también la mochila?
-No, tengo trabajo que hacer.-suspiré.-¿Quién conduce primero?
-Magí o Franchejo, seguramente.-me respondió Carlos, pasando un brazo por mis hombros y acercándome a él.-Siéntate conmigo en el medio y te echo un cable con lo que sea.
-Tengo que terminar unas cosas que me pidió Agustín para la Academia, y tengo que estudiar griego, tengo examen la semana que viene.
-Con lo de Agustín puedo ayudarte, lo del griego ya es otro cantar.-dijo riendo.
-¡Vamos, todos arriba, que se nos hace tarde!-dijo Magí, caminando hacia el lugar del conductor.
-¡Rumbo a Sevilla, vamos allá!-dijo Álvaro entusiasmado, y no pude evitar soltar una risotada.
-Igual que un niño pequeño.-dije, negando con la cabeza, y entré en la furgoneta delante de Carlos, que cerró la puerta tras de sí.
Emprendimos el viaje en cuanto estuvimos todos sentados, yo iba entre Dani y Carlos, Franchejo de copiloto; y Blas, Álvaro y David atrás del todo. Saqué mi tablet en cuanto estuve bien acomodada, con la mochila ya colocada entre mis piernas y la chaqueta doblada sobre mi regazo.
Los chicos iban hablando y cantando las canciones de la radio, mientras yo trataba de concentrarme en terminar lo que Agustín me había pedido; pero era imposible con Blas tirándome del pelo cada dos por tres y haciendo pucheros porque no me había sentado a su lado. Acabé cambiándole el sitio a Dani para que Blas no llegara a tirarme del pelo, ya que estaba en la otra punta de la furgo; y saqué los cascos de mi mochila para poner algo de música que ahogara el griterío y así poder trabajar más cómodamente.
-¿Qué haces?-me preguntó Dani, quitándome un casco del oído, y me sorprendió el silencio que había. David y Blas se habían quedado dormidos, Álvaro iba mirando su móvil, y Carlos veía una película en su tablet.
-Pues acabo de mandarle a Agustín una cosa que me pidió y que por fin he terminado.-suspiré, cerrando el e-mail; y justo me llegó una notificación de Facebook, Ana me había mandado un enlace por mensaje, y lo abrí inmediatamente.
Sonreí al ver el video de YouTube al que me redireccionaba, era una canción que solía escuchar mucho tiempo atrás, y que le había enseñado a Ana hacía poco. Dani cogió el casco que me había quitado y se lo puso él para también escuchar la canción.
-¿Quiénes son?-me preguntó cuando terminó la canción.
-Es un grupo que me gustaba antes, Big Time Rush; igual te suenan, tenían una serie de televisión.-dije, cerrando el programa y bloqueé la tablet con una sonrisa dibujada en el rostro.-Ya apenas me acordaba de esa canción.
-Es muy buena, me gusta bastante; sobre todo el video, la manera que tiene de sorprender a la chica haciendo algo que ni se imagina...-su cara se iluminó mientras hablaba, y supe que había tenido una idea.-Mara, rápido; ¿qué hay programado para mañana en la agenda?
-Mañana.-suspiré, y abrí rápidamente la aplicación de agenda de la tablet.-Mañana no hay ningún compromiso, haremos noche en Sevilla y por la mañana regresaremos a casa.
-Tenemos que ir a Murcia antes de volver. O iré yo sólo. Voy a recuperar a Cristina, ¡tiene que funcionar!-los ojos de Dani reflejaban su ilusión y no pude decirle que no.
-Magí, ¿habría algún problema si retrasáramos la vuelta a Madrid?-le pregunté, girándome a mirarle.
-No creo que lo hubiera; pero ir a Murcia nos desviaría bastante.-respondió, y asentí con la cabeza.
-Blas, necesito tu ayuda.-dijo Dani, incorporándose de su asiento para despertarle, y no pude reprimir una risita.-¡Blaaaaas, despiertaaaa!
-¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Mara está bien?-dijo sobresaltándose, haciendo que el móvil de Álvaro cayera al suelo y David se despertara asustado.
-Menuda has liado, Danielo.-dijo Franchejo entre risas.
-Awww, lo primero que piensa al despertar es en si estoy bien.-dije con carita de ternura, y David, sentado frente a mí, me pellizcó un moflete.-¡Ay!
-Lo siento, es que eres adorable.-dijo encogiéndose de hombros, y llevándose un manotazo de mi parte.
-¿Me vais a decir qué pasa? Estaba durmiendo.-se quejó Blas.
-Necesito tu ayuda, hermano.-le dijo Dani, completamente ilusionado.-¿Conoces a alguien en Murcia que pueda dejarme un equipo de sonido para mañana? Y si ya de paso me consigues un camión, te sales.
-¿Qué locura estás planeando?-preguntó David, alzando una ceja.
-El equipo de sonido puedo conseguirlo, pero lo del camión es más conplicado.-respondió Blas, con el ceño fruncido.
-Tengo que recuperar a Cris, como sea. Y se me ha ocurrido cantarle una canción, es la mejor manera que conozco de expresar mis sentimientos.
-¿Y qué canción vas a cantar?-intervino Álvaro.
-No lo sé aún... pero algo se me ocurrirá.-dijo, sacando su móvil del bolsillo de sus pantalones.-Voy a escuchar canciones, a ver cuál me gusta más. Mara, pásame el nombre de la canción que pusiste antes, me gustó mucho.
-Voy a pasarte varias de esos chicos, igual te inspiran.-dije guiñándole el ojo, y saqué el móvil para mandarle las canciones.
El resto del viaje lo pasé enseñándole a David fotos antiguas que tenía guardadas en la tablet, pues Dani le cambió el sitio para hablar con Álvaro, que se ofreció a echarle una mano para organizarlo todo; y otra parte del viaje la pasamos haciéndonos fotos con la camara frontal de la tablet.
Hicimos una parada a las dos horas y media de viaje para comer en una estación de servicio. Blas estaba bastante pesadito conmigo, sólo quería que le diera mimos y apenas comió. Algo le pasaba, pero no me quiso contar nada.
El resto del viaje fui sentada entre él y Álvaro. Mi niño se quedó dormido al poco de arrancar, tumbado con la cabeza sobre mis piernas y con las suyas encogidas en el sillón; mientras yo le acariciaba el pelo. Observarle dormir debería ser reconocido como la octava maravilla del mundo.
Se despertó cuando llegábamos a Córdoba, donde Franchejo, que iba conduciendo, decidió hacer una parada más para descansar e hidratarnos; y tomó el relevo al volante David, que me pidió por favor que le hiciera de copiloto, ya que el resto siempre se quedaban dormidos.
Blas aprovechó el viaje para hacer unas llamadas, intentando conseguirle a Dani todo lo necesario para la locura que había planeado; pero si aquello funcionaba, y estaba convencida de que lo haría, nuestro chico blue volvería a ser el mismo de antes, y eso era todo lo que nos importaba.
Llegamos a Sevilla a las cuatro y media de la tarde, y fuimos derechos al hotel para dejar las cosas. Dani estaba hiperactivo, decía que la canción del video era perfecta, no se imaginaba cantando otra, e intentaba convencer a sus compañeros de que cantaran junto a él, aunque tampoco tuvo que insistir demasiado, ellos accedieron rápidamente.
Estuvieron aprendiéndose la letra hasta que Magí les llamó para decirles que teníamos que salir ya hacia el lugar del concierto. Pasé al backstage con ellos, pero no me dio tiempo a ver ni conocer a ninguno de los artistas que había por allí; mientras ellos concedían entrevistas a los medios, les preparé la ropa para la actuación con ayuda de la plancha portátil de Dani, que siempre me dejaba; y una vez más me hice nota mental de comprarme una propia por navidad, me vendría genial.
-Salís en diez minutos chicos, a cambiarse, ¡rápido!-dije, saliendo al pasillo, donde estaban hablando con la televisión local.
-En seguida entramos, cari.-me respondió Blas, lanzándome un beso, haciéndome reír; pero le devolví el gesto antes de volver a entrar al camerino.
Efectivamente, a los dos minutos entraron por la puerta como un torbellino, y comenzaron a cambiarse ahí en mitad de la habitación. Me giré inmediatamente para no ver nada, a pesar de que me habían dicho un millar de veces que no tuviera vergüenza, que a lo largo de la carrera se habían cambiado delante de mucha gente y que yo que era su amiga no tenía por que avergonzarme de verles en ropa interior (sobre todo a Blas, que era mi novio, y le había visto aún con menos ropa); seguía teniendo mis reparos.
Igual que entraron, salieron del camerino a toda velocidad; aunque por el camino Blas me agarró de la cintura y me besó con ferocidad, robándome el aliento; sin importarle que estuviéramos delante de todo el mundo.
-Te quiero.-me dijo con una enorme sonrisa, antes de salir corriendo para que le dieran su micrófono.
-¡Te quiero!-le grité, y desde la distancia me sopló un beso y me guiñó un ojo.
Iba a volver al camerino, cuando una mujer altísima se acercó a mí. Llevaba su pelo rubio recogido en un peinadísimo moño, casi parecía que las raíces le tiraban hacia arriba de la piel de la frente; dándole un aspecto de lo más estirado, ante lo que el maquillaje que llevaba no ayudaba nada.
-Hola, querida; ¿tú quién dices que eres?-me preguntó, mirándome por encima del hombro.
-Eh... soy Mara, la ayudante de Auryn.-respondí, componiendo una sonrisa.-¿Puedo ayudarla en algo?
-Oh, no sabía que se traían a sus putitas consigo.-dijo, sonriendo maliciosa.-Me imagino que tipo de "ayudas" les brindas.
-¿Perdona?-le pregunté sorprendida.-No te permito que hables así de ellos; y mucho menos de mí. No soy ninguna putita, soy la novia de Blas, y si tienes algún problema, seguro que Magí o Franchejo puede solucionártelo mejor que yo. Si me disculpas, tengo trabajo por hacer dentro del camerino.
Sin darle tiempo a hablar más, entré nuevamente en el camerino y cerré la puerta tras de mí. ¿A qué había venido eso? ¿Quién era esa mujer y quién se creía para dirigirse a mí de esa forma?
-Mara, ¿estás bien?-dijo Franchejo, entrando al camerino.-He visto lo que ha pasado ahí fuera con la mujer esa.
-No entiendo qué la he hecho para que me ataque así.-dije confusa, y justo en ese momento Magí entró también.
-He hablado con seguridad y la han echado.-dijo, y vino hacia mí para abrazarme.-No te preocupes por nada, desgraciadamente esto es algo normal; pero nunca os habían atacado tan de frente, a Cris también le ha pasado alguna vez.
-Supongo que todo es acostumbrarse.-suspiré, limpiándome los ojos, empañados por lágrimas de impotencia.-No me había pasado hasta ahora más allá de algunos comentarios de mis compañeras de clase.
-Las fans son así, Mara. Algunas son muy envidiosas.-dijo Franchejo con tono paternal.-Acabarán aceptándolo, no te preocupes por eso.
-¡Ha sido genial, son un público fantástico!-exclamó David entrando con gran estruendo.
-¿Qué pasa aquí? Estáis muy serios.-dijo Álvaro detrás de él, y al verme vino derecho a abrazarme.
-¿Qué ha pasado?-preguntó Blas preocupado.
-Una fan que tenía pase VIP se propasó.-explicó Magí.-Insultó a Mara, afortunadamente Franchejo lo vio.
-¿Qué?-la cara de Blas era todo un poema.-No puedo creer que una de mis chiquititas haya sido capaz de eso.
-Ponles freno ya o irá a más.-dijo Dani, completamente serio.-Sabes bien que ese tema ha sido motivo de discusión varias veces entre Cris y yo.
-Luego les pondré algo por twitter.-dijo acercándose a mí, y sustituyó los brazos de Álvaro a mi alrededor.-No escuches nada de lo que te digan, eres la mejor, y te quiero con locura, ¿me oyes?-asentí con la cageza, refugiándome en su pecho, y besó mi frente con ternura; justo en el momento en que Álvaro nos hacía una foto con su móvil, que prometió pasarnos luego.
Ya más calmados, todos fueron a cambiarse, menos Blas, que parecía no querer soltarme; y me llevó a un lado del camerino, donde nos sentó en un sillón.
-¿Estás bien?-me preguntó en un susurro.
-Sí, no te preocupes más, cariño.-le dediqué la mejor de mis sonrisas y le besé en la punta de la nariz.-Y ahora a cambiarte, que yo también tengo cosas que hacer.

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