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Salí de la ducha envuelta en una toalla, y fui derecha a mi cuarto para vestirme con la ropa que había preparado, unos vaqueros rotos, una camiseta de tirantas negra, una camisa de cuadros roja y negra encima, y los tacones negros.

Me hice un moño aún con el pelo mojado, así me costaba menos que el pelo se quedase en su sitio, y me eché un poco de colonia detras de los oídos y en las muñecas.

Blas llegaría en media hora, así que tras recoger la ropa, fui a la cocina para empezar con la cena. Me puse el delantal y encendí la música en mi móvil (no sabía cocinar sin música, me ayudaba a concentrarme) y abrí la nevera en busca del pollo, había decidido que empanaría unos filetes y haría una ensalada para acompañar; los filetes empanados eran mi especialidad, quien los probaba una vez volvía a por más.

Dejé el pollo fuera de la nevera para que fuera tomando la temperatura ambiente, no me gustaba trabajar con ellos cuando estaban fríos, me dolían los dedos. Saqué dos huevos y, tras abrirlos y verter el contenido en un plato junto con un poco de sal, comencé a batirlos. Puse aceite en una sartén y encendí la vitrocerámica para que fuera calentándose, mientras preparaba el pan rallado al ritmo de la música.

Justo cuando iba a empezar a empanar el primer filete, ya habiendo hecho la ensalada, llamaron al telefonillo, y estuve a punto se tirar al suelo el plato con la carne.

Traté de serenarme y contesté, obviamente era Blas, y le di al botón para abrirle la puerta. En unos minutos estaría llamando al timbre, y eso hacía que mi pulso fuera más rápido aún.

-Bueeenas.-sonrió cuando le abrí la puerta del piso, y me dio un beso en la mejilla.-He traído unas pastas.-dijo tendiéndome una bandejita de pastelería y yo reí.

-No hacía falta que trajeras nada, pero muchas gracias.-le di un beso en la mejilla y me aparté para dejarle entrar, cerrando la puerta después.-Estoy haciendo la cena, ven a la cocina conmigo si quieres.

-Puedo ayudar, si me dejas, claro.-se ofreció.

-No hace falta.-sonreí.-Me manejo bien.

Cocinar con Blas mirándome fue todo un reto, no podía evitar ponerme nerviosa, y cada vez que saltaba una de sus canciones en el reproductor del teléfono me moría de la vergüenza; aunque a él eso no pareció molestarle, movía rítmicamente el pie y a veces cantaba a la vez que sonaba su voz en el altavoz.

Quince minutos después había freído todos los filetes, y guardé la bandeja en el horno, que encendí, poniéndolo a baja temperatura para que no se quedaran fríos.

-Pues esto ya está.-dije quitándome el delantal y me lavé las manos en el fregadero, para luego girarme a verle.

-Me encanta esta canción.-dijo, tenía los ojos cerrados, y disfrutaba de los primeros acordes de la canción, que empezaba a sonar en el móvil, y sonreí.

-La grandísima Celine.-el abrió los ojos y me miró con una sonrisa.

-¿Me concedes este baile?-dijo tendiéndome una mano, al tiempo que se acercaba a mí.

-Por supuesto.-murmuré sonrojada, y él tiró levemente de mi mano para acercarme a él, y colocó la otra mano en mi cintura.

Pasados unos segundos, rodeé su cuello con mis brazos, y él hizo lo propio, tomándome de la cintura y pegándome más a él, mientras nos balanceábamos lentamente al ritmo de I Surrender.

-Parecemos locos, bailando en la cocina.-dije, apoyando mi cabeza en su pecho, y él rió por lo bajo.

-Las mejores personas lo están.-susurró en mi oído, y bajé mis brazos hasta su cintura oara abrazarme a él más cómodamente.

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