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-Ha sido una tarde increíble. Muchísimas gracias.-le dije a Blas, cuando llegamos a la puerta de mi casa, y le devolví la chaqueta, que él había puesto sobre mis hombros al volver, pues empezaba a hacer frío.
-Yo tengo que darte las gracias, me lo he pasado genial; me gusta tu pueblo.-adoraba verle sonreír, sus ojos azules brillaban y se formaban unas pequeñas arruguitas a los lados que le daban un aspecto adorable.
-Pues cuando quieras repetimos.-le dije, sonriéndole pícara, lo que causó que ambos nos echáramos a reír.
Tiró levemente de mi brazo para atraerme hacia sí, y me abrazó con fuerza contra su pecho, para luego darme un beso en la frente antes de alejarse.
-¿Estás libre el lunes? Daré una pequeña fiestecita en casa, ya sabes...
-¿No vas a ir a ver a tu familia? Digo, es tu cumpleaños.
-Tenemos muchas promos la semana que viene, probablemente no esté libre hasta la semana siguiente; intentaré ir cuando tenga un par de días libres.
-¿Entonces nos vemos el lunes?-dije sacando las llaves de mi bolso.
-El lunes. Pasaré a buscarte.-dijo, y me besó en la frente una vez más antes de irse.

******************

Ana conducía con la vista fija en la carretera, llevábamos diez minutos en el coche y ya me estaba aburriendo. Puse la radio, pero ninguna cadena me gustaba, y Ana empezaba a desesperarse conmigo.
El spa al que íbamos estaba en Toledo, en un hotel de cinco estrellas del que sus padres eran socios, y como Ana recién había terminado sus primeros exámenes, le regalaron una estancia allí para que se relajara.
Conocí a Ana a través de su hermano pequeño, que tenía tan sólo un año más que yo; mientras que Ana me sacaba tres. Ella estudiaba periodismo por aquel entonces y trabajaba como becaria en la editorial de su tío, en la que había aprendido todo lo que podía saber sobre el oficio del editor.
Su hermano era amigo mío, y era aficionado a leer los intentos de novelas que escribía. Un día le mostró a su hermana un par de hojas de algo que había escrito, y ella insistió en ponerse en contacto conmigo para hablar sobre mi potencial; y tras una llamada telefónica, quedamos para tomar un café. Desde aquel preciso instante nos hicimos inseparables.
-¿En qué piensas tanto, Mara?-dijo Ana, sacándome de mi ensimismamiento.-¿En tu amado Blas?
-¡Cállate!-fruncí el ceño y ella rió.-Pensaba en cuando nos conocimos, tú y yo; y en que desde entonces te has convertido en mi mejor amiga.
-Mírala qué mona.-le pegué un codazo por el comentario, y ella me lo devolvió divertida.-La verdad es que tengo que darle las gracias a Manu, si no hubiera sido por él nunca te habría conocido. Bueno, por él y por tus fantástica manera de escribir.
-Siempre estás igual.-dije riendo.-Me he traído el portátil, sé que es finde de relax, pero tengo cosas nuevas que me gustaría enseñarte.
-Sabes que todo lo que implique leer me encanta, así que no hay problema, lo revisaré con gusto.
-Ah, y voy a necesitar tu ayuda con algo.-dije, recordando el día que se acercaba.
-Dispara.
-El lunes es el cumpleaños de Blas, y no tengo regalo todavía.
-Luego llamamos a Carlos y que nos eche un cable, tres cabezas piensan mejor que una.-giró levemente la cabeza para mirarme y me guiñó un ojo.
-¿Qué tal te va con él?
-Es un buen chico, y muy majo. Es fácil cogerle cariño a Carlos, pero me da miedo, ¿sabes?
-¿Miedo? ¿Por qué?-pregunté desconcertada.
-Porque es muy bueno, demasiado. Tengo miedo de hacerle daño, tengo miedo de que me haga daño... O sea, ¡es famoso, Mara! Tiene miles de niñas suspirando por sus huesos, y ya no sólo niñas, mujeres; mujeres guapas, preciosas, mucho más que yo. ¿Por qué iba a fijarse en mí precisamente?
-Ana, eres una mujer impresionante, así que sácate eso de la cabeza, hazme el favor.
-Ya, pero...
-No es sólo eso, ¿verdad?
-No, no lo es...
-Suéltalo.
-David.-dijo y la miré boquiabierta.-Sí, joder, sé que le besaste el otro día, lo sé todo. Desde el día que hizo el grupo, empezamos a hablar por privado, todos los días. Me contó que siente algo por ti, me pidió consejo; y luego acudió a mí buscando consuelo...-no, no podía ser-... y nos acostamos.
-¡Ana!-le grité, estaba enfadada.-¿A caso no te das cuenta de que lo hizo sólo por despecho? ¡Joder, piensa un poco!
-¡No es tan fácil!-dijo, parando el coche en el arcén.-Está bueno, muy bueno; y las cosas se salieron un poco de madre... no pensaba con claridad.-a pesar de la oscuridad pude apreciar que había empezado a llorar.-Estoy confundida, sé que para él no fue nada, sólo sexo, pero yo lo sentí. No quiero que me rompan el corazón, y me lo he ganado yo sola...
-Ven aquí, Anita.-dije, acercándome como pude y la abracé.-David es un buen chico, ya verás como se disculpa contigo; y respecto a Carlos, tú tranquila, deja que fluya. Al fin y al cabo, es lo único que puedes hacer, esperar y ver qué sucede, un paso en falso puede ser fatal.
-Eres la mejor, Mara.-dijo secándose las lágrimas con el pañuelo que le di.-Gracias.
-No tienes que darme las gracias, cielo.-dije y sonreí con tristeza.-Entiendo cómo te sientes, lo entiendo perfectamente.

***************

Cuando los padres de Ana hacían las cosas, las hacían a lo grande; y eso quedó patente cuando llegamos al hotel. Era enorme, con una decoración exquisita; casi parecía el hotel de Gossip Girl.
El botones nos cogió las maletas y las puso en un carrito, al parecer ya conocían a Ana allí, y cuando se acercó a recepción, la chica que había detrás del mostrador le tendió dos tarjetas diciendo: "la habitación de siempre".
Subimos a la quinta planta, donde empezaban las suites, y el botones y yo seguimos a Ana hasta la habitación del fondo del pasillo, que abrió con una de las tarjetas y me dio la otra.
La habitación era enorme. Nada más entrar había un salón, con sofás y una televisión, y un ventanal que daba a una bonita terraza. tras una puerta pasabas a un pequeño pasillo del que partían otras tres puertas: un baño y dos dormitorios. El baño era impresionante, con bañera-jacuzzi y ducha hidromasaje; y los dormitorios tenian una cama de matrimonio cada uno, un armario y un tocador, además de un diván a los pies de la cama.
-¿Qué te parece?-me preguntó Ana, entrando tras de mí al que sería mi dormitorio.
-Es impresionante.-murmuré y ella rió.
-Voy a bajar a hablar con el gerente, es amigo de mis padres y hay que cumplir. Tú ve cambiándote y eso que en cuanto suba nos vamos a cenar.
Tras decir aquello, dejó su maleta en su habitación y salió de la suite. Decidí darme una ducha para relajarme, después de pasar toda la tarde por ahí con Blas y del viaje de hora y poco, me hacía falta.
El agua caliente hizo rápidamente su efecto en mí nada más comenzar a recorrer mi cuerpo, y solté un suspiro de satisfacción al sentir la calma que me producía.
Envuelta en una toalla gigantesca, volví al dormitorio y abrí la maleta en busca de algo que ponerme, decantándome por mi vestido verde de media manga, que combiné con unas medias transparentes y mis tacones negros.
Me sequé el pelo y me pinté un poquito, tan sólo la línea y un poco de brillo de labios. Sonreí a mi reflejo en el espejo, me sentía guapa en ese momento, realmente guapa.
Saqué el portátil de su funda, Ana aún no volvía y me aburría. Fui al saloncito para estar más cómoda, y vi que teníamos WiFi gratis, lo que me alegró bastante, así podría continuar mi búsqueda del regalo que aún no había encontrado y que necesitaba cuanto antes
Llevaba cerca de diez minutos buscando algo que comprarle a Blas cuando me entró una llamada via Skype de Carlos, que acepté inmediatamenge.
-¡Hola rubio!-dije nada más coger la llamada, y pude ver su rubio pelo y su sonrisa en la pantalla del portátil.
-Hola pelirroja.-dijo riendo.-¿Ya estás en Toledo?
-Te lo ha contado Ana, ¿eh?
-Me lo cuenta todo.-me guiñó un ojo y yo le saqué la lengua.
-Pues sí, hemos llegado hace un rato, me ha dado tiempo a ducharme y todo, ahora estoy esperando a que vuelva Ana para iros a cenar.
-Cómo vivís, señoritas.-se pasó una mano por el pelo y volvió a sonreír.-¿Qué te cuentas?
-Pues estaba buscando un regalo para Blas.-dije haciendo una mueca.-No encuentro nada y ya casi no me queda tiempo.
-Estoy seguro de que cualquier detallito que le regales le va a encantar, lo que más ilusión le va a hacer es que te hayas acordado de él.
-Había pensado algo, pero sin conocer su agenda es complicado cuadrarlo todo... ¿tú podrías echarme una mano con eso?
-Pues claro que si, guapetona, su agenda es la mía.-rió levemente.-Dime qué habías pensado.
-Sé quele gustaría pasar su cumple con sus padres y sus abuelos, pero como estáis de promos le es imposible. Pero antes me dijo algo de que la semana siguiente tenéis unos días libres, ¿cuáles son?
-El domingo tenemos entrevista en Que Tiempo Tan Feliz, pero el lunes 2 y el martes 3 los tenemos libres. Luego el miércoles vuelta a la carga.
-Se me ocurre algo... podría comprar unos billetes de tren para el domingo por la noche, ¿a qué hora estimas que terminaréis de la entrevista?
-A eso de las ocho y media como muy tarde.
-Voy a mirar los trenes... lo malo es que no hay AVE y tarda cuatro horas...
-Blas se queja siempre de eso.-comentó riendo.
-Hay uno que sale a las diez y llega allí a las dos de la mañana... 117 euros dos billetes, ida y vuelta; la vuelta sería el martes a las dos de la tarde, para llegar a Madrid a las seis.
-Yo creo que está muy bien, salvo lo de llegar a las dos de la mañana, aunque un poco caro... ¿vas a coger dos?
-Sí, para que vaya con quien él quiera; así vais con él uno de vosotros o algo, viajar sólo no es lo mismo... Y por el dinero no es problema, tengo algo ahorrado de cuando trabajaba en el bar...
-¿Trabajabas en un bar?
-Sí, hasta hace dos semanas, me despidieron porque la chica que estaba de baja se recuperó.
-Qué mala suerte.
-Pues está hecho.-dije, tras introducir los datos de mi tarjeta de crédito.-Ahora voy a buscar un hostal en Murcia para esa noche, así no tiene que ir hasta su pueblo a las dos de la mañana.
-Por eso no te preocupes tú, yo lo busco, ¿te parece? Disfruta de tu finde, ya arreglaremos cuentas cuando nos veamos el lunes en la fiesta.
-¿De verdad harías eso por mí?-dije poniendo morritos y él rió.
-Por supuesto, pelirroja. Te dejo, que he quedado con Alba, Sonia, Dani y David para cenar. Cuando tenga la habitación te lo digo.
-Un besazo, rubio, pásalo bien.
-Lo mismo digo.-añadió, lanzándole un beso a la cámara y colgó la llamada.

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