14.

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Bajamos a la cafetería David, Dani, Carlos y yo; Magí y Fanny decidieron quedarse allí esperando. Por lo que me contó Fanny, Álvaro ya estaba en la habitación, y sus padres estaban dentro con él.
Insistí a los tres chicos a que me contaran lo que les habían dicho los médicos, pero David dijo tajante que sólo me lo diría cuando hubiera comido algo. Bien, papá, lograste un ayudante.
Al final consiguió convencerme para que comiera un poco de tarta de chocolate, que compartí con Carlos, ya que mi estómago continuaba cerrado, pero David pareció quedarse satisfecho con aquello.
-Y bueno, ¿me contaréis algún día lo que os han dicho los médicos o será el propio Blas quien lo haga?-inquirí, dejando la cuchara en el plato.
-Tranquila, fiera.-dijo Dani riendo.
-No sabría decirte quién se ha llevado la peor parte del golpe.-me dijo Carlos.-Álvaro era el que conducía y se dio un buen golpe en la cabeza, además de que tiene una fisura en el brazo; pero le han dicho que en dos o tres semanas estará de nuevo en plena forma. Y le han puesto un collarín, tiene el cuello machacado, pero le durará unos días, le han mandado al fisioterapeuta.
-Le van a dejar en observación esta noche, por el golpe en la cabeza; no creen que haya nada, pero por si acaso.-completó Dani.
-¿Y Blas?
-También está bien.-respondió Carlos.-Le han tenido que dar puntos en una herida en la cabeza y han tenido que ir con él a quirófano a sacarle unos cristales del brazo, pero afortunadamente las heridas eran poco profundas.
-Tiene un golpe fuerte en el abdomen y según nos han dicho le han tenido que poner oxígeno, pero creen que mejorará con los días.-dijo David.-Cuando yo me fui se le llevaban a hacerle más radiografías por si acaso había alguna costilla rota.
-No han dicho nada nuevo desde entonces, solo que le subirían a planta pronto y que nos avisarían cuando pudiéramos entrar, de momento sólo familia, o eso dicen.-añadió Dani.
-La verdad, me alivia saber que estan bien... pero me siento tan culpable...-dije, apartando la vista, y David me revolvió el pelo.
-Alegra esa cara, mujer, que no ha sido nada. En unos días los tenemos por ahí corriendo otra vez.-sonrió.
-¿Quién está con Blas?-pregunté.
-Franchejo, sus padres no vienen hasta mañana por la tarde.-Carlos sonrió inocente y se metió el último trozo de tarta en la boca.
-Bueno, vamos para arriba a ver si hay alguna novedad.-dijo David, levantándose, y yo le imité inmediatamente.
Dani y Carlos se quedaron un rato más en la cafetería, ya que el último aún no había terminado de comer. Nos pararon dos chicas por el hall que reconocieron a David, y él, tranquilo, se paró un momento a hablar con ellas. Al parecer estaban allí por su abuelo, que estaba ingresado; y tras darles ánimos, les dijimos que en la cafetería estaban Carlos y Dani, y que seguro que no les importaba hablar con ellas un ratito, que les dijeran que iban de nuestra parte.
La verdad es que la sonrisa de esperanza que se dibujó en sus rostros era enorme. Yo las entendía mejor que nadie.
-¿Alguna noticia?-le preguntó David a Magí cuando llegamos a la salita.
-Blas ya está en su habitación, ¿no os habéis cruzado con Franchejo?-dijo.
-No, no le hemos visto.-respondió David.
-No sé, ha bajado a comer algo y a buscaros.-se explicó Magí.-El médico está hablando con Blas, cuando termine podremos pasar a verle.
-¿Y Fanny?-pregunté yo.
-Dentro, con Álvaro.-contestó Magí.-Sus padres se han ido a buscar el cargador del móvil y algo de ropa para cuando le den el alta mañana.
-Luego me acercaré yo para traerle algo a Blas, me dieron todos sus objetos personales.-dijo David.
Nos sentamos en las sillas de la sala de espera, justo en frente de la puerta que daba a las habitaciones. Al rato, Fanny salió y les dijo a Magí y a David que entrasen, pero el último dijo que entraría después, que no quería dejarme sola en ese momento. Al final, entre Fanny y yo le convencimos de que no pasaba nada, que yo me quedaba con ella.
-¿Segura de que no quieres venir a ver a Álvaro?-me preguntó de nuevo David.
-Sí, tranquilo. No le conozco, no pinto nada ahí dentro; pero dale mis mejores deseos de que se recupere cuanto antes, sigo siendo fan.-le sonreí y él me sonrió en respuesta antes de entrar.
-No pensé que fueras a negarte a entrar a verle.-me dijo Fanny, sentándose a mi lado.
-Pues... sorpresa.-reí levemente.-No me malinterpretes, no es que no quiera verle, realmente me muero de ganas de abrazarle, como cualquier fan... pero no creo que sea ni el lugar ni el momento.-medité.-Nunca he hablado con él salvo en las firmas... y eso no cuenta. Además, en parte es culpa mía que esté ahí adentro...
-No digas eso, Mara.-me regañó Fanny-No es tu culpa, es culpa del borracho del otro coche.
-Ya... pero ellos venían a verme... si le hubiera dicho a Blas que no, esto no habría pasado.
-O tal vez hubiera pasado igual, eso no lo sabemos. Lo importante es que están bien, el accidente no ha sido gran cosa; el que peor ha salido es el coche.
Estuvimos allí sentadas, hablando tranquilamente, hasta que volvieron Dani y Carlos, acompañados de Franchejo, que me saludó amablemente. Dani pasó a ver a Álvaro y, al momento, David y Magí salieron, y le dijeron a Carlos y a Franchejo que pasaran a verle.
-¿Familiares y amigos de Blas Cantó?-preguntó un médico, que salía en ese momento por la puerta.
-Nosotros.-dijo David, poniéndose de pie.
-Bien, el señor Cantó se encuentra estable; le hemos puesto la respiración asistida para que no fuerce, y en dos o tres días le daremos el alta, dependiendo de cómo avance. Pueden pasar a verle si lo desean, se encuentra despierto en estos momentos. Su habitación es la 108.
-Venga, Mara, vamos a verle.-me dijo David, tendiéndome la mano.
-Yo... prefiero esperar. Pasad vosotros, y ya si eso paso yo luego.-dije, jugueteando con el cierre del bolso.
-Venga, no seas tonta.-insistió David.-Blas se alegrará mucho de verte.
Me levanté dubitativa y David me tendió el brazo, del que me cogí al instante. Magí nos dijo que él pasaría más tarde, que entráramos los dos.
Caminamos por el pasillo, la habitación de Blas estaba casi al final. Pasamos por la puerta de la habitación de Álvaro, donde David se detuvo un segundo a decirles a Dani y Carlos que ya se podía visitar a Blas. Afortunadamente, Álvaro no podía verme desde donde estaba ni yo a él. Me habría muerto de la vergüenza.
La puerta de la habitación de Blas estaba abierta cuando llegamos. David llamó con los nudillos golpeando el marco de la puerta, para que supiera que alguien llegaba.
-David, hermano, ¿quién...?-le escuché decir cuando entramos, y entonces fue cuando reparó en mí, que seguía cogida del brazo de mi nuevo amigo.-Mara.-dijo mi nombre, mirándome sorprendido.
-Blas...-dije, sentía de nuevo las lágrimas arremolinarse en mis ojos.
-¿Qué haces aquí?-preguntó confuso.
-Yo... lo siento... no debí venir.-balbuceé, y me solté del brazo de David para salir de allí.
No podía. Simplemente no podía verle en ese estado, por mi culpa. Ni siquiera se había alegrado al verme.
Era consciente de que estaba llorando mientras cruzaba el pasillo del hospital para salir a la sala de espera, pero alguien me detuvo.
Carlos me había visto desde la habitación de Álvaro y me paró, sujetándome por el brazo, y al ver que estaba llorando me abrazó; igual que cuando llegué, él intuyó lo que necesitaba, y yo tan sólo me limité a refugiarme en su pecho y llorar.
-Mara... ¿qué ha pasado?-me preguntó cuando me tranquilicé.
-No puedo, no puedo verle así; es mi culpa, es todo mi culpa... y... ni siquiera... no tenía que haber venido, soy estúpida, no pinto nada aquí.
-Carlos.-dijo una voz desde dentro de la habitación. Era Álvaro, lo había escuchado todo, estaba segura.-Dila que pase, quiero hablar con ella.
-Venga, ven conmigo dentro.-me dijo, sacando una servilleta del bolsillo de su pantalón y dándomela para que me limpiara.-Vas a conocer al gran Álvaro Gango.-me susurró con una sonrisa antes de tomarme de la mano y tirar de mí hacia el interior de la habitación.
-La grandiosa Mara en mi habitación de hospital.-dijo Álvaro al verme, con una gran sonrisa.-Vaya, Blas tenía razón, eres muy guapa.
-Hola...-dije completamente colorada y con los ojos rojos de llorar. Debía parecer un tomate.
-Ven aquí.-me dijo, haciéndome una seña para que me acercara y le obedecí. Él inmediatamente se incorporó como pudo y estiró el brazo para tirar de mí y abrazarme como buenamente podía con el brazo en cabestrillo y el collarín. En aquel momento flipaba en colores.-No tienes la culpa de nada, tonta; y ahora dime qué mierda te ha dicho Blas que voy y le pego con el palo del gotero.
-Ten cuidado, no te hagas daño.-le dije, apartándome un poco.-¿Te duele?
-Me molesta un poco el cuello, pero por lo demás, los analgésicos hacen su efecto.-dijo sonriendo.-Me debes un café.
-Tonto.-reí.-Cuando salgas de esta habitación te invito a todos los cafés que quieras.
-Mara... ¿me puedes hacer un favor?-me preguntó, y yo asentí.-Vuelve a la habitación de Blas y habla con él.
-Álvaro...
-Por favor.-me cortó.-Ve y habla con él. Si te dice o te hace algo vienes y me lo cuentas, que le castro.-me guiñó un ojo.
-Ven, pelirroja, te acompaño.-dijo Carlos con una sonrisa.
Me despedí de Álvaro con dos beso y salí con Carlos al pasillo, donde nos encontramos con David, que tenía cara de susto.
-¡Mara! Te estaba buscando.-dijo al verme, acercándose.-Blas quiere hablar contigo.
-Creo que deberíamos dejar que respirase un poco, acaba de hablar con Álvaro.-dijo Carlos riendo.
-¿Y qué? ¿A que no te ha dicho nada?-dijo David, con una sonrisa.-Álvaro no muerde.
-Es encantador, sí, vale; no voy a fangirlear con vosotros aquí delante.-reí y David me pasó un brazo por los hombros.
-Fangirlea ahora.-rió él y me dio un beso en la frente.-Vamos, a hablar con Blas, tira.
Prácticamente me empujó hacia la habitación de Blas, de la que salía Magí en ese momento, y nada más empujarme al interior del cuarto, David cerró la puerta.
-¿Qué pasa?-preguntó Blas, que no podía verme desde la cama.-¿Magí?
-No... no soy Magí.-dije, dejándome ver.
-Mara...-murmuró.-Siento lo de antes, de verdad... me ha sorprendido mucho verte.
-No lo parecía.-dije mirando al suelo.
-David se ha asustado mucho cuando has salido corriendo, ha ido a buscarte, pero no te encontraba.
-Estaba con Álvaro.-dije, mirándole por primera vez. Tenía unos tubos en la nariz que le proporcionaban oxígeno, una venda en la cabeza, una en el brazo derecho y otra en el abdomen, que era visible ya que llevaba la camisa de hospital abierta.-Me escuchó hablando con Carlos... y quiso verme.
-Mara...
-Lo siento muchísimo.-dije empezando a llorar de nuevo. Parecía una fuente.-Esto ha sido mi culpa, no debí decirte que vinieras, Álvaro está fatal, tiene un collarín y el brazo en cabestrillo; y... mírate, te han tenido que poner oxígeno y todo.
-Mara, no es tu culpa; deja de decir eso ya de una buena vez, porque sí, David me ha dicho que llevas toda la tarde igual; y no quiero verte llorar.-dijo, y me acerqué a su cama.
-¿Cómo te encuentras?-le pregunté, secándome con la servilleta de Carlos, y le cogí de la mano. Él sonrió y me dio un leve apretón.
-Es un fastidio respirar por unos tubos, pero estoy bien. Me han tenido sedado hasta hace un rato, así que de momento no siento ningún dolor.-se llevó mi mano a sus labios, dejando un beso en el dorso de esta.-Tenía muchas ganas de tomarme ese café contigo... seguro que pensaste lo peor de mí al ver que no llegaba.
-No te voy a mentir... me enfadé mucho, pero me preocupé bastante, y la verdad, mi intuición no suele fallar, y no falló.
-Eres preciosa.-dijo mirándome y me sonrojé.-Las fotos no te hacen justicia.
-No digas tonterías.-reí nerviosa.
-¿Puedo abrazarte?-me preguntó inseguro.
-¿En serio me preguntas eso?-dije alzando una ceja.-Ya me has abrazado antes, aunque no me recuerdes, por supuesto que puedes.
-Debía de estar muy ciego aquel día para no fijarme en ti.-dijo sonriente, y le abracé con cariño, siendo correspondida de inmediato.

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