24.

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Aparcó el coche en su plaza de garaje, y bajó con rapidez de este, rodeándolo para abrirme la puerta y ayudarme a bajar, como todo un caballero.
David vivía en un bloque de pisos a las afueras de Alcalá de Henares, en una urbanización bastante acogedora, por lo que pude ver desde las ventanas que había en el rellano del ático.
Abrió la puerta del piso y me dejó pasar, para luego entrar él, cerrando la puerta detrás de sí. Nada más entrar veías el salón, que era amplio, con un sofá negro y las paredes blancas, igual que el mueble del televisor; y una mesa de comedor con sillas negras. Había un pasillo a la derecha, y a la izquierda, una puerta abierta dejaba ver la cocina.
-¿Qué te parece?-me preguntó con una sonrisa.
-Es muy bonita.-sonreí.-¿Lo has decorado tú?
-Con ayuda de mis hermanas.-rió levemente.-Espera un momento.-dijo, entrando por el pasillo de la derecha, y al rato volvió, seguido por una perrita que conocía muy bien: Boo.
-¡Ay, por favor, qué bonita es!-dije, agachándome para acariciarla, y ella vino derecha a lamerme la cara.-Es tan cariñosa.-sonreí, acariciándola tras las orejas.
-Pues nada, veo que la prefieres a ella antes que a mí; si lo sé no la saco.-dijo riendo.
-Qué tonto.-reí, levantándome del suelo.
-Pasa y siéntate a la mesa, voy a por la cena a la cocina.-dijo con una sonrisa.-Dame tu chaqueta si quieres y la cuelgo en el aparador.
-Estás en todo.-sonreí, dandole mi chaqueta; y tras guardarla, se fue a la cocina.
Me adentré en el salón, seguida por Boo, que me olfateaba con curiosidad. Dejé mi bolso sobre el sofá, mienteas observaba los cuadros que había colgados en la pared, y vi a un lado un estante con los premios y los discos de oro y platino que habían ganado, lo cual me hizo sonreír. Estaba muy orgullosa de ellos como fan y como... ¿amiga? Bueno, tal vez era pronto para considerarme así.
-Primer y único plato, sin contar el postre, claro.-dijo David, regresando de la cocina.-Risotto de gambas, por el cuál debo darle las gracias a Dani y a su madre.-rió levemente.
-Huele muy bien.-dije acercándome a la mesa, y él retiró la silla para que me sentara.
-¿Qué quieres beber? Tengo vino por ahí si quieres, también tengo Coca Cola, Fanta,...
-Con un vaso de agua estaré bien.-sonreí, y él fue de inmediato a buscar una jarra de agua con hielo y una lata de Coca Cola para él.
-Espero que te guste, lo de cocinar no es lo mío; pero creo que Dani y yo hacemos un buen equipo.-dijo, sentándose frente a mí.
-Tiene muy buena pinta.-dije, y bebí un trago de mi vaso de agua, que David me acababa de servir; para luego probar el risotto.-Y sabe mejor.-dije después de tragar, y él sonrió.
-Le diré a Dani que tenemos que cocinar en equipo más a menudo.
-Yo me apuntaría a comerme el resultado.-reí.
-Bueno, ¿y qué tal tu día?-me preguntó después de unos minutos en silencio, en los que nos dedicamos a mirarnos y sonreír.
-Bastante bien.-dije, moviendo la comida con el tenedor.-Una de mis compañeras me acosó a preguntas sobre por qué te conocía.-él rió levemente y yo sonreí.-Luego fui al hospital a ver al señor enfermo, estaba allí Álvaro con él.
-¿Quién te llevó al hospital?-preguntó.
-Mi primo.-dije tras beber de mi vaso.-Me debía un favor y le había prometido a Blas que iría a verle. ¿Y tú? ¿Qué tal?
-Lo normal estos días.-respondió.-Me levanté temprano, saqué a pasear a Boo y luego fui al hospital a por Álvaro; Fanny tiene el coche en el taller. Me vine a casa a comer y luego vino Dani a echarme un cable con todo.
Nos pasamos hablando toda la cena, y un buen rato después de terminarnos el plato principal; hasta que David se levantó para ir a buscar el postre: tarta de chocolate. Me confesó que la había comprado en una pastelería, pero estaba tan rica que se lo agradecí e incluso le pedí que me dijera en qué pastelería la había comprado.
-¿Te apetece una copa o algo? Creo que tengo champagne y sidra de la última fiesta.-dijo, retirando los platos del postre.
-Me negaría... pero, bueno, creo que por una copa no me moriré.-sonreí.
-Pues marchando una copa para la señorita.-dijo, yendo hacia la cocina, y volvió minutos después con dos copas y una botella de champagne; que descorchó tras dejar las copas sobre la mesa y las llenó a la mitad, para luego darme una de las copas.-¿Brindamos?
-¿Por qué quieres brindar?
-Por nuestra... afortunada amistad.-dijo con su amplia y bonita sonrisa, haciendo chocar su copa contra la mía.-Y por lo que venga de aquí en adelante.
Tras tomarnos tranquilamente la primera copa de champagne, vino una segunda; y acabamos bailando entre risas con la música que David puso en su móvil. Como él dijo, no era gran cosa, pero era perfecto para disfrutar de una velada tranquila.
-Creo que debería irme ya, mi amiga me estará esperando.-dije, cerca de las once y media de la noche.
Estábamos los dos sentados en el sofá, ambos con nuestra tercera copa de champagne a medio terminar, hablando tranquilamente con la única luz de una lámpara que había en una esquina; sentados muy juntos.
-Te llevaría yo mismo, pero esta es la tercera copa... no quiero tener un accidente, y menos llevándote a ti conmigo.
-Tranquilo, llamaré a un taxi para que me lleve.-dije, sacando el móvil del bolso.
-Es muy tarde ya... me da miedo que te pueda pasar algo, Mara. ¿Por qué no te quedas aquí a dormir? Tengo dos habitaciones de sobra, y me quedaré más tranquilo sabiendo que estás bien.
-No sé, David...
-Sólo lo digo por tu seguridad, no me gustaría saber que estás por ahí sola a estas horas de la noche.-continuó, dejando su copa sobre la mesita de café.-Quédate, por favor. Por la mañana te llevo a casa de tu amiga, no te preocupes por eso; tan sólo quiero que no te pase nada.
-Bueno.. está bien, voy a avisar a Ana de que me quedo a dormir, para que no se preocupe.-dije, poniéndome en pie.-¿El baño, por favor?
-Por el pasillo, la primera puerta a la izquierda.-me indicó y, tomando mi bolso, fui por donde me dijo hasta el baño.
Cerré la puerta tras de mí y eché el seguro, para luego volverme hacia el espejo del lavamanos. Tenía una sonrisa de oreja a oreja y las mejillas levemente coloradas por el alcohol; y una sensación de euforia en mi interior mezclada con miles de mariposas rugiendo en mi estómago.
Desbloqueé el teléfono y busqué en mis contactos el número de Ana, que contestó al tercer timbrazo.
-¿Mara? ¿Vienes ya? ¿Estás bien?-preguntó al otro lado de la línea, sonaba preocupada.
-Sí, tranquila, estoy bien.-respondí.-Te llamaba para decirte que... bueno, que me voy a quedar a dormir con mi amigo. Hemos bebido un poquito y a él le da miedo que me pueda pasar algo si cojo un taxi.
-Ya, ya...-dijo riendo.-Anda, pillina, a ver qué hacéis.
-¡Nada! Me voy a quedar en el cuarto de invitados.-reí levemente.-Por la mañana me llevará él a tu casa, a tiempo antes de que vaya mi padre a buscarme.
-Tranquila, ya nos ocuparemos de eso. Disfruta de tu noche, yo me voy a la cama ya.
-Buenas noches, Ani, y muchas gracias por todo, en serio.
-No me las des, Mari, sabes que no me importa cubrirte las espaldas. Un besote, guapa.
-Adiós, bonita.-dije, y colgué el teléfono. Ana era la mejor.
Volví al salón tras guardar el móvil de nuevo en el bolso y retocarme un poquito el maquillaje. David estaba de pie, junto al ventanal que hacía las veces de puerta que daba a una pequeña terraza, mirando al exterior; y tras dejar mi bolso sobre el sofá, me acerqué a él.
-Todo solucionado.-llamé su atención.-Mi amiga ya sabe que me quedo aquí y que estoy bien.
-Ven, mira.-dijo, extendiendo su brazo y tomándome de la mano.-Hay luna llena.
-Vaya... es preciosa.-suspiré maravillada.
-Parece sacada de un cuento de hadas.-comentó en voz baja, y sonreí volteando a mirarle, y ya no pude apartar mis ojos de los suyos.
Sentía que me faltaba la respiración, el corazón me latía con tanta fuerza que pensé que se me iba a salir del pecho; estaba segura de que si David hubiese puesto atención podría haber escuchado cada acelerado latido de mi corazón.
Él me miraba sonriente, aún con su mano sujetando la mía; estábamos muy cerca, si uno de los dos se aproximaba lo suficiente, nuestras narices se tocarían. Por mi mente pasó fugaz el pensamiento de que, tal vez, David fuera a besarme... pero aquello no ocurrió, simplemente volvió a girar su cabeza, mirando nuevamente a la luna, a la vez que soltaba mi mano para pasar su brazo por mi cintura.
Y me quedé como una tonta, mirándole embobada, esperando un beso que yo misma había imaginado y que no llegaba.

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