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Comprobé que todo estuviera en la mochila y miré el móvil, eran ya las cinco, y Carlos no tardaría en venir a recogerme. Le había dicho a mi padre que iba a dormir con Ana, que estaba de bajón porque había roto con su novio, y al decirle eso no le había quedado otra que dejarme ir. Como siempre Ana estaba encantada de cubrirme, además que ella había quedado con Fanny para ir a mirar unas cosas; en las últimas semanas se habían hecho buenas amigas.

-Me faltan las velas.-dije para mí, y volví corriendo a mi cuarto a cogerlas, se habían quedado sobre la cama.-Papá, me voy ya.-dije, tras recibir un mensaje de mi rubio favorito diciendo que ya estaba abajo.-Ana está cayendo en declive, voy a pasar a comprar helados.

-Toma, llévate algo de dinero.-dijo, dándome cincuenta euros.-Y dile a tu amiga que el mundo no se acaba por una ruptura.

-Pobrecita, estaba muy enamorada.-dije guardando el dinero, me venía perfecto para pasar por el supermercado a comprar las cosas que me faltaban para la cena.-Mañana antes de mediodía estoy de vuelta, que tengo que preparar la maleta para el domingo.-le di un beso en la mejilla a mi padre y me recoloqué la mochila.-Hasta mañana.

-Ten cuidado.-dijo, y salí del piso prácticamente corriendo.

Como era costumbre, las vecinas se asomaban a las ventanas para ver a dónde iba y con quién, mi padre ya me había dicho que algunas de las vecinas le habían comentado que se me veía mucho por allí con varios chicos, y que siempre era con uno distinto, aunque a veces repetía. Sinceramente, había empezado a preguntarme si esas señoras no tenían algo mejor que hacer con sus vidas.

-¡Mara! Venga, tenemos que darnos prisa.-dijo Carlos al verme, y me dio un beso en la mejilla cuando llegué a su lado.-David y Blas se han ido al cine, tenemos hasta las ocho.

-Entonces vayamos para allá, tengo que preparar la cena.-le di un abrazo y nos subimos al coche con rapidez.

Carlos puso la radio y nos pasamos cantando todo el trayecto hacia la casa de Blas. Según me contó el rubio, Álvaro había hecho bastantes preguntas cuando le pidió las llaves, pero finalmente se las dio al decirle que era para que los transportistas pudieran dejar allí unos muebles nuevos.

Tres cuartos de hora después nos hallábamos aparcando delante de la casa, habiendo pasado ya por el supermercado para comprar lo necesario... y algunos chocolates de más para Carlos. Me ayudó a bajar las cosas, y terminó cargando con la mayoría de las bolsas él sólo, y yo misma abrí la puerta, pues él no podía con las bolsas en las manos.

Dejamos todo en la mesa de la cocina y nos pusimos manos a la obra. Mientras yo me puse con la pizza casera y el postre, tarta de chocolate; Carlos fue al salón para colocar las velas y poner la mesa. No era nada demasiado elaborado, pero quería tener un detalle con Blas, después de todo, él se la había jugado por mí y había ido a mi casa a hablar con mi padre.

Había traído también varias películas para ver, él me había propuesto un plan de cena y peli, y eso era lo que le iba a dar.

-¡Carlos!-le llamé, cuando estaba preparando el chocolate para la tarta.- ¿Te importaría probar esto a ver si te gusta?

-Voy, cariño.-dijo con tono divertido.-Tal vez debería pedirte matrimonio antes de que Blas se me adelante.-le tendí la cuchara riendo, y se la llevó a la boca.-Lo digo en serio, cásate conmigo, Mara. Necesito tu chocolate para vivir.

-Lo siento, Carlos, pero ahora que vas a ser mi jefe, no sería profesional.-le guiñé un ojo divertida y él rió.

-Yo ya he terminado con el salón, ¿necesitas que haga algo más?

-No, tranquilo.-sonreí.- ¿Meto el pastel en el horno y nos tomamos un café? Y así hablamos.

-Mejor un Cola Cao.-dijo riendo.

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