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Definitivamente, despertar al lado de la persona a la que quieres es la cosa más bonita del mundo. Cuando abrí los ojos, lo primero que vi fue a Blas, durmiendo en completa paz, iluminado por los rayos del sol que se colaban por la persiana. No pude evitar sonreír como idiota, estaba guapísimo dormido, parecía un angelito. Miré por encima de su hombro el reloj, eran las nueve y cuarto, desgraciadamente tenía que despertarle si quería que nos diera tiempo a todo. Tenía sus brazos alrededor de mi cintura, abrazándome con relativa fuerza contra sí. Empecé a repartir besos por su cara a la vez que le decía que se despertara, que era hora de levantarse, y él se removió en la cama, soltándome y dándose la vuelta.

Me reí al ver que hacía pucheros mientras dormía, y tiré de él para tumbarle boca arriba, me senté a horcajadas sobre él y de nuevo empecé a repartir besos por su cara y a decirle que se despertara, que era hora de levantarse para ir a trabajar; él no tardó en abrir los ojos, y sonrió ampliamente al verme.

-Daría todo lo que tengo para despertarme así cada mañana.-dijo con la voz ronca y sonreí, para luego besarle con amor, inclinándome sobre su cuerpo.

-Buenos días.-dije sobre sus labios y volví a besarle.

Blas puso sus manos a los lados de mi cadera y se incorporó poco a poco, quedando sentado conmigo sobre sus piernas y deslizó sus manos debajo de la camiseta, acariciando mis muslos, y bajó sus besos hacia mi cuello; logrando que un gemido ronco se escapara de mi boca.

-Para... Blas... no hay tiempo...-dije, agarrándole por las muñecas.

-Lo siento.-susurró, separándose un poco, y me dio un pequeño beso en los labios.

-Vamos a vestirnos, tienes que llevarme a casa pronto, tengo que hacer la maleta; a las once y media hay que estar en Madrid.-dije levantándome y fui hacia la silla para coger mi falda.

-Me he perdido algo.-dijo confuso.

-Me voy con vosotros a Ferrol, Carlos quiere ver cómo me desenvuelvo. Soy su nueva ayudante personal.

-¿Por qué no me lo contaste antes?-dijo con una sonrisa.-Es genial, si trabajas con Carlos podremos pasar más tiempo juntos.

-Eso mismo dijo él ayer.-me quité la camiseta y me puse la blusa, sólo me faltaban los tacones, que se quedaron en el salón.- ¿Tienes un peine?

-En el baño, es la puerta de la derecha.-me dijo, mientras sacaba del armario unos vaqueros y una camisa.

Fui al baño siguiendo sus indicaciones, y encontré el peine sobre el estante de cristal. Tenía el pelo hecho un lío, pero no se había enredado demasiado, afortunadamente. Abrí el grifo para lavarme la cara, quitándome los restos de rímel de mis ojos, y me estaba secando con la toalla cuando noté unas manos en mi cintura.

-Estás preciosa desde por la mañana.-dijo Blas, y dejó un beso en mi cuello, para luego coger el peine y el bote de gomina de la balda.

-Tú también eres hermoso, todo el tiempo. ¿Preparo el desayuno?

-No te preocupes, paramos en alguna gasolinera y cogemos algo, hay que darse prisa. V recogiendo tus cosas y espérame en la entrada, no tardo en peinarme.

Salí del baño y bajé al salón en busca de mis tacones, los cuales estaban al lado del sofá, y me calcé inmediatamente. Recogí las cosas que habíamos dejado en la mesa la noche anterior y las llevé a la cocina, donde cogí mi mochila para guardar las velas y todo lo que había traído. Eran las diez y cuarto cuando salimos de su casa, dirección a la mía, debíamos darnos mucha prisa, así que quedamos en que él cogería algo de comida para los dos en mi casa mientras yo preparaba la maleta para irnos a Ferrol, él ya la tenía hecha desde el día anterior.

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