parte 24

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Pasaron 3 días desde que sarpamos, ya rumbo a Canadá, me hice un adicto al play 3. Me hice adicto también a la vodka que serian en el bar del barco y peor aún, me hice adicto a andrea, quien parecía saber perfectamente lo mucho que la nesecitaba, como la canción de "The Killers; Read My Mind"
parecía leer mi mente, actuaba como quería, se vestía como quería, hacia lo que quería, pero yo nada de esto se lo decía, solo actuaba como a mi me gustaba, si cualquier otra persona actuará como ella no me gustaría tanto como me gusta ella....

Después de ese beso seguido de un te amo, las cosas cambiaron, si antes, había tensión, imagínense ahora. Obviamente esa no fue la última vez que sus labios tocaron los míos, nos habías besado un par de veces más pero solo piquitos antes de dormir, o cuando iba a salir al bar o a ver el mar cualquiera de los dos, nos despedimos como si no nos fuéramos a ver más y nos dábamos un pequeño pico. No sabia que pasaba, ni sabia si Jennifer me esperaba o yo esperaba verla a ella.

Derrepente, sonó un mensaje por altavoz;

Falta 1 hora para desembarcar en el lago Ontario, Toronto, Canadá. Por favor prepárense para bajar la carga los sectores 3 y 7...

Andrea y yo nos encontrábamos en la habitación, leyendo algunos libros, escuchamos el mensaje pero ninguno hizo algo al respecto pues ya teníamos todo listo para bajarnos. Al llegar fuimos los primeros en bajarnos pues no teníamos que trabajar para bajar el petróleo o algo, nos despedimos de Diego, bajamos y llame a la mamá de jenny, la señora margot, para que me diera la dirección donde se encontraba jenny. Recuerdo tener que ponerle dos de mis suéteres a a Alfredo que moría de frio en ese momento y cargarlo para que sus pies no se congelarán.

Al paso de 20 minutos llamamos un taxi, ya me había llegado la dirección, se la enseñamos al taxista la misma y nos prometió conducirnos hasta ahí, pero nos advirtio; Es algo lejos, a unas 3 horas y, llevarlos hasta allá les costará 120 dólares como mínimo. 120 dólares era todo lo que nos quedaba. Pero que podíamos hacer. Aceptamos la oferta de aquel taxista.

Pasamos montañas y mucho naturaleza, andrea se quedo dormida acostada en mis piernas. Pasamos mucho tiempo aunque solo fueron 3 horas y llegamos a dirección por fin.

El taxista nos cobro y nos dejó a una calle más o menos de la supuesta casa donde debería estar Jennifer. Andrea, Alfredo y yo Caminamos buscando la casa de 3 pisos con lujosas ventanas de espejo y el frondoso árbol frente a ella,Caminamos algunos minutos, ella me tomaba por el brazo como una pareja, más bien, como una familia. hasta que dimos con la misma.

la ciencia de MozartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora