Capítulo Doce.

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Tocaban el timbre de la sala cuando salí de mi habitación, al mismo tiempo me sentí frustrada porque yo tenía que ir a abrirla.

Billie se había ido a sus entrenamientos de fútbol y mientras yo tenía que lidiar conmigo misma.

Cuando abrí la puerta de la sala casi me voy de trasero.
- ¡Mamá! - sonreí.

Ella me sonrió, dejó un beso en mi frente y entró a casa.

- ¿Por qué tocaste? - cuestioné.

- Se me olvidaron las llaves en el consultorio - explicó.

Reí. Caminé hacia la cocina y serví un poco de agua en un vaso.

Cuando salí encontré a mamá en el sofá, reposando la cabeza en un cojin y viendo televisión.

Le entregué el vaso y tomé asiento junto a ella.

- ¿Día pesado? - murmuré preocupada.

Ella bebió rápidamente el líquido y luego dejó vacío el vaso sobre la mesa.

- Como siempre - resopló agotada.

Acomodé el cabello que lograba salirse de su peinado y la acaricié.

Mamá trabajaba siempre tan duro, que si yo quería ser mejor que ella algún día, sería imposible.

- Al menos ya se acabó por hoy - se alivió.

Sonreí, su positivismo siempre me animaba a seguir adelante.

Le besé la mejilla.
- Sigue adelante.

Mi hermano y yo nunca sabíamos a qué hora llegaría mamá, ni siquiera sabíamos si incluso volvería.

Su trabajo siempre la mantenía estresada, a veces me gustaría ser capaz de ganar dinero para llevarla al Spa.

Nos quedamos en silencio viendo como descalificaban a nuestro diseñador de ropa preferido en Project Runway.

- Buenos para nada - murmuró mamá al mismo tiempo que yo soltaba una grosería.

Entonces me miró.
- Oye, dime algo - pidió - ¿Cuántas veces he pospuesto nuestra búsqueda de ropa en un centro comercial por mi trabajo?

Fruncí los labios pensativa.
- No son muchas, creo que con la última fueron 6.

Su mirada se oscureció de tristeza.
- Lo siento.

Sonreí en respuesta.
- No hay problema, lo sabes.

- En realidad me siento mal por eso, AbbyPooh. Estoy dejándote de lado.

- Pero tú no te preocupes por eso - le aseguré - Estás ocupada y lo entiendo.

Mamá suspiró.
- Vayamos a ese día de compras - me sonrió.

Alcé mis cejas con sorpresa.
- ¿Ahora?

Ella se levantó.
- ¡Claro! Consigamos un hermoso vestido de graduación.

Jadeé y dejé caer mi cara en el asiento del sofá.

- ¿Quién te dijo de eso? - protesté.

- El consejo de Padres de Familia - dijo en respuesta.

- ¿Debo hacerlo? - gruñí.

Ella rio y me arrojó un cojin a la cabeza.

- ¡Sí! Vamos. Te tengo una sorpresa - confesó.

Si fuera verdad. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora