Capítulo veinticuatro.

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Abby.

Nos quedamos mirando hacia el techo de mi habitación por los siguientes quince minutos.

Nuestras manos entrelazadas y nuestras miradas perdidas mientras nuestras mentes se concentraban en el otro.

- Dime más -pidió.

- Bueno, es que eso ya te lo conté -me reí -El vestido está en el armario.

- Genial -dijo -Póntelo.

Solté una carcajada.
- Demonios, no.

- ¿Por qué no?

- No lo sé, no lo quiero estropear.

- ¿No lo piensas usar hoy mismo?

- No en realidad.

Me moví en la cama quedando de costado para notar su expresión de sorpresa.
Su mirada siguió la mía y tomó la misma posición.

- ¿No quieres ir al baile? -preguntó.

- No tengo pareja.

Enarcó una ceja.
- ¿Y qué soy yo, mujer? ¿Un mueble?

Me reí.
- La verdad es que no me lo has pedido formalmente -aseguré.

- ¡Agh, claro! -dijo levantándose de golpe.

Me hizo dar un respingo y me levanté seguido de él.

- Qué torpe soy, lo olvidé -murmuró.

- Es broma, Shay. No tienes que hacerlo.

- No, quiero hacerlo.

Comenzó a ponerse su abrigo.
- ¡Oye! ¿Me vas a dejar?

Entonces se volvió.
Me acercó hacia su cuerpo tomándome de las manos.
- Hoy en la noche, tú y yo. Un baile inolvidable y la mejor velada de tu vida.

Sonreí.
- ¿Es una cita?

- Claro que lo es. Y tu corto y sexy vestido también está invitado.

Solté una risa.
- ¿Ya viste mi vestido?

- No pienso responder eso. Sólo sé, que te verás increíble con él.

Suspiré.
- ¿Algo más?

- Uh, sí. No es necesario que tu ropa interior vaya contigo, ¿okey?

Me ruboricé con ganas.
- T-Tarado.

Se carcajeó.
- Sólo digo que, las cosas podrían ser más intensas así.

- ¿Qué tan intensas? -reté.

- ¿Quieres que te muestre?

Me mordí el labio inferior provocativamente logrando que se abalanzara sobre mí.

Quedé tendida en la cama con él encima mío, sus labios unidos a los míos y su lengua preparada para invadirme.

- S-Shay -susurré.

Sus manos se posaron en mi cintura al tiempo que cruzaba mi pierna, atándola a su cintura.

La posición nos hizo jadear.
- Dios mío, Abby...

Su lengua luchó con la mía, enviando múltiples sensaciones, comenzando desde mi espalda hasta terminar cerca de las caras internas de mis muslos.

Mi corazón brincaba como loco dentro de mi pecho. Quería salírseme y si lo hacía, sería todo para Shay.

Nuestras lenguas se cruzaron nuevamente, la saliva se mezcló dentro de nuestras bocas haciéndome sentir viva.

Un teléfono comenzó a sonar pero Shay no me permitió alejarme de él.

Pasé mis manos por debajo de su camiseta y acaricié de arriba a abajo, finalmente metiéndolas bajo sus pantalones.

- Con un demonio -murmuró con voz ronca. Frotó nuestras lenguas.

Jadeé.
El teléfono no dejó de sonar y pronto reconocí que era el mío.

Había pocas personas que podrían llamarme.
Mamá o Billy.

Entonces caí en cuenta.
¡MAMÁ!

Si nos viera, nos arrojaría cubetazos de agua helada para separarnos.

- Shay, espera -pedí, separando nuestras bocas, haciendo que tan sólo pendiera un pequeño y fino hilo de saliva de su sensual lengua.

- ¿Qué pasa? -preguntó intentando respirar.

- Necesito... -di a entender. Me moví hacía en celular y lo respondí.

> ¿Sí?

> Hola, hija. ¿Todo bien? Billy y yo vamos en camino.

> Sí, mamá. Todo bien.

> ¿Estás segura? Pareciera que no puedes respirar, te notas exhausta.

Miré a Shay mientras éste se aguantaba una carcajada.

> Fui a correr -mentí.

> Bueno, deberías vestirte ya. En muy poco tiempo es el baile. ¿Irás, no?

> Sí, claro.

> Bien, nos vemos pronto, ¿sí? No te olvides de buscar los tacos altos que te compré esa vez, ¿okey?

> Bien, mamá. Los buscaré.

Rodé los ojos al notar como Shay parecía embobado por su propia imaginación.

Seguramente imaginándome en tacones y probablemente nada de ropa.
Dios mío.

> Ya vamos para allá, besos.

> Adiós, ma. Besos.

Colgué y me crucé de brazos mirando a Shay.

Se pasó la lengua por el labio superior todavía sin mirarme.

- Señor Robertson, le informo con alegría que aún tengo ropa en este momento.

Me observó.
- Quizá no tanta alegría para mí -enarcó una ceja.

Abrí la boca sorprendida.
- ¿En serio estabas imaginando...?

- Para tu información, tenías ropa. Pero súper ajustada y bueno, no tenías interior.

Sentí el calor inundar mis mejillas.
- Aún así esos tacones... Dios. Te veías malditamente sexy. Quería pasar mi lengua desde tu desnudo empeine hasta tu...

Rodé los ojos.
- Tenías que ser hombre.

- No es mi culpa que seas lo último que piense cuando me voy a dormir. La culpa es tuya por ser encantadora.

Sonreí.
- Torpe.

- Bueno, me iré antes de que tu madre vuelva y descubra que no fuiste a correr.

Solté una risa.
- La verdad no ayudas.

- Te veo aquí poco antes para las 7. Más te vale usar tacones. Hoy necesito tener dulces sueños.

- Largo de aquí, alíen pervertido.

Me guiñó un ojo.
- Me encantaría que fueses mi maid.

- FUERA.

- En serio, piénsalo. Tú y tu traje de maid... Unos tacones... Válgame.

- ¡Shay!

- Bien, me iré. Pero de una vez te aclaro que soy más sexy que Usui.

- Lo negaré si no te vas.

- Auch. A mí también me encantas, querida. Gracias por el apoyo.

- ¡LARGO! -solté una carcajada.

- Eso no es lo que dirás hoy en la noche -me mandó una mirada sugestiva -Será más como... "Oh, Shay. Eres increíble" o como "Más, Shay. Por favor"

Me cubrí la cara con las manos.
- Por dios.

Se rió.
- Nos vemos pronto, Birdie.

Si fuera verdad. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora