Salí de allí lo más deprisa posible sin ni si quiera mirar a Malú, iba a comenzar a llorar de un momento a otro. No éramos nada, pero me dolió como si lo fuésemos todo.
Me encerré en un cuarto de baño estrecho y me eché las manos a la cabeza ¿Por qué no me lo había dicho? ¿Por qué no me había parado los pies?
Intenté no llorar pero se me hizo imposible, sentía mucho por ella, demasiado...
-Vane... -Escuché su voz a través de la puerta. -Puedo explicarlo... -Abrí la puerta y la miré decepcionada, dolida.
-¿Por qué no me lo habías dicho?
-No es mi novio...
-Ya... -Le interrumpí pero aún así ella continuó.
-Es mi ex novio...
-Pues a mi mis ex no me comen la boca. -La interrumpí de nuevo.
-Déjame acabar joder... -Me agarró la mano pero la quité. -Edu siempre ha sido muy egocéntrico y me hizo mucho daño y se ha pensado que viniendo aquí iba a hacer que me enamorase de él de nuevo. -Me volvió a agarrar la mano pero esta vez no la quité, estaba atenta escuchando. -Pero ahora te tengo a ti Vane... -Se le saltaron las lagrimas y se me hizo otro nudo en la garganta más grande aún al verla así. -...Seamos lo que seamos estoy segura de que eres la indicada ahora mismo y que... Que te quiero joder, que te quiero. -Rompió a llorar y me abrazó. -Le he dicho que se vaya y que no quiero verle más ¿vale?
-No te preocupes. Dije sin dejar de abrazarla. -Lo siento.
-No ha sido tu culpa. -Se alejó y se limpió las lágrimas. -Vamos que nos están esperando. -Sonrió solo para que yo sonriera.
Salimos del baño con nuestra mejor sonrisa pero con la cara roja por el llanto, de todas formas, la familia de Malú no preguntó ni habló de ello, mejor...
Llegamos a la casa de sus padres y nos dejaron intimidad para que nos organizásemos en las habitaciones y con nuestras cosas, su familia era muy diferente a la mía, cuando fuimos a Málaga no nos dejaron ni descansar, en cambio aquí son como más pasotas o tal vez sería por mí, no lo sé.
Mientras Malú deshacía su maleta, me llegó un mensaje de Alejandro indicándome como llegar al restaurante que nos reservó y me lo apunté en un papel para que no se me olvidase.
Pasamos la tarde con la familia de Malú, nos estaban tratando muy bien, transmitían mucha paz y armonía y eso me encantaba, era esencial para la convivencia. La madre de Malú era igualita que ella, tenían los mismos gestos y reían igual, eran como dos gotas de agua, su hermano José también se parecía muchísimo a ella solo que más serio y su padre, Pepe de Lucía, bueno... Todo el mundo sabe como es Pepe, es un tipo tan honrado y alegre que sobraban palabras para su definición como persona.
-¿Tú sabes tocar la guitarra? -Me preguntó Pepe.
-Sí, no llego a tu nivel, pero algo sí que sé. -Reí y él se levantó y me dio una guitarra.
-Me gustaría escucharte tocar algo. -Miré a Malú y asintió con una sonrisa.
-¿Quieres que te acompañe cantando? -Preguntó Malú y me salvó la vida.
-Sí, por favor. -Me puso la mano en la pierna y comencé a tocar la guitarra mientras sentía la mirada de todos sobre mí.
Cantamos una canción flamenca, pues era el estilo que movía esa familia y creo que dimos en la nota porque sus caras lo decían todo, estaban disfrutando de nuestra pequeña actuación improvisada.
-Vaya... -Dijo Pepe cuando acabamos. -Eres bastante buena, me gustas.
-Gracias. -Sonreí y me sonrojé un poco.
-Lo es. -Dijo Malú mirándome embobada.
-Bueno. -Se levantó su madre. -Tengo que irme a hacer las cosas de la casa. -Dijo muy seria. Miré a Malú, rodó los ojos, miré a su padre que me estaba mirando a mi y se levantó y siguió a su mujer. Malú hizo lo mismo y me quedé con su hermano.
-Hoy no es su día. -Dijo José rompiendo el silencio de Pepi, su madre. -No es por tí. -Añadió al verme la cara.
-No, no pasa nada. -Que cambio de humor tan repentino, no quería preguntar pero me pareció bastante rara esa actitud.
-¿Te apetece unas patatas? -Me acercó un paquete pringoso que tenía en su mano.
-Claro, gracias. -Sonreí y cogí un puñado.
Más tarde, estábamos en el sofá con el pijama viendo un reportaje del famoso programa ''Callejeros Viajeros'' de la Cuatro. Yo estaba apoyada en el posa brazo del sofá y mi otra mano rodeaba a Malú que estaba tumbada en mis costillas.
-Tengo hambre ¿llamamos para pedir comida a domicilio?
-Tengo otra idea mejor. -Iba a llevarla al restaurante que Alejandro nos reservó. -Vístete.
-Pero...
-Vístete, no me seas floja. -Reí.
-Vaaaale.... -Rió ella también.
-Ponte guapa.
-Siempre voy guapa. -Bromeó.
-Cierto. -Reí a pesar de decirlo en serio.
Fuimos a la habitación y nos cambiamos de ropa, yo me puse un mono negro con una chaqueta blanca por encima, ella se puso un vestido rosa palo con una chaqueta que iba totalmente con el conjunto, se tomó bastante en serio lo de ''Ponte guapa''
José nos prestó su coche y conduje hasta el lugar donde Alejandro nos reservó y ella no tenía ni idea de que iba a pasar. Cuando llegamos se quedó mirándome preocupada, no tenía muy buen aspecto así que le pregunté.
-¿Qué te pasa?
-Vane... -Hizo una pausa. -No podemos cenar aquí, se necesita reserva y además...
-Ya la tenemos. -Le guiñé el ojo y me acerqué al hombre del mostrador, Alejandro me dijo que estaba a mi nombre así que se lo di.
-Síganme señoritas. -Dijo el chico muy amablemente y nos llevó hasta una mesa que era preciosa, me quedé boquiabierta, era una mesa redonda con unas velas azules y un mantel blanco que hacía un efecto de luz muy bonito y al lado había un árbol sin horas decorado con luces blancas. El chico puso un poco de Champagne. -Invita la casa. Enseguida vuelvo con la carta.
-Gracias. -Dijimos Malú y yo al unísono.
-Estás loca... -Acarició mi mano. -Estoy sin palabras...
-Es precioso ¿Verdad?
Justo en ese instante regresó el camarero con la carta y nos pusimos a mirar la comida, Alejandro se había gastado muchísimo dinero, me dolían los ojos nada más con ver los precios de los platos, con lo bien que comemos nosotras en un simple McDonalds...
Pedimos nuestros respectivos platos y comenzamos a cenar. Cuando terminamos, estábamos llenas, era caro, sí, pero se comía muy bien y la comida estaba buenísima.
Nos levantamos, nos acompañaron a la puerta, les dimos las gracias por el buen servicio y nos marchamos, era tardecillo, pero le pedí a Malú que me enseñara así por encima Sevilla.
Me llevó a la giralda, a los alcázares, a las setas, a la torre del oro y al puente de Triana, era una de las ciudades más bonitas que he tenido la suerte de contemplar y además tenía mucha vida, había muchas personas paseando a pesar de ser tarde.
Nosotras nos sentamos en unos banquitos solitarios que hay al lado del puente de Triana y nos quedamos charlando sobre la vida misma.
-Gorda. -La interrumpí.
-Dime. -Dijo mirándome a los ojos.
-Creo que es hora de hablar de esto que está pasando entre nosotras ¿no crees? -El corazón me empezó a ir rápido.
-Yo también lo creo. -Apartó la mirada.